Jason Momoa y Emilia Clarke volvieron a estar juntos pero esta vez no en un set como cuando filmaban Game of Thrones, sino en un ambiente mucho más distendido. Con motivo del cumpleaños de David Benioff, uno de los creadores de la exitosa serie, los actores se reunieron y compartieron divertidas fotos juntos que causaron furor entre los fans. De esta manera dejaron más que claro que los une una gran amistad.
Clarke compartió en su cuenta de Instagram una foto junto a su colega mientras la cargaba en brazos y escribió una descripción relacionada a la serie: “Cuando tu sol y estrellas llegan a la ciudad, tienes que asegurarte de que aún puede levantar a una Khaleesi”.
Por su parte, el actor publicó otras postales de la noche donde se lo vio muy sonriente junto a la actriz: “Te quiero para siempre luna de mi vida”. En una de las fotos se lo puede ver lucir una gorra de capitán de barco.
Si bien en muchas ocasiones se habló de rumores de romance entre los actores, lo cierto es que desde que coincidieron en la serie se volvieron grandes amigos.
En abril de este año, de hecho, también estuvieron juntos con el resto del elenco ya que participaron del programa de Conan O’Brien para celebrar el 10º aniversario del estreno.
Game of Thrones se emitió por HBO durante ocho temporadas (entre 2011 y 2019). Allí Momoa se puso en la piel de Khal Drogo, el controvertido esposo del personaje de Clarke (Daenerys Targaryen).
Cuando la serie llegó a su fin, la actriz dio una entrevista a The Sunday Times donde explicó cómo se sintió en ese momento: “Fue como salir de un búnker. Todo era rarísimo, especialmente por la reacción que causó el último episodio”.
Asimismo, precisó: “Intenté no tener mucho en cuenta lo que la gente decía, pero siempre me importó lo que pensaran los fans porque lo hicimos por ellos y le debemos todo el éxito que tuvimos. Era como una cuestión de educación”.
En 2019 Clarke abrió su corazón y contó lo mal que la pasó en las primeras temporadas de la serie dado que sufrió dos aneurismas y su vida corrió peligro. En un ensayo publicado en The New Yorker dio detalles de lo que le ocurrió.
El primero de los aneurismas lo tuvo en 2011, a los 24 años, cuando recién había terminado de grabar la primera temporada. La situación se repitió en 2013, tras filmar la tercera. “Justo cuando todos los sueños de mi infancia parecían hacerse realidad, casi pierdo mi mente y luego mi vida”, describió. Asimismo indicó que el tratamiento que siguió le provocó una afasia, problemas en el habla y para expresarse.
Durante el rodaje de la segunda temporada se sentía tan cansada y aturdida que pensaba que iba a morir, y que tuvo que tomar morfina para poder darle entrevistas a la prensa. Cuando sufrió el segundo aneurisma pasó un mes internada, con ataques de pánico y una profunda depresión. “Estaba convencida de que no iba a vivir”, se sinceró.
Tras vivir esta difícil experiencia, pudo continuar trabajando y se involucró con una fundación que colabora con personas que se recuperan de lesiones cerebrales.
