Germán “Tripa” Tripel nunca había soñado con ser músico. “Mis sueños pasaban por otra cosa porque mi familia era de clase media baja, con aspiraciones normales. Mis viejos hicieron un esfuerzo gigantesco para que fuéramos a un colegio alemán trilingüe y una vez que terminé quise ser profe de educación física”, cuenta el músico a TN.
Mientas hacía las prácticas para recibirse, su hermana se enteró de que buscaban jóvenes cantantes para hacer un banda de pop, como las Bandana, pero con varones. “Me dijo que había una audición y yo tenía una banda, siempre cantaba, como divertimento, y sin pensarlo demasiado me presenté”.
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Fue pasando de etapas hasta que quedó seleccionado como uno de los cinco: “No pensaba mucho en por qué lo hacía. Solo me interesaba ir a los outlets de las marcas para comprarme alguna remerita que quizás tenía algún agujerito y presentarme a cantar”.
“En el último tramo del profesorado cuando iba a rendir ya estaba en Mambrú, se conocía el programa y se juntaba muchísima gente en el Lenguas Vivas. Me tenían que examinar y era imposible por el griterio. Quedé en Mambrú y después de que se terminó la banda quise volver, pero siempre el arte me traía para su costado. No pude ser otra cosa”, destaca.
-Ahí comenzó la etapa de la banda que recordamos todos, los shows, Vélez y cuando decidieron que se terminara
-No lo decidimos nosotros porque teníamos contrato por cinco años. Lo decidió Gustavo que dijo: “Ya no funciona más esto, no me quiero dedicar más a la música, quiero hacer tele”. Nos regaló el nombre y nos dijo que fuéramos a México. No nos fuimos ni nada a probar con Mambrú. Termina, medio que me deprimo, volví al profesorado pero no pude terminar, porque me llamaron y yo también llamé para seguir en esto. Entré en No hay 2 sin 3 y ahí empecé clases de teatro con la mamá de Leo Sbaraglia. Me di cuenta de que si me gustaba la música, tenía que ser un poco actor y representar algo arriba del escenario, tener ángel. Ahí me empecé a enamorar de la actuación. Así fui entrando en un mundillo hasta que me llamaron para Rent.
- En algunas entrevistas hablaste sobre una psicóloga que tenía la banda
- Fue un poco la que nos dijo: “Sepárense”. Teníamos sesiones grupales e individuales y ella nos decía que si alguno se quería ir, que nos separáramos. Nos daba conciencia, nosotros éramos cinco números, podrían haber sido cinco cualquiera. Esa mujer nos abría los ojos y era raro porque la había puesto el jefe. Y sucedió lo que sucedió, primero se fue uno -lo echaron-, después los otros rebeldes que queríamos tocar, componer. Yankelevich dijo “chau”, me voy a poner con algo que me de más plata y que sea más fácil y nosotros quedamos a la deriva.
-Volviste a la casa de tus viejos diciendo “no necesito terapia”, pero sí volver al barrio, a tu casa. Qué importante hablar de eso.
-Fue durante y después de una depresión. Me empecé a deprimir estando solo y decidí, gracias al consejo de mis viejos, volver a mi casa y ahí estuvo como un año bastante deprimido. Vivia en el sillón todo el día tirado. Me levantaba para ir al gimnasio y para salir a la noche.
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Mi vieja me compró un perro para levantarme el ánimo y no pudo, se deprimió el perro también y sucedió después lo que tenía que suceder que fue empezar a entender cómo era. No hacer terapia no era algo común en mi familia.
- De esa etapa, vino una transformación, pasaste de ser un músico pop a hacer musicales y llegó Rent.
-Hay ciertas cosas que tenía de antes como enojo, bronca con lo que no había sucedido, o cómo había sucedido. Ahora me divierto mucho, me encanta. En el tránsito por ejemplo, en la época que se inundaba en Buenos Aires y yo encontré un camino y pasé solo y un automovilista me gritó: “Mambrú, la concha de tu madre”, y yo le tiré un beso y a raíz de eso me di cuenta de que ya no me importaba. Igual, si ahora me gritás por la calle “Mambrú”, no me doy vuelta, llamame Tripa, Germán. No soy Mambrú, ya no.
-¿Ahora recordás esa etapa con cariño?
- Fue un tremendo, hermoso, viaje de egresados. Yo tuve dos en la vida, uno fue Mambrú.
- ¿Y de ese viaje de egresados, todavía tienen un grupo de whatsapp los cinco?
