Muchas figuras del cine y la televisión tienen muy claro que el famoso star-system es anecdótico y que tienen que surfear la ola de los éxitos en el momento en el que están arriba. “El estrellato no es una profesión, es un accidente”, dijo alguna vez la actriz Lauren Bacall, uno de los mitos del Hollywood de oro. Para otras, en cambio, todo puede derrumbarse de un segundo para otro.
Edward Platt fue un actor versátil que hizo de todo antes de hacerse un nombre en lo más alto de la TV. Su rol de “El Jefe” en El Superagente 86 lo definió. También fue su debilidad. Poco tiempo después de que se levantó la serie, murió en la depresión sin haber podido salir de ese encasillamiento.
Los orígenes de Edward Platt, entre la música y la Segunda Guerra Mundial
Nacido el 14 de febrero de 1916 en Staten Island, Nueva York, Edward Cuthbert Platt siempre tuvo un interés por el arte musical, influenciado por su madre que quería que explotara como sea su voz natural de barítono. Después de ir a la escuela Woodberry Forest y a la prestigiosa escuela Northwood en Lake Placid, estudió lenguas en Princeton, pero finalmente dejó esa carrera para terminar la licenciatura en Música del Conservatorio de Cinncinati y perfeccionarse en la Academia Juilliard de Nueva York.
Con una profesión cada vez más marcada en el universo de la música, Platt cantó en la orquesta de Paul Whiteman y en la Compañía de Ópera Mozart de Nueva York. Pero el mundo le jugó una carta inesperada: la Segunda Guerra Mundial explotó en 1939 y tuvo que ir al frente. ¿Cómo intervino en el conflicto bélico? Su voz profunda, marcada y envolvente lo llevó a ser operador de radio del Cuerpo Aéreo del Ejército, es decir, distribuía mensajes entre los distintos frentes de batalla.
Al regresar de la guerra, Platt siguió relacionado al universo artístico y fue ganando terreno ya no solo como cantante sino en el espacio teatral. Mientras tenía una carrera como actor de voz en la radio, reforzó su perfil en Broadway, donde ya había hecho algunos trabajos chicos. En 1947 trabajó en la obra musical Allegro y en 1952 llegó su mayor éxito en las tablas con The Shrike, junto a otros como The Silver Whistle, Twentieth Century y Texas Lil “Darlin”.
Pero su carrera como cantante no prosperó demasiado. Años después, en una entrevista que en 1969 le hizo la revista canadiense CHBC TV, Platt se mostró ofuscado por lo que cobraban en esa época los artistas musicales del teatro. “Me desanimó ver que las personas que fueron aceptadas como buenos cantantes recibieran tan poca compensación económica”, argumentó.
Edward Platt, entre Hollywood y el éxito de “El Superagente 86″
Esa opinión quedó dando vueltas en la cabeza de Platt y en 1953 dio otro giro a su vida. Se mudó a Midland, Texas, para estar cerca de su familia. Allí trabajó para la televisión, un medio que era incipiente. Otra vez, usaba su voz para vivir. Obtuvo un empleo para el canal KMID, dependiente de la cadena NBC, donde se desempeñó como presentador de noticias, conductor de un programa de cocina y hasta encabezó el show La fiesta infantil del tío Eddie.
Luego, otra vez una mudanza. Esta vez, para crecer definitivamente. Cuando Platt se mudó a Hollywood empezó a tener más éxito. A partir de replicar en cine el papel que había hecho en teatro en The Shrike, su vida cambió. Luego vinieron otros roles que lo posicionaron tanto en el universo de los actores secundarios de películas muy conocidas como en algunos ciclos televisivos.
Así intercaló papeles cinematográficos en Rebelde sin causa, con James Dean; Intriga Internacional, de Alfred Hitchcock y junto a Cary Grant; They Came to Cordura, junto a Gary Cooper y Rita Hayworth; como también roles en programas de TV como The Outer Limits, La dimensión desconocida, El hombre del rifle o Doctor Kildare.
