El Cazador, Argentina ★★★ ½
Dirección: Marco Berger. Elenco: Juan Pablo Cestaro, Lautaro Rodríguez, Juan Barberini, Patricio Rodríguez. 91 minutos.
La nueva película de Marco Berger (Austente, Un rubio, Plan B) vuelve al universo que le interesa, el de los vínculos entre hombres. Ahora, adolescentes. Con un tagline inquietante desde el vamos: un adolescente es seducido por otro joven y se ve envuelto en una red de pornografía de la deep web.
En el centro del relato está Ezequiel (Juan Pablo Cestaro, un hallazgo), un chico tímido y un poco solitario, pero decidido a concretar su deseo sexual aprovechando que está solo en casa. Con su familia de vacaciones, invita a un chico que le gusta. Tiene quince años, pero parece firme en sus decisiones y preparado para afrontar la presión de los tabúes.
Se ha anotado que Berger mira a sus personajes menores de edad con cuidado y delicadeza, y es cierto. Así avanza su relato, un poco moroso, con elementos que aportan una idea de suspenso que recién se instala hacia la mitad. Una música a lo Hitchcock, un tono sostenido que nos indica que algo oscuro está pasando, mientras Ezequiel, enamorado, parece no darse cuenta.
Con la sensación de actualidad que siempre transmite el tema de los videos íntimos circulando desde un celular, que aquí aparece como una amenaza exponencial, incontrolable, como el contagio del coronavirus. Capaz de hacer sombra al más inocente de los chicos, o a un Ezequiel culpable de desear y amar. Quizá una mayor condensación hubiera hecho de El Cazador una película más potente. Pero su cruce de temática gay y suspenso, su forma realista de acercarse a este tema áspero, su trabajo con actores naturales y las buenas ideas de guion, la hacen una opción más que interesante para ver en casa.
La Chancha, Argentina ★★★ ½
Dirección: Franco Verdoia. Elenco: Esteban Meloni, Gabriel Goity, Raquel Karro, Gladys Florimonte. 97 minutos.
Un matrimonio (él argentino, ella brasilera) y su hijo pequeño pasan unas vacaciones en Córdoba. Él (Esteban Meloni) juega de local, pues este es el lugar donde creció. Y parece disfrutar de ese rol de "anfitrión" de su familia brasilera, con la alegría y la despreocupación de quien se prepara para vivir unos días de descanso. Todo va muy bien, al menos en apariencia, hasta que él parece reconocer a un tipo (Goity) que se aloja en la misma posada y encarna un mal recuerdo de la infancia.
Está claro que ninguno de los dos tiene ganas de acercarse, pero ahí están sus respectivas mujeres, familias, el entorno obligan a mantener la sonrisa. Está clarísimo que algo, en el hosco y desagradable personaje de Goity, hizo un daño perdurable, marcó un trauma, en la historia de vida del protagonista.
Pero el director Franco Verdoia, que es de Las Varillas, Córdoba, está felizmente más interesado en explorar eso que le pasa a una persona cuando vuelve a encontrarse con algo que la hirió. Como vuelve al territorio de su niñez, siendo otro, pero a la vez el mismo. No hace ni falta que revele: está claro desde los sonidos amplificados de un chiquero, en la apertura, que algo muy malo pasó. En cambio, es la incomodidad del presente la que está llena de gritos sordos para registrar, y La Chancha pone su atención ahí.
