Guns N’ Roses desembarcó en Huracán el viernes e hizo vibrar Parque Patricios. El sábado repitió la historia y nadie quiso quedarse afuera, ni siquiera los vecinos de los edificios linderos al Tomás Adolfo Ducó.
En el marco de la gira mundial “Because What You Want & What You Get Are Two Completely Different Things”, la banda —con los miembros fundadores Axl Rose, Slash, y Duff McKagan— selló con fuego el gran amor por los argentinos, que los esperaban desde hace tiempo.
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Luego de tres años de ausencia, Axl Rose desplegó una vez más su arsenal de himnos y potenció la fuerza del hard rock entre el público.

Fueron casi tres horas de clásicos, nostalgia y emoción donde Slash y Duff McKagan volvieron a encarnar esa alquimia única que los convirtió en leyendas. También se lucieron Richard Fortus en guitarra, el pianista Dizzy Reed, y el debutante Isaac Carpenter en batería.

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Las veladas se iniciaron con “Welcome to the Jungle”, seguida por “Mr. Brownstone”, “Chinese Democracy” y “Bad Obsession”, que tejieron el primer tramo con fuerza y actitud y sentando las bases para un recorrido por todos los álbumes. Además sonaron “It’s So Easy”, “Slither” y “Pretty Tied Up”, en una secuencia que revivió facetas varias del universo Guns N’ Roses.

Los covers también se robaron protagonismo. Huracán fue testigo de “Live and Let Die” del grupo de Paul McCartney, y de un homenaje a Ozzy Osbourne con “Never Say Die” y “Sabbath Bloody Sabbath”.

Slash tuvo su momento con el talk box en “Rocket Queen” y fue ovacionado, al igual que sus compañeros. La recta final tuvo una carga emocional tan potente como su despliegue instrumental. “Don’t Cry” volvió a funcionar como un puente íntimo entre la banda y su público, con miles de gargantas cantando al unísono.

Más tarde llegaron “Knockin’ on Heaven’s Door” y “New Rose” (de The Damned), con Duff McKagan tomando el micrófono, dándole un giro propio al momento. Axl sorprendió con una versión sentida de “Wichita Lineman” y la intensa “This I Love”, antes de adentrarse en “Civil War”, que incluyó un guiño a Hendrix.

Tras “Civil War”, la banda estadounidense evidenció que el telón podía bajarse en cualquier momento, aunto todavía faltaba dos hits claves. Slash brilló en un solo demoledor que desembocó en el estallido colectivo de “Sweet Child o’ Mine” y “November Rain” con Axl al piano enloquecieron a los fans.
El cierre fue power: “Nightrain” puso a todo el Ducó en movimiento y “Paradise City” lo coronó con una explosión de riffs, fuegos y aplausos. Los Guns se fueron, pero la muestra del cariño intacto fue un indicio para pegar la vuelta lo antes posible.
