Lejos del horror y la violencia que cubren casi por entero la oferta actual de la televisión, Dolly Parton nos ofrece un respiro con una serie cargada de emoción y belleza. La artista, que con toda justicia podría llamarse “la novia de América”, es la cantante (y empresaria) de música country más celebrada en su país y alrededores. Siempre exuberante y llamativa, cuenta en el documental La reina del country que en sus años de infancia, perdida en las montañas, su familia era tan pobre que desde niña componía canciones con historias que funcionaban como las películas que no tenían posibilidad de ir a ver.
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En esta serie, Acordes del corazón, Parton presenta las situaciones que funcionaron como base de sus canciones. Desde su propio palacio, Dollywood, ella cuenta el origen de cada relato. Son historias sencillas, sin sofisticación, pero construidas con tal pericia y ternura que invariablemente, en algún momento, provocan cierta congoja e incluso un lagrimón.
Se ocupa de todos los temas: la chica sexy que pone en peligro un matrimonio, el joven gay que no se atreve a salir del placard, la familia dispersa por un antiguo malentendido, las tragedias de la salud, videncia y maledicencia y hasta un western.
Acordes del corazón tiene la misma impronta que la estrella: mariposas, brillos, amor y generosidad. Dolly Parton ha hecho una fortuna: aunque tiene muy claro que nunca será Meryl Streep, también reconoce que Meryl Streep nunca será Dolly Parton.
Un detalle: la canción "I’ll allways love you", que Whitney Houston hizo famosa en la película El guardaespaldas, es de su autoría. Su comentario al respecto es lacónico y sincero: “Whitney Houston me hizo rica”.
