Udo Kier, el actor alemán cuya presencia magnética y carrera inclasificable lo convirtieron en una figura de culto global, murió este domingo a los 81 años. La noticia fue confirmada por su pareja, el artista Delbert McBride, según publicó Variety.
Con una trayectoria que atravesó el cine independiente, el underground y también Hollywood, Kier construyó un legado inconfundible. Fue parte de títulos icónicos como My Own Private Idaho (1991), de Gus Van Sant, y las producciones de Andy Warhol como Flesh for Frankenstein (también conocida como Andy Warhol’s Frankenstein, 1973), que lo transformaron en una figura clave del cine experimental de los 70.
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A lo largo de su carrera, trabajó con una lista excepcional de creadores: Lars von Trier, Werner Herzog, Rainer Werner Fassbinder, Gus Van Sant y Guy Maddin, además de artistas pop como Madonna, con quien participó en videoclips y proyectos paralelos. Su versatilidad lo llevó a encarnar villanos, excéntricos, genios oscuros y personajes profundamente sensibles, siempre con su sello particular.
Kier se convirtió en un símbolo queer y una presencia constante en festivales internacionales, querido por cineastas y fanáticos por igual. Su rostro —pálido, anguloso, expresivo— y su habilidad para habitar lo extraño lo volvieron irrepetible.
Aunque la noticia de su muerte aún no fue acompañada de detalles adicionales, Hollywood y la comunidad cinéfila ya lo recuerdan como una figura que desafió las categorías y expandió las fronteras del cine.
Su trabajo, que abarcó más de cinco décadas, deja una marca indeleble en la historia del séptimo arte. Ante todo fue un artista libre. Y así será recordado.



