La vida afectiva del poeta, ensayista y cuentista argentino está signada por el idilio, la desilusión y la épica. Jorge Luis Borges murió a los 86 años después de referirse al enamoramiento como un estado permanente. Con su madre, Leonor Acevedo, como una presencia avasallante y Fanny Úveda, su empleada de toda la vida, como testigo indiscutible, el escritor tuvo muchas amigas y tres historias de amor bien distintas, aunque igual de apasionantes.
Estela Canto (1916-1994)
Era una traductora y periodista de 28 años que lo conoció cuando él tenía 45 y empezaba a sufrir problemas de vista. Militante del comunismo, bellísima, muy libre y moderna para la época, se empezaron a ver para que lo ayudara a pasar en limpio los manuscritos de El Aleph. O aquella era la excusa. Porque el escritor no solía ser demasiado directo. El noviazgo duró siete años y terminó sin vuelta atrás cuando Borges quiso casarse con Estela. Fueron amigos después y Estela puede jactarse de un honor. Le fue dedicado El Aleph, una de las obras más perfectas del maestro. ¿Más? Le regaló también el manuscrito de esa misma obra, que un tiempo después Estela subastó y que hoy está en la Biblioteca Nacional de España.
Elsa Astete Millán (1911-2011)
Era la hija del dueño de una pensión de La Plata a dónde Borges iba seguido para visitar a su amigo, Pedro Henríquez Ureña. La conoció cuando él tenía 26 y ella solo 17. Torpe y tímido para la conquista, quiso casarse con ella en aquel entonces, pero Elsa se negó. Tuvo revancha muchos años después, a los 68, cuando ya viuda y con un hijo, ella aceptó la propuesta. El escritor dio el sí por primera vez en su vida, por civil y por Iglesia –en Nuestra Señora de las Victorias, en Capital Federal– el 21 de septiembre de 1967. Se separaron tres años después.
María Kodama (1937-a la fecha)
Tras la muerte de su madre, en 1975, Borges dejó entrar a su vida a esta joven alumna de origen oriental que pronto se convirtió en su fiel discípula y mano derecha. Además, cuando ya prácticamente no veía nada, María hacía de lazarillo. Era 38 años más joven, descendiente de samuráis por parte de padre y de una pianista de origen alemán y español, por parte de madre. Se casaron en Paraguay casi cincuenta días antes de la muerte del escritor, en Ginebra, el 14 de junio de 1986. La intelectual se convirtió en su principal heredera. Y es además quien vela por su legado.
