Su oficio es la comida y vive de probar platos en Masterchef, pero a Christophe Krywonis, el chef francés del reality, el cuerpo le dijo "basta".
Según revela la revista PRONTO en su tapa de esta semana, Christophe se internó en una clínica para bajar de peso en Córdoba, asustado por el número que arrojó la balanza: 142 kilos.
"Mi adicción es el morfi, y sé que lo tengo es un problema", confesó el chef. "Una persona una vez me dijo: 'no hay gordo feliz'. La frase me impactó, la mastiqué mucho y la cabeza me hizo un click", continuó.
"Cuando noté que me costaba caminar, levantarme, ponerme zapatos, pensé: 'La pucha, no estoy tan viejo'. Encima es difícil salir de la malicia del tema, porque cuando te ven gordo, te dan dos porciones en vez de una", se lamentó.
Además, Christophe reveló que la muerte de dos amigos muy cercanos, también cocineros, fue como una señal de alarma. "Uno murió por sobrepeso en Uruguay y el otro por lo mismo, seis meses después. Tenían seis o siete años más que yo", recordó.
Pero no siempre fue esta su historia. Unos 26 años atrás, cuando Christophe desembarcó en la Argentina para probar suerte en la gastronomía local, su cuerpo era otro.
"Aumenté 65 kilos desde que llegué. Acá se come muy abundante y menos equilibrado que en Europa. ¡Los platos asustan! Cuando invito a mis amigos franceses a comer un bife de chorizo, se quedan sin aire. Un bife de medio kilo no existe en Francia. Allá unas costillas de 800 gramos las comparten entre 10 tipos, acompañado por ensaladas", cerró.