La escena transcurre en la oficina administrativa de una escuela. El hombre parece ser el padre de uno de los chicos que están en el aula, que va a pagar la cuenta mensual. Pero no. Él saca un arma y muy amablemente le exige a la joven que lo atiende que le de toda la plata. Una vez que obtuvo su botín, se fuga rápidamente. Así empieza El asaltante, la película que encumbró a Arturo Goetz como uno de los valuartes del nuevo cine argentino. El actor murió hoy a los 70 años.
Con El asaltante el nombre de Goetz quedó para siempre ligado a las nuevas y buenas producciones de jóvenes directores, como Pablo Fendrik, Daniel Burman o Ana Katz.
Goetz en realidad era economista y vivió muchos años afuera del país trabajando en un ámbito alejado de la actuación. Cuando volvió a la Argentina comenzó a desarrollar otra vez su vocación y empezó a conseguir pequeños papeles en los 90. Hasta que de a poco fue logrando meterse de lleno en el díficil ámbito del cine hasta llegar al éxito con El asaltante.
Trabajó en La niña Santa, de Lucrecia Martel, La novia errante, de Ana Katz, La sangre brota, también de Fendrik y Derecho de Familia, de Daniel Burman, entre otras. Por algunas, fue premiado o nominado a importantes galardones.
En una emotiva carta, el director de la mejor película en la que trabajó, expuso todo lo que pensaba sobre su amigo: "Pero me queda, como magnífico consuelo, el orgullo de haber compartido con Arturo los mas estimulantes ejercicios creativos. Juntos imaginamos escenas, tramamos historias, fuimos cómplices y socios en el sinuoso juego de la simulación, de la representación, de la configuración de pequeños universos. Y ese es mi tesoro. El haber creado juntos personajes irrepetibles. Hasta siempre, amigo".