Anthony Hopkins y el reto de los veteranos estrellas de la cuarentena
Si hay que ir armando el ranking de personajes revelación, en nuestra nueva vida virtual, anoten a la burrita Lulu con su amo y amigo, Arnold Schwarzenegger. Y a sir Anthony Hopkins, que para muchos fue toda una sorpresa, compartiendo sus tardes de piano con sonrisa de abuelo bueno, el opuesto a Hanibal Lecter. Bailando el tema "Tootsie Slide", de Drake, desafiando a Stallone a dar los pasitos ... y enviando sus saludos a Lulu. Ninguno de los dos recogió el guante todavía, así que esto continuará. "Volveré", repite el protagonista de Lo que queda del día, haciendo air boxing para tomarle el pelo al de Rocky.
El actor británico, de 82 años, invita ahora a un concierto de piano este domingo 17 de mayo en su cuenta de Instagram. Vale la pena difundir el evento, porque el instrumento fue el primer amor, la primera vocación de quien luego se volcaría hacia la interpretación, con la suerte que conocemos. Menos sabemos de estas facetas de Hopkins, como músico, bailarín de hip hop y tipo con un fantástico sentido del humor. Que ha tenido a bien empezar a compartir, en esta cuarentena, para hacerse y hacernos el mal trago un poco más llevadero. A su salud!
Conversaciones en la calle de los pianistas
Hablando de pianistas, qué placer el que produce la lectura del libro, breve y sustancioso, de la periodista Sandra de la Fuente. Especialista en música clásica, pianista ella misma y profesora de piano, De la Fuente encontró un tema y un material tan valioso que lo trabajó a dúo con el cineasta Mariano Nante, que hizo de La calle de los pianistas una película, elegida para una noche de gala del Bafici y en el Teatro Colón.
El descubrimiento tiene que ver con los vecinos de la Rue Bosquet 22, una callecita de Bruselas, en Bélgica. Ahí, por distintos motivos y circunstancias de la vida, viven los mejores intérpretes de música clásica. Martha Argerich, Lyl Tiempo y sus hijos, los prodigiosos Karin y Sergio, celebrados a nivel mundial.
El libro, publicado por Aguilar, se lee con la agilidad de su fuente de origen: la serie de reportajes que Sandra realizó para el documental. Y además de echar luz, y hacer oír las voces de tan particulares vecinos, logra la trascendencia del mejor periodismo cultural. Un libro que desborda y transmite amor por la música, a la vez que indaga en los misterios de la vocación, el desarrollo del talento y la transmisión una búsqueda constante de la perfección. Ese ejercicio que hace parecer a los grandes pianistas como seres de otro planeta, aunque sean tan de carne y hueso como estos que nos acerca la autora.
