No es fácil establecer el momento en que el cine argentino cambió, aunque existe bastante consenso en torno de los años 90. De hecho, algunos críticos lo ubican a partir de la primera película de Martín Rejtman, El rapado, una realización minimalista, muy diferente de todo lo anterior. Estrenada en 1992 en el Festival Internacional de Cine de Locarno, en Suiza, y en Buenos Aires en 1996, Rejtman declaraba: “Odio los adornos, odio el artificio, odio cualquier cosa que sea innecesaria; no hay nada más allá de la pantalla”.
Su propuesta ha sido siempre audaz, puesto que sus películas escapan a toda etiqueta temporal, son únicas, diferentes. Martín Rejtman, un director que al mismo tiempo es un escritor, logra que sus films se puedan leer como libros y sus libros se puedan ver como películas. Para eso, según afirman quienes han trabajado con él y como él mismo declara en las entrevistas, Rejtman no solo escribe el guion: también controla cada detalle, el respeto absoluto a las palabras escritas por él en los diálogos, el tono en que se dicen, el ritmo de las escenas, el manejo de los tiempos, el montaje, todo.
Leé también: Quique Pesoa, una voz que se ocupa de las palabras que importan

al como ha afirmado con un dejo de ironía Rosario Bléfari, la protagonista de la película Silvia Prieto (1999), este control es lo que Rejtman llama “el Método”. Es decir, todo lo que parece improvisado, espontáneo, inesperado, sorprendente, en realidad, escribe Bléfari, está minuciosamente estudiado y aplicado con deliberación.
El caso de Silvia Prieto es peculiar. Con la cautela con que se veía el nuevo cine argentino, Silvia Prieto poco a poco se convirtió en algo más que una película de culto. Baste decir que en el año 2022, en una encuesta sobre las 100 mejores películas del cine argentino, Silvia Prieto obtuvo el 9º lugar. El elenco es muy atractivo: Rosario Bléfari, la música, poeta, escritora y actriz, como el personaje del título; además Valeria Bertuccelli, Vicentico -autor también de la música- y Mirta Busnelli entre otros.
La película juega entre el absurdo y una lógica contemporánea, con un humor seco, por momentos secreto, y un final extraordinario de carácter documental. Los guantes mágicos es otra deliciosa realización de Rejtman, lo mismo que la más reciente, La práctica, filmada en Chile y tal vez más personal que las anteriores. Son ocho películas por ahora, sin contar los documentales, los cortometrajes, cuatro libros publicados y en general un talento que le permite hacer siempre lo que tiene ganas sin pedirle permiso a nadie.