Llegó el tan esperado final de El Elegido, la tira protagonizada por Pablo Echarri de la que también fue productor con Martín Seefeld. La novela que concitó la atención de un público que, a medida que pasaban los capítulos, la erigió como “de culto” a partir de sólidas actuaciones y una trama ágil, culminó con tiroteo, algo de misticismo fantástico y, obviamente, mucha miel.
Como todos los melodramas televisivos, no podía eludir la felicidad final, la consumación de las parejas contrariadas, los “milagros” impensados, ni las merecidas condenas al villano, que hasta último momento hizo todo por triunfar. Veamos cómo se dieron las cosas.
Ya sabíamos del suicidio del oscuro David Nevares Sosa, abrumado por la carga de un padre nefasto. Justamente él, Oscar Nevares Sosa (Lito Cruz), se despachó con un monólogo ante el cadáver de su hijo. Lo retó, lo humilló y lo despreció, al punto de pedir que lo sacaran de su vista.
De esa imagen tétrica, nos transportaron al sur. Allí, Andrés Bilbao (Pablo Echarri) encontró el enigmático tótem de los pueblos originarios (Regüé) al que le agregó la estrella de 5 puntas de la Logia Milenaria –comandada por Logroñeses-, que tanto se mostró a lo largo de la historia y que –conjunción mediante- le otorgó la inmunidad que necesitaba un “Elegido” para vencer al mal “Nevaresosiano” y continuar su vida en paz.
Fue a la vera de un hogar con leños donde la temperatura de la pantalla ascendió. Andrés y Mariana Estévez (Paola Krum) se prodigaron arrumacos y mucho más, como para reafirmar un amor fruto del cual ya venía un hijo en camino. Verónica San Martín (Leticia Brédice) pudo escuchar la voz de su hija Alma. Fue antes de que quisiera clavarle –sin éxito- la tan mentada “daga negra” a Mariana. Alma le dijo "mamá". Primera y última palabra hacia su progenitora.
San Martín –uno de los personajes más celebrados de la novela- murió con esa misma arma. Pero quien ejecutó los movimientos mortales fue Nevares Sosa.
En los tiroteos entre las partes en pugna (Bilbarianos y Nevares sosianos), Santiago salvó de la muerte segura a Andrés. Y así pudo usar una vida más para enfrentar, en la batalla final, al villano más villano de todos los villanos que desfilaron por las novelas durante este año. "¿Por qué mataste a mis padres?", preguntó Andrés a Nevares Sosa. "Por amor a vos", contestó Oscar.
Luego le clavó la daga negra. Pero Andrés, porque era El Elegido, no acusó recibo del daño y rápidamente –instantáneamente- la herida producida por el mefistofélico Nevares Sosa cicatrizó, emulando alguna escena de Harry Potter o de otra película de ciencia ficción.
Andrés triunfó. Nevares Sosa fue apresado y terminó en un manicomio, abrumado por la presencia de los muertos que tiene en el placard. Seis meses después –así nos contaron- llegan las postales de la felicidad y la justicia. Una hermosa familia volvió a formar Andrés Bilbao. Mariana Estévez embarazada. Alma, muy simpática, habla sin problemas.
Erica, también luce pancita. Y con un Octavio que se recuperó de la adicción a las drogas se encaminan a formar una familia. A eso también aspira Greta (Mónica Antonópulos) –ahora a cargo del estudio de Oscar- que adoptó al hijo de David y se casó con su pareja, Paloma. Roberto sigue preso. Y la fiel Armenia le lleva la muñeca preferida a la tumba de su patrona, Verónica.
Andrés es nombrado juez y parece que quedó atrás un pasado de abogado inescrupuloso. Con final feliz terminó El Elegido. Y también con un final ¿abierto? En la última escena, Alma ve algo… ¿Qué habrá visto…?