El pasado viernes, murió la reina madre de Tailandia, Sirikit Kitiyakara a sus 93 años. El deceso llegó tras años de padecer fuertes problemas de salud y en el último tiempo, sufrió una agresiva infección sanguínea que no pudo superar.
Con esta partida el mundo pone nuevamente el foco en la gran incógnita que rodea a la familia real de este país: quién sucederá al actual monarca, Maha Vajiralongkorn (Rama X).
El problema que enfrenta este reino es que el trono no tiene definido a un heredero. Esto , debido a que la gran favorita para ocupar el cargo, la princesa Bajrakitiyabha Mahidol, se encuentra en coma desde el 2022.
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Qué pasó con la princesa heredera al trono tailandés
La princesa Bajrakitiyabha Mahidol es la hija primogénita del rey y nieta de Sirikit. Los tailandeses ven en ella la elegancia y porte de su abuela, quien fue considerada en su juventud como la “Jackie Kennedy” de Asia. Pero además, la heredera se preparó para continuar el legado. Se recibió en Derecho por la Universidad de Cornell y desarrolló carrera en la ONU.

Pero su carrera se vio truncada cuando sufrió un fallo cardíaco que la dejó en este estado de inconsciencia. Si bien la Casa Real ha emitido en los últimos años algunos reportes sobre su condición, su estado se mantiene en reserva y sin signo alguno de mejora.
La crisis en la casa real tailandesa que puede derivar en un futuro golpe de estado
La Ley de Sucesión de 1924 en Tailandia, establece que el rey deberá elegir a un sucesor antes de morir. Aparte de la princesa Mahidol, su único hijo reconocido como príncipe, Dipangkorn Rasmijoti, tiene problemas de desarrollo, lo que impide automáticamente su ascenso en la línea sucesoria.
Luego, el monarca tiene otros cuatro hijos, fruto de un segundo matrimonio que derivó en divorcio. Tras esta unión fallida, repudió y desterró a sus descendientes, con prohibición de entrada al país. Si bien en la actualidad hubo tímidos acercamientos, ninguno es elegible (aún) como posible heredero.

En este contexto, la ausencia de una figura que represente el futuro de la Corona, puede repercutir gravemente en su estabilidad institucional. Esta nación atraviesa desde hace varios años por un proceso político complejo y sus ciudadanos exigen reformas en la monarquía.
Desde este plano, la elección de una figura predominante de cara a la continuidad dinástica debe ser elegida con cautela por parte del monarca. Si designa un nombre que no cuente con el visto bueno del Parlamento y de la población podría derivar en una crisis política, social y constitucional sin precedentes.