-Sí, estamos hablando porque hace un par de dias cumplió Milton y viene Jero de España que tiene un par de shows en Buenos Aires. Nos gusta hablar, es bastante árido, con poco sticker, poco escrito y poco audio (risas).
-Todos hicieron carreras diferentes y en algún punto los reconcilia con esta idea de lo que fueron en este WhatsApp. ¿Cómo se llama?
-Son las siglas de nuestros nombres, no sé quién lo armó, podría llamarse de cualquier forma. Lo tenemos desde antes de la pandemia. Tardamos en tenerlo desde que está WhatsApp, desde hace 4, 5 años.
- Cuándo todos se reconciliaron con la idea de lo que fueron...
- Más o menos. Hay ciertas cosas que todavía veo en la charla cuando estamos juntos que yo ya me amigué y algunos no. Algunos no cerraron ese círculo dice mi analista interno. Quizás ellos no tuvieron la posibilidad de hacerlo, de hacer notas que para mí fue hacer terapia porque les pude contar a las personas que me vieron nacer en la tele, lo que viví.
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He recibido muchas críticas de la gente que estaba en ese momento al lado mío por hacerlo y ahora trato de contar desde mi experiencia sin lastimar a los que están al costado. Yo cuento mi camino, como se dice en el teatro “mi track”.
-Después llegó la etapa de Rent con Flor que no quería trabajar con vos por el prejuicio de Mambrú
- Pasa todo el tiempo, me sigue pasando, que leo algún comentario de gente que me dice: “Vos no podés cantar rock”, yo hago lo que se me canta. Nadie puede decirme qué puedo hacer o no, y va a seguir pasando, van a seguir estando porque somos una sociedad que etiqueta. “El Mambrú”, “La Bandana”, “La de pelo ondulado”, “el gordo”, “el flaco”.
Flor me adoctrina bastante mucho en vivo, en las charlas, en las conversaciones que tenemos. Además de que tiene diez años menos y una inteligencia mucho mayor a lo que yo siento que tengo, me enseña. No deja de tener sus cosas y sufrir por pavadas, pero trato de no meterme.
Yo sufro porque tengo muchos amigos que sufren las etiquetas. No ha fallecido la sociedad que tiene prejuicios, esa sociedad vieja que no acepta que una persona se conciba libre. ¿Quién sos vos para decirle a otro que no puede ser de una manera. Yo choco mucho con eso.
- ¿Ella te cambió la vida?
- Ella me mostró otra manera de ver la vida. En Rent, yo estaba muy mal por Mambrú y lo que me habia generado todo eso. Hoy soy aguerrido, pero con las cosas que siento que tengo que serlo. Yo le mostré que se estaba equivocando y ella me mostró que hay otra manera de ver las cosas. Flor me enseñó a darme cuenta de que mi cuerpo es un instrumento de expresión y esa paz que ella proyecta por más que no la tenga siempre adentro fue la que me enamoró
- ¿Y cómo fue la decisión de ser papá?
-No tuvimos un momento de planteos. Decidimos que queríamos, lo buscamos repoco y al toque quedó embarazada.
- ¿Y como te cambió la vida tener a Nina?
- Ahora todo tiene otro sentido. Tengo que dejar mi ego de lado cada vez que estoy con ella. Mi vida, el estudio y Smiley, que tenemos que estrenar en unos días, tienen que esperar. Voy y juego. Trato de que viva la vida lo más feliz posible, darle independencia. La familia es lo mejor que tengo en la vida, que el resto puede seguir pasando pero Nina y mi mujer son lo mejor que me pasó en la vida.
- Y con respecto a “Bandana / Mambrú”, hace poquito en las redes sociales se habló sobre si se querían o no.
-Tuvo menos mecha que vela mal usada. Yo me río porque las chicas son lo más, pero les agarra por momentos bardear porque sí y después me la encuentro a Lourdes y me dice: “Yo no dije nada, Tripa”. Por eso para mí ellas son las tías que no se quieren ir de las fiestas. Saben que nos llevamos bárbaro.
La entrevistas completa
Ellas deben haber bancado mucho, yo las quiero, les tengo un cariño como hermanastros. Nos tenían bronca porque a nosotros nos daban más libertad.
- ¿Estás ensayando para el estreno de Smiley y también seguís con Forever Young?
- Sí, Smiley con Facundo Gambandé y dirección de Diego Rinaldi. Estrena 14 de julio en calle Corrientes, en el Teatro Premier. Nos pueden ver los viernes y sábados. Es una obra hermosa con dos personas que se encuentran. Y Forever Young que, siempre que volvemos, la gente sigue viniendo a vernos después de muchas temporadas. Vuelