Silvia Pérez, conocida en los años 80 como una de las grandes “Chicas Olmedo”, recorrió un largo camino desde sus días de Miss Argentina y figura icónica del humor televisivo. Con películas como “El telo y la tele” y su paso por “No toca botón”, marcó una época en la que brilló junto al legendario Alberto Olmedo.
Sin embargo, tras la muerte del “Negro”, Silvia vivió una profunda transformación que la llevó a buscar un nuevo rumbo personal y profesional. Uno de los hitos de este viaje fue su conexión espiritual con la India, a la que viajó más de una docena de veces, encontrando allí un refugio y una manera de redefinir su vida como actriz argentina.
Silvia Pérez: de reina de belleza a ícono de la comedia
Fue coronada Miss Argentina en 1975 y la incursión de Silvia en el mundo del espectáculo comenzó poco después, cuando participó en programas como “Frac, humor para la noche” y “Operación Ja Ja”.
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Su talento y carisma la llevaron a integrar el equipo de Olmedo, compartiendo escena con otras figuras como Adriana Brodsky y Susana Romero. Aquellos años fueron de un éxito rotundo en televisión, teatro y cine, y un lugar privilegiado en el mundo del entretenimiento.
A pesar de su popularidad, Silvia enfrentaba una batalla interna. “Yo pensaba que no era linda”, confesó una vez. Las críticas en su entorno familiar habían afectado su autoestima desde joven. Sin embargo, a pesar de aquellos comentarios negativos, supo destacarse como modelo y actriz, aunque el estigma de ser una “Chica Olmedo” la siguió por años, dificultando su transición a roles más serios en la actuación.
La tragedia que lo cambió todo
La muerte de Alberto Olmedo en 1988 marcó un antes y un después en su vida, como si un tren a toda velocidad se hubiese estrellado de golpe. La pérdida no solo significó un golpe emocional, sino que también representó un duro momento en el ámbito profesional.
Los proyectos dejaron de llegar y la actriz quedó atrapada en el recuerdo de su papel como musa de la comedia popular. Fue entonces cuando empezó a cuestionarse profundamente su camino. Quién era y qué era lo que quería realmente fueron dos de las preguntas que más presencia tuvieron en su mente y que la impulsaron a buscar respuestas más allá del espectáculo.
Un viaje transformador a la India
En medio de su crisis personal, una amiga le regaló un libro de Sai Baba, que la llevó a emprender un viaje a la India. Lo que comenzó como una escapada de diez días terminó extendiéndose por semanas, debido a una huelga de aerolíneas.
Este viaje, el primero de 13 que hizo hasta ahora, marcó un punto de inflexión en su vida, que la ayudó a despejar la cabeza y a valorar lo que es realmente importante en la vida.
En ese tiempo, Silvia se formó en yoga y participó en programas educativos inspirados en las enseñanzas espirituales que descubrió. Estos viajes no solo la conectaron con una filosofía de vida diferente, sino que también le dieron la fortaleza para reinventarse como actriz y como mujer.
Luego de su retorno, Silvia decidió estudiar teatro con maestros como Julio Chávez y Carlos Gandolfo, quienes la ayudaron a descubrir nuevas facetas interpretativas. Aunque al principio no le daban oportunidades, Silvia persistió y enfrentó las resistencias por su pasado. Sabía que, si quería trabajar como actriz, tenía que demostrar que había algo nuevo.
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Y lo logró. En la actualidad, con 69 años, Silvia Pérez es una actriz consolidada en el teatro independiente e incursionó en proyectos propios, explorando historias más profundas y personales. Además, está escribiendo un unipersonal basado en su vida, donde mezcla humor y reflexión para narrar su transformación.
Este año estrenó la obra de teatro “Tres Hermanas”, junto a Gabriela Groppa y Marina Artigas. Se trata de una historia de humor con tres relatos diferentes, pero que están entrelazadas entre sí.