Lo que tienen en común el escritor británico de policiales Lee Child, su colega Elvio Gandolfo, Tom Cruise y una editorial independiente argentina fundada por un poeta, Mariano Blatt, podría ser trama para un buen cuento. La respuesta es Mañana no estás, la novela de 2009 que circula como un virus benigno por estos días en la Argentina.
Una de las veinticuatro que Child lleva publicadas con su héroe, el expolicía militar Jack Reacher, publicada para la Argentina y España por Blatt&Ríos junto a Eterna Cadencia. El personaje que interpretó Tom Cruise dos veces con buenos resultados, sobretodo en Jack Reacher (2012) de Christopher McQuarrie. La versión más fuerte, sin embargo, es que Cruise no volverá a ser Reacher. No porque él no quiera, sino por presión de los lectores de Child. Les parece que el actor de Misión Imposible no tiene el physique du rol para un militar, devenido detective, de dos metros de altura, rubio y de 115 kg de peso.
La historia detrás del libro made in Argentina, de casi 500 páginas, es más o menos así: entre los muchos lectores de Child en estas pampas, el argento-uruguayo Gandolfo, fan entusiasta, tentó a la editorial con la idea de publicar su nuevo trabajo. La agente del autor recibió la propuesta y lo convenció cuando le aseguró que las traducciones argentinas son muy cuidadosas.
Con traducción, pues, de Aldo Giacometti, Mañana no estás arranca con una escena de alto impacto, en el primero de sus más de ochenta breves capítulos. En un vagón de subte dirección uptown, en la madrugada de New York City, una mujer que, sabremos, trabaja para el Pentágono, se vuela la cabeza delante de Reacher. A partir de ahí el héroe —que por esas arbitrariedades de la imaginación literaria es una especie de nómade, que anda por la vida con su cepillo de dientes y su tarjeta como todo equipaje— se ve metido en un lío tremendo.
Uno que involucra a la policía, al FBI y sus matones, al Departamento de Defensa, y sus matones, frente a una amenaza con forma de femme fatale y acento afgano. Y sus matones. Quienes quiera que sean: como en todo buen policial, aquí los personajes no son lo que parecen o dicen ser.
El peligro está por todas partes a lo largo de una aventura que sucede a lo largo y ancho de la ciudad que, como Reacher, no duerme. La madrugada, con sus ratas amigas como amas y señoras, la mañana, la hora pico en una geografía urbana que el personaje conoce muy bien y nosotros, con él, un poco más.
El peligro y unos, pocos, aliados, que lo acompañarán en un camino que puede conducir hacia la cueva del más fanático terrorismo internacional. Mañana no estás vuelve a inscribir a Child como un maestro de ese subgénero que es el page turner, el texto adictivo en el que cada capítulo termina con una vuelta, una sorpresa, una frase que empuja a seguir.
Pero más allá de su trama y su arquitectura, lo que lo convierte en una delicia de lectura, ideal para estos días sombríos, es el estilo. Los diálogos como ping pong filosos, irónicos, a veces hilarantes. El sentido del humor áspero hasta para los minuciosos juegos descriptivos (desde el funcionamiento de un arma al manual para identificar terroristas), que sorprende al lector en sonoras carcajadas. Y la acción. El placer con el que se entrega a narrar los puñetazos rompe mandíbulas de Reacher. Es que Mañana no estás es un relato de acción constante, sin respiro. Pero cuando la violencia estalla, salpica.
Buena presencia, de Victor Winer
La colección Zona de Teatro, de editorial Interzona, está coordinada por el Centro de Documentación Teatral Eduardo Pavlovsky. Uno de los pocos rincones editoriales dedicados a la publicación de textos de dramaturgia, valioso como tal. En este volumen, por ejemplo, queda el registro de cinco obras de Victor Winer, autor importante del teatro contemporáneo argentino. Se acompañan, para dar cuenta de la intención de registro del hecho teatral, con la información de la sala en la que se presentó la obra, el elenco, la compañía que lo produjo, la prensa que lo difundió.
Otro valor agregado: son obras de distintos tiempos, un abanico en la producción de Winer. Desde Buena presencia, de 1981, que ganó el segundo Premio Nacional de Teatro, hasta Apelmann, de 2012, sobre el proceso de adaptación de un militante frente a la caída del socialismo.
Sí, la política, y las tensiones sociales (el que da título es una historia dura centrada en los vínculos laborales, de un empleado y su jefe) atraviesan los textos. Pero también un dinamismo, y un indefinible sentido del humor que les da aire.
Leer teatro no es para cualquiera. Pero aunque los teatreros serán el lector más interesado en Buena presencia, su aparición en librerías es una buena noticia aumentada por los tiempos que corren, de salas cerradas.