Detrás de uno de sus sobrenombres, Sean Combs escondía la esencia de su ser. Cuando iba a la escuela lo llamaban Puffy, lo que después derivó en Puff Daddy y, finalmente, Diddy. Esa palabra había surgido cuando el rapero inflaba su pecho para hacerle creer a los demás que era poderoso. Lo hacía siempre. Aparentaba y simulaba. Esa singular acción también la concretó a través de las fiestas descomunales con las que, durante años, usó para mostrarse, acumular fuerza en las sombras e hipnotizar a Hollywood. Hasta que su verdadera cara empezó a develarse.
El rapero está cada vez más preocupado por su futuro, a medida que se apilan las denuncias que hay en su contra. Preso desde el 16 de septiembre, Diddy está acusado de ser el ejecutor principal de un plan para cometer tráfico sexual, abusos y violaciones, además de trasladar a personas para ejercer la prostitución. Lo hacía usando a sus empleados, amigos y colaboradores: todos entraban en su juego perverso.
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Las denuncias formales son 19 hasta ahora, todas presentadas en la megacausa que se lleva en los tribunales de Nueva York. Los ataques sexuales que se le endilgan habrían sido cometidos en diferentes momentos, entre mitad de los 90 y 2021, en las mansiones que tiene en Los Hamptons, Miami y California. Durante esos años, Diddy obtuvo un poder real que casi ningún rapero había alcanzado en la historia. ¿Cómo lo logró?
Así Diddy construyó su imperio musical: de hacedor de hits a productor omnipresente
Sean “Diddy” Combs nació el barrio de Harlem, Nueva York, el 4 de noviembre de 1969. Criado en soledad por su mamá, ya que a su padre lo mataron cuando él tenía cinco años, fue a una escuela católica solo para varones ubicada en el Bronx. Esa educación lo marcó para siempre.
Siempre le interesó la música, pero también la organización empresarial y las fiestas. Estudió Administración de Empresas en la Universidad Howard, donde siempre fue popular por organizar celebraciones de las que todos hablaban. Todo duró hasta que encontró su verdadero interés. Dejó la facultad y se anotó en una pasantía en Uptown Records. Su ascenso meteórico desde la posición de Supervisor de Talentos lo llevó a conocer gente importante dentro de la industria musical.
Diddy dio un paso esencial en 1993 al fundar su propio sello discográfico, Bad Boy Entertainment. Desde allí no solo que tuvo su propia carrera musical, sino multiplicó a los artistas conocidos y no tan conocidos de hip hop, rap y R&B que explotaron cada vez más el mercado: Mariah Carey, Method Man, Babyface, TLC, Boyz II Men y The Notorious B.I.G., entre otros. Hasta Aretha Franklin publicó discos con él.
Mientras construía cada vez más su imperio detrás de escena, también tenía su propia carrera como cantante. En el medio, sin embargo, los problemas con otros raperos, las peleas violentas y las disputas casi mafiosas empezaban a aparecer.
Durante muchos años se habló de que Diddy tuvo algo que ver con la muerte a tiros de Tupac Shakur, con quién lo unía una rivalidad bastante feroz por su cercanía con The Notorious B.I.G. Nunca quedó claro del todo y, ahora, el hermano del recordado artista pide que se revise el asesinato que ocurrió en 1996.
Hubo varios casos en los que Diddy estuvo involucrado: en 1995 se lo mencionó en la muerte a tiros de Jack Robles de la que Suge Knight terminó siendo culpable; en 1998 atacó a golpes al ejecutivo musical Steve Stout; y en 1999 fue acusado de iniciar un tiroteo en un bar donde hubo varios heridos de bala, entre muchas más disputas diferentes.
Las trifulcas de Diddy frenaron cuando su éxito en la música llegó de la mano del hit “I’ll Be Missing You” que le dedicó a su amigo The Notorious B.I.G. a fines de la década del 90. Esos años coincidieron con algo que empezó tímidamente, pero terminó siendo rutina: las “fiestas blancas” que organizaba y a las que iban todos los famosos.
La historia del robo de un tema y el juicio que Sting le hizo a Diddy
En 1997, Diddy tuvo uno de los mayores éxitos de su vida con el hit “I’ll Be Missing You”. Como todo en su existencia, detrás de ese tema, había algo más. El rapero usó un sampler, muy reconocido, de la famosísima canción de The Police, “Every Breath You Take” para su tema.
Inmediatamente recibió una demanda de parte de Sting, el autor de aquel hitazo. Aunque esto se mantuvo entre sombras durante mucho tiempo, hace unos años la historia salió a la luz.
