Como una confirmación de que se pueden vivir varias vidas en una sola, Dwayne “La Roca” Johnson cumple 51 años y puede ser abordado de varias maneras. En la actualidad es uno de los actores más taquilleros de Hollywood que logró un récord Guinness: haber sacado 105 selfies en apenas tres minutos.
Pero también puede ser visto como Dewy, el apodo que tenía de chico, que pasó de una niñez tímida a una adolescencia violenta y llena de conflictos de todo tipo, en especial con la ley. Hijo de Ata -descendiente de la realeza de Samoa- y de Rocky Johnson, primer campeón afroamericano de lucha libre en los Estados Unidos, estas relaciones marcaron a fuego su vida.
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Porque aquel Dwayne súper tímido fue creciendo como un nómade hasta su adolescencia, habiendo vivido a lo largo de 14 años en 33 de los 50 Estados de su país. Le costaba adaptarse a tantos cambios, le costaba hacerse amigos. Aún le faltaban unos años para convertirse en “La Roca”, el famoso luchador que funcionó como antecedente a su ascenso a la cima del estrellato en Hollywood.
Faltaba porque primero debía transitar la peor parte de su vida, como cuando a poco de haber terminado la escuela Primaria, su papá no pudo pagar el departamento en el que estaban viviendo en Hawaii, y la familia fue echada a la calle. Ese desalojo lo llenó de impotencia y lo rebeló como nunca antes. Su físico crecía y empezaba a meter miedo, y él lo reforzó peleándose en la calle o provocando discusiones. Ahí sí comenzó a tener amigos… aunque no los mejores.
Dwayne “La Roca” Johnson: de los traumas al desahogo
Era apenas un quinceañero cuando su madre quiso suicidarse delante suyo, pero él evitó que fuese atropellada por los autos a los que la mujer se había encaminado de frente. Su carácter lo desbordaba y con sus peleas callejeras llegaron las expulsiones de los colegios, que fueron cuatro en cuatro años. También pasó varios días en prisión por cometer delitos como robos, fraudes y, por supuesto, más peleas. Incluso, fue condenado a una rehabilitación en un campamento militar.
Hasta que un profesor de educación física lo convocó a sumarse al equipo de fútbol del colegio y por primera vez en mucho tiempo Dwayne sintió que alguien lo quería para algo bueno. Y el deporte le hizo lucirse físicamente imponente pero de manera provechosa. Y fue dejando de vivir una vida para comenzar a vivir otra.
“Mis calificaciones mejoraron y comencé a ser reclutado por todas las universidades del país. Mi proceso de pensamiento comenzó a cambiar. Empecé a pensar en las metas y en lo que quería lograr”, comentó años después. Aceptó la propuesta de Miami Hurricanes y fue a La Florida a jugar y a estudiar, quedando cerca de la licenciatura en Criminología.
Pero algunas lesiones en la espalda lo dejaron fuera del sueño de la NFL y volvió a ser un grandote más del montón hasta que llegó el momento de la lucha, en la que arrancó con el apodo Flex Kavanah hasta que todos supieron que era el hijo nada menos que del excampeón, de Rocky Johnson. Desde entonces, fue La Roca y comenzó su tercera vida, en la que empezó a mostrar, además de sus condiciones físicas para la lucha, el talento de saber mostrarse.
No solo eran tomas y golpes. También había que saber moverse, conquistar al público a fuerza de carisma y actuación. Sin darse cuenta, comenzó a darle paso a lo que sería su pasaporte definitivo al éxito. Amado por su público, fue proclamado “campeón del pueblo”.
Dwayne “La Roca” Johnson: Hollywood y la lluvia de dólares
Tenía 29 años cuando fue convocado para su primera aparición en el cine en El regreso de la momia y en 2002 tuvo un protagónico en El rey Escorpión, donde cobró nada menos que cinco millones y medio de dólares. Nacía una nueva vida para Dwayne Johnson, la que lo acompaña hasta hoy en 21 años de carrera como actor.
No como un actor de calidad, de hecho suele ser parodiado por sus pocas condiciones. Sin embargo, su carisma y su impacto lo convirtieron en un personaje atractivo y taquillero que lo que toca lo convierte en oro. Y si hay oro, hay millones de dólares.
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Astuto también como empresario, generó emprendimientos y supo venderse como un paquete cerrado: actuación, promoción y sociedad en el negocio, por lo que La Roca Johnson cobra un cachet por su participación (que no suele ser menos de 20 millones de dólares), cobra como socio de los productores de acuerdo a la venta de entradas y recorre el planeta haciendo prensa con el fin de que todos conozcan la película. Y lo conozcan más a él, que en cualquier momento batirá su propio récord Guinness de selfies.