El cine, la música, la literatura y las artes plásticas perdieron en 2011 a algunas de sus figuras más emblemáticas, desde la legendaria Elizabeth Taylor hasta la prometedora Amy Winehouse, que conmocionó a la opinión pública con su inesperada muerte a los 27 años.
Taylor, una de las estrellas más emblemáticas de sus años dorados, murió a fines de marzo, tras una vida marcada por ocho matrimonios, problemas con el alcohol y los fármacos, una amistad incondicional con el controvertido Michael Jackson pero, sobre todo, un gran talento actoral.
Este año, Hollywood también perdió a uno de sus compositores más renombrados, John Barry, autor de la música de varias películas de James Bond y de otras recordadas bandas sonoras como la de Memorias de África y Bailando con lobos.
El mundo de la música, en tanto, se vio sacudido por una de las pérdidas más trágicas de los últimos años, no sólo por su corta edad, sino por su grandísimo talento. A fines de julio murió a los 27 años por una intoxicación con alcohol la cantante y compositora británica Amy Winehouse, que con apenas dos discos, Frank y Back to Black, había logrado el beneplácito de la crítica y el público con su extraordinaria voz -capaz de darle forma a los sentimientos másdesgarradores con un increíble arco interpretativo- y una combinación de ritmos que incluía el soul, el pop, el jazz, el R&B y el ska.
En tanto, lejos de su Chile natal, en París, murió a los 70 años uno de los cineastas más originales de América Latina, Raúl Ruiz, un artista que hizo de la experimentación su leit motiv. El director de películas como Tres tristes tigres, Palomita blanca y Misterios de Lisboa, que se exilió en Francia tras el golpe de Pinochet en 1973 fue sepultado en Chile, según su voluntad.
Chile también perdió este año al poeta Gonzalo Rojas, uno de los últimos surrealistas vivos, y al escritor José Miguel Varas, Premio Nacional de Literatura en 2006. Por su parte, los mexicanos lloraron al escritor Daniel Sada, ganador del premio Herralde en 2008 con la novela Casi nunca, y a la pintora y escultora Leonora Carrington, una de las máximas exponentes del movimiento surrealista.
LAS PÉRDIDAS ARGENTINAS
La literatura latinoamericana perdió a fines de abril al último representante de una generación de escritores que incluyó a Jorge Luis Borges o Manuel Mugica Láinez, el argentino Ernesto Sábato, quien murió poco antes de cumplir los 100 años y tras una carrera literaria basada en numerosos libros de ensayos y tres novelas: El túnel, Sobre héroes y tumbas y Abbadón el Exterminador, obra que le valió el Premio Cervantes en 1984.
Más trágica fue la muerte del cantautor Facundo Cabral, asesinado en un confuso episodio en Guatemala. El autor de himnos como "No soy de aquí ni soy de allá" y "Vuele bajo", que vivió sus 74 años como un auténtico trovador, murió acribillado en un ataque a balazos que en realidad iba dirigido contra el empresario nicaragüense Henry Fariñas y que conmocionó a toda América Latina.
La Argentina lloró también a principios de este año la muerte de María Elena Walsh, a los 80 años, creadora de entrañables personajes de la música y la literatura infantil como "Manuelita la tortuga", el elefante de "Dailan Kifki" y el "Mono Liso" y que también cautivó a los adultos con canciones como "Como la cigarra", popularizada por Mercedes Sosa.
Apenas dos meses después fallecía a los 67 años Hugo Midón, autor y director teatral que renovó los espectáculos infantiles. En tanto, lejos de su país natal, en Madrid, murió a los 88 años el argentino Alberto de Mendoza, tras una larga vida a caballo entre Argentina y España que lo llevó a trabajar en series de TV como Curro Jiménez (en España) y El Rafa, además de en películas como Filomena Marturano y El jefe, entre otras.