Durante una entrevista con la revista Rolling Stone, en 2003, Sting respondió qué había pasado con el sampleo del rapero. “Estos tipos agarran tus mi... las ponen en un disco y después lidian con las cuestiones legales. Una vez, me lo dijo Elton John. ‘tenés que escucharlo, porque vas a ser millonario’. ‘Pero ya soy millonario’, le dije. ‘Vas a ser millonario dos veces’”, lanzó.
En 2018, el músico británico confirmó lo que todo el mundo presuponía: que el rapero neoyorquino tiene que pagarle regalías por cada vez que se escucha la canción basada en su propio tema: Diddy tiene que abonar 2 mil dólares a Sting.
Aunque en 2023, Diddy hizo un “chiste” y dijo que le tenía que pagar 5 mil dólares por cada vez que se escuchara su hit, finalmente dijo que todo era mentira y solo buscaba “bromear”.
El impulso que le dio aquella canción fue casi como combustible para Diddy. Frente al conocimiento que propios y extraños tenían de él en el ambiente, el rapero tejió cada vez más relaciones con empresarios, actores, músicos de otros géneros y divas. Empezaba a preparar su coraza nocturna.
Sospechan que las fiestas de Diddy eran la fachada perfecta para cometer abusos
Con cada vez más poder, a fines de los 90 y principios de los 2000, Sean “Diddy” Combs se volvió una especie de Gran Gatsby moderno. Ese era el nombre de la famosa novela de F. Scott Fitzgerald que narraba cómo en plenos “años locos” de la década del 20, un excéntrico millonario organizaba fiestas despampanantes.
Casi como si hubiera sido inspirado por el famoso libro, Diddy tomó una fecha precisa para sus celebraciones anuales, además de un código bajo el cual los invitados debían ir vestidos de blanco. Se llamaron White Parties (Fiestas Blancas) y sucedían el feriado del Labor Day, que en los Estados Unidos es el 1 de septiembre. Era todo un acontecimiento cultural de esa época.
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La fecha, además, coincide con la última parte del verano en aquel país, algo que además le daba al músico tiempo de organización y expectativa en los invitados que no eran cualquier tipo de comensales.
En una entrevista que le dio a The Hollywood Reporter el exmanager de Diddy, Rob Shuter, definió al músico en el entorno de aquellas fiestas. “El talento número uno de Diddy es que es publicista; sabe cómo promocionar. Viene de la escuela de publicidad de Donald Trump y sabía cómo llamar la atención”, reconoció.
De esta forma, mientras armaba redes de poder entre los famosos que contactaba, sumaba constantemente a nuevas estrellas de Hollywood a su círculo más íntimo.
La lista de famosos que iban a sus fiestas era interminable: Donald Trump, Anna Wintour, Clive Davis, Ashton Kutcher, Jennifer Lopez, Will Smith, Bruce Willis, Demi Moore, Kim Kardashian, Leonardo DiCaprio, Matthew Broderick, Sarah Jessica Parker, Paris Hilton, Beyoncé, Jay-Z, Howard Stern, Kelly Osbourne, Aretha Franklin, Martha Stewart, Tommy Lee y Pamela Anderson, entre otros.
Esa visibilidad le permitió forjarse cada vez un nombre como un hacedor de eventos, lo que le generó, también, grandes ganancias. Incluso más que con la música. De acuerdo al sitio que analiza las fortunas de los famosos Celebrity Networth, se calcula que Diddy tiene un patrimonio de 600 millones de dólares.
Además del dinero que obtuvo por su carrera como cantante y productor, el músico consiguió un rédito económico enorme con la asociación comercial con la empresa de licores Diageo, que tiene las marcas de vodka Ciroc y la de tequila DeLeon. A partir de su colaboración permanente desde 2007, el sello de la primera bebida se convirtió en uno de los más populares del mundo. Además, lo obtenía gratis para sus fiestas.
La apariencia de estos eventos tapaba algo que pocos querían enfrentar. Detrás de todos esos festejos ostentosos, donde la gente tenía que ir vestida de blanco sí o sí, Diddy mostraba un costado diferente, según las denuncias que desde hace un mes le hacen perder el sueño: la de un violento mafioso que cometía abusos, violaciones y extorsionaba.
Cómo eran las fiestas salvajes de Diddy en donde se cometían los abusos
Diddy diseñaba las White Parties una vez al año, pero detrás de ellas se escondían las fiestas Freak Offs, como las llamaba él y su entorno. Estas no solo podían llegar a suceder en paralelo a las mediáticas celebraciones, sino que también se daban cuando él lo decidía.