El Superagente 86 fue una serie que desestructuró la televisión de la década del 60. Sus creadores, Mel Brooks y Buck Henry, satirizaron el conflicto que había en esa época entre los Estados Unidos y la entonces Unión Soviética para llevar su crítica más ácida a los televisores de millones de personas. El ciclo protagonizado por Don Adams, Barbara Feldon y Edward Platt fue un éxito inmediato tanto en ese país como en el mundo. Todavía se sigue repitiendo.
Platt se puso en la piel del jefe de CONTROL (alias Thaddeus, alias Harold Clark) una versión ridícula y torpe de la CIA, que luchaba en diferentes misiones contra la estructura de K.A.O.S., es decir, la mirada de Brooks de la KGB, la agencia de inteligencia soviética. En el medio de las dos organizaciones estaban los espías, más precisamente Maxwell Smart, el agente 86, y “La 99″, que al comienzo es su compañera, pero termina siendo su esposa.
El tándem que logró junto a Adams y Feldon fue inigualable. Eso permitió que su figura se ubicara en una fama y una popularidad que nunca había obtenido hasta ese momento. “Soy un símbolo de la frustración. Un muro de piedra en el que Max puede hacer rebotar su humor. Y, naturalmente, me estoy burlando de la psicosis que hay. Mientras que ‘La 99′ sirve casi como una madre, supongo que yo soy el padre que perdona, siempre dispuesto a poner la otra mejilla y darle a mi ‘hijo’ otra oportunidad”, definió el propio Platt sobre su personaje, en un reportaje que en 1967 le hizo TV Guide.
La dinámica de la realización de El Superagente 86 era muy divertida y el elenco se llevaba de maravillas. En una entrevista que la revista Inside TV le hizo en 1968 a Platt, el protagonista del ciclo habló de lo bien que la estaba pasando en ese momento durante el rodaje del programa. “La serie es pura alegría. Si alguna vez los productores descubren que me estoy divirtiendo tanto, ¡van a querer que les pague yo a ellos!”, exclamó.
La cancelación de “El Superagente 86″ y la muerte de Edward Platt
La serie de la NBC se extendió entre 1965 y 1970 y ganó siete premios Emmy, los mayores galardones a la televisión de los Estados Unidos. Pero a partir de la cuarta temporada, la audiencia empezó a bajar hasta que la cadena la terminó cancelando. Después de ese momento, Platt no pudo volver a tener un éxito. Fundó su propia empresa de contenido, Vagabond Productions, con la que en 1973 produjo el western Santee, protagonizado por Glenn Ford, al que no le fue tan bien. Eso fue lo último que hizo en Hollywood.
El 19 de marzo de 1974 fue encontrado muerto en su departamento de Santa Mónica, California. “La policía aseguró que aparentemente murió por causas naturales”, indicó la crónica posterior del diario The New York Times. Esta versión se mantuvo durante mucho tiempo.
La web The Edward Platt Tribute Site reconstruyó el verdadero final de los días de uno de los actores más recordados de la televisión de los ‘60. “La triste verdad es que fue un suicidio y Don Adams conocía la verdadera causa. Fue el tercer intento”, indicó ese sitio. La voz oficial que lo confirmó fue Jeff, uno de los hijos de Platt que aseguró que su padre estaba teniendo problemas financieros y transitaba una profunda depresión.
“En ese momento, no había demasiada ayuda para estos casos. En los últimos años surgió la revelación final de la muerte de Ed. Creemos que se mató con pastillas y que el final de El Superagente 86 fue determinante”, comentó el creador del sitio en un foro de fanáticos del ciclo.
Platt no era un artista que diera demasiadas entrevistas. Era muy reservado y su figura siempre estaba detrás de la de Don Adams y Barbara Feldon. Pero en el reportaje que le dio a TV Guide en 1967, tal vez, había algo más que una declaración pasatista: “Si alguna vez la serie sale del aire, probablemente moriré un poco”.