Sonrientes, abrazados por la cintura, vestidos con ropa veraniega, entre olivos y pisando el clásico suelo griego de cantos rodados formando mosaicos. Así aparecían en la fotografía —no exactamente oficial, pero con tanta pompa que casi lo era— los actores Tom Hanks y Rita Wilson junto a Kyriakos Mitsotakis, primer ministro de Grecia, y su esposa, Mareva Grabowski. Pero lo más llamativo no era la curiosa foto del mandatario europeo junto a dos de las estrellas más importantes de Hollywood, sino que los intérpretes sostenían en sus manos sus nuevos pasaportes: los que los convierten en ciudadanos griegos.
La imagen no apareció en los perfiles de los actores, sino que fue el propio Mitsotakis quien la compartió en su cuenta de Instagram, con casi 260.000 seguidores, afirmando que ambos “son ya orgullosos ciudadanos griegos”. Un gesto inesperado que resultó llamativo para los muchos miles de seguidores de los actores. Hace años que el matrimonio Hanks-Wilson está muy vinculado a Grecia. De hecho, en diciembre ya fueron nombrados ciudadanos de honor del país, y ahora su estatus se reforzó al recibir estos pasaportes. Un reconocimiento que, según la ley griega, se puede dar a aquellos “que prestan servicios excepcionales al país o cuya nacionalización sirve al interés público”.
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El matrimonio llegó a comienzos de julio al país para celebrar allí el cumpleaños 64 del protagonista de Forrest Gump. Vestidos de manera informal, con barbijos para cubrirse, procedían de California, donde pasaron el confinamiento tras superar el coronavirus, del que se contagiaron a primeros de marzo, durante un viaje a Australia en el que Hanks buscaba localizaciones para su próxima película. La pareja se mostró muy comprometida con la investigación de la enfermedad y llegaron a donar su propio plasma para tratar de encontrar una vacuna contra el COVID-19. La pareja fue fotografiada aterrizando en su jet privado en la isla de Paros, una de las más grandes y conocidas de las alrededor de 2000 que tiene ese país. Desde ahí dieron el salto a la cercana Antiparos, donde tienen una casa.
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En ella encuentran una tranquilidad e intimidad difícil de conseguir en Hollywood, pero también en casi cualquier otro rincón del planeta, dada su fama. La vivienda es una gran edificación blanca de 450 metros cuadrados situada en un terreno de 25.000 metros cuadrados con salida al mar. Es una de las propiedades más preciadas del matrimonio desde hace dos décadas, cuando se instalaron en ella para pasar allí sus veranos junto a sus hijos y amigos que ls visitan, como Matthew McConaughey o Woody Harrelson. Allí la pareja y sus seres queridos disfrutan de la comida local, se juntan con los habitantes de la zona y salen a pasear, bucear o nadar, incluso de forma semiprofesional: en el verano de 2014, Hanks cruzó a nado el canal que separa Antiparos de Paros en una competición local.
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Su vínculo con esa tierra es tan grande que decidieron producir películas relacionadas con el espíritu griego y se empeñaron en grabarlas allí. Ambos son productores de las dos partes de Mi gran casamiento griego y de Mamma mia!, así como de la comedia de 2009 Mi vida en Grecia, todas ambientadas en esa país. En una entrevista, Nia Vardalos, guionista y protagonista de Mi gran casamiento griego, afirmaba que Hanks estuvo detrás de que todos los detalles tuvieran autenticidad. “Había una escena en la que un personaje llevaba pantalones jeans y supuestamente la familia acababa de volver de la iglesia. Tom sabía que ningún griego ortodoxo practicante lleva jeans a la iglesia, así que de forma astuta hizo los cambios apropiados, que nadie notó”, contó Vardalos en una entrevista a The Daily Mail.
“Soy griego al 110 por ciento, soy más griego que los propios griegos”, dijo en alguna ocasión Hanks. En realidad, su esposa es más griega que él. Nacida en Los Ángeles como Margarita Ibrahimoff, de padre búlgaro (pero nacido en Grecia) y madre griega, se crió en la fe ortodoxa del país heleno. Una religión que después abrazó él mismo y de la que hace un apostolado.