Así se desprende de las denuncias que están en la Justicia y por las que está preso. Diddy fue acusado de usar violentamente su poder para inducir a empleados a trasladar de un lado a otros a personas con el objetivo de ejercer la prostitución.
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Varios medios como US Weekly y Page Six indagaron dentro del entramado oculto de estos festejos. El diario New York Post, por ejemplo, indagó en la marginalidad de Hollywood: habló con un “dealer de famosos” que contó lo que vivió cuando, en el pasado, presenció algunas situaciones en la mansión del rapero.
Según lo que relató el informante, un día fue a la propiedad de Diddy en Los Hamptons y lo recibió el cantante vestido solo con una bata de baño. Luego lo llevó a la habitación de atrás para hacer un intercambio de cocaína y se quedó un rato.
“Empezaron a pasar cosas y varios chicos empezaron a tener sexo entre ellos. Había varias habitaciones traseras que eran como un santuario”, relató, dejando claro que en los ambientes más alejados ocurrían situaciones secretas.
Luego, el mismo informante no quiso mencionar a las celebridades que había, pero citó que eran cantantes. “No diré nombres, pero hubo raperos a los que inmediatamente les perdí el respeto y nunca más pude tomarlos en serio”, comentó. “Fue entonces cuando me largué de allí”, cerró el hombre, al dejar claro que no participó en ninguna situación sexual.
La impunidad de Diddy, según los investigadores, estaría dada porque grababa los actos sexuales que ocurrían sin el consentimiento de sus víctimas y, luego, se los mostraba. Su objetivo era extorsionarlos: si llegaban a hablar, viralizaba los videos sexuales, amenazaba.
El futuro de Diddy en la cárcel: cuántas denuncias tiene y qué puede pasar en el juicio
El productor está detenido desde el 16 de septiembre. Un día después, el 17, se declaró inocente. Desde esa fecha hasta el presente, pidió tres veces que lo dejaran en libertad hasta que se resolviera el juicio. Su exigencia legal fue infructuosa porque se lo negaron: aguardará el proceso oral en la cárcel, lo que arrancará el 5 de mayo de 2025.
El rapero está acusado de haber usado su “poder y prestigio” para “tráfico sexual, trabajo forzado, transporte interestatal con fines de prostitución, delitos de drogas, secuestro, incendio provocado, soborno y obstrucción de la justicia”.
Hasta ahora sumó 19 denuncias formales que integran la gran causa contra él, más allá de las potenciales acusaciones que puedan venir con el correr de los meses. Hay víctimas de todas las edades, algunas menores. Uno de los abogados aseguró que puede haber más de 100 demandas con el correr de las semanas.
Muchas de las aberraciones que, aseguran, cometía Diddy, quedaron registradas en múltiples videos prohibidos que las fuerzas policiales descubrieron cuando allanaron, en marzo de este año, su lujosa casa en Miami. El caso es similar al de Jeffrey Epstein, el magnate que se suicidó en la cárcel cuando estaba a punto de enfrentar un juicio por tráfico y abuso sexual de menores.
En la acusación se describe que Diddy obligaba a las mujeres y hombres a cometer, mientras estaban drogados, los actos sexuales que quedaban registrados en videos. Las torturas duraban días y las víctimas recibían medicación intravenosa para recuperarse después. Ahí es donde se producía el chantaje con las víctimas. El objetivo, según los denunciantes, era salir impune.
La debacle de Diddy arrancó con algunas denuncias marginales de personas que trabajaron con él y lo acusaron de maltratos. El gran impulso a la causa se lo dio la declaración de su expareja, la cantante Cassie, luego de que trascendiera un video de una cámara de seguridad en la que el músico le pega patadas en la cabeza durante una pelea en el lobby de un hotel.
En ese momento ya se había hecho el allanamiento a las mansiones de Diddy, pero el caso tomó otro impulso desde aquel día. En los procedimientos, la Policía encontró cientos de videos prohibidos, armas, municiones y miles de botellas de aceite para bebés. Creen que el rapero mezclaba drogas con el lubricante y con las bebidas que servía, de las que también guardaba cientos de litros.
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Por todos los delitos de los que se lo acusa, Diddy enfrenta varias penas que van desde los 15 años hasta la cadena perpetua. Cuando se enfrente al jurado que decidirá su futuro, lo hará, esta vez, con su verdadera cara, muy lejos de aquel pecho inflado con el que se ganó su primer apodo.