La película española “La Sociedad de la Nieve” se quedó con las manos vacías en la ceremonia de entrega de los premios Oscar. Luego de perder en la categoría de maquillaje y peluquería con “Pobres Criaturas”, minutos después fue derrotada por la película de producción británica-polaca-holandesa “Zona de Interés” que se llevó el galardón a “Mejor película extranjera”.
La competencia era fuerte, ya que el filme de Jonathan Glazer, además de estar en la categoría a Mejor película internacional, competía en las demás nominaciones con tanques como “Oppenheimer”, “Pobres Criaturas” y “Los asesinos de la luna”.
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Y como suele suceder en la mayoría de las ediciones, la producción que está nominada en ambas ternas (”Zona de interés” también competía por el premio a “Mejor película) suele alzarse con la estatuilla en Mejor película extranjera.
El ganador fue anunciado por Dwayne Johnson y Bad Bunny, quien realizó su intervención en español, lo que en un principio fue tomado como una premonición, que segundos después se esfumó una vez que se escuchó el nombre de la película británica.
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La terna de cinco la completaban la producción japonesa “Perfect Days”, de Win Wenders, la alemana “Sala de profesores”, de Ilker Çatak y la italiana “Yo capitán”, de Matteo Garrone.
La trayectoria de reconocimientos de La Sociedad de la Nieve comenzó en el Festival de San Sebastián de 2023, donde cosechó el premio del público. Luego arrasó en los Goya pero no pudo repetir en los BAFTA, Globos de Oro y ahora, en los Oscar.
“Zona de interés”: la dramática historia que ganó el premio a “Mejor película extranjera”
El comandante nazi Rudolf Höss (Christian Friedel) construyó una vida de ensueños junto a su esposa Hedwig (Sandra Hüller). Tienen una familia modelo, empleadas que limpian su casa lujosa y un inmenso jardín con pileta. Poco les importa estar al lado de los campos de concentración.
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Bajo esa premisa, la banalidad nunca había sido tan estremecedora. El periodista Matías Orta dio en la tecla cuando sostuvo que este ejercicio de estilo del cineasta Jonathan Glazer se suma a la lista de “películas de terror que no se asumen como tal”.
Todas las herramientas narrativas del horror aparecen para concebir una angustiante experiencia inmersiva. El sonido empuja a la sala de cine hasta las paredes contiguas a Auschwitz y lo que queda en la cabeza del espectador es más terrible de lo que se ve en pantalla.
Al final del metraje, el pasado mira al presente y es inevitable no levantarse de la butaca con la sensación de que también toleramos situaciones aberrantes a nuestro alrededor.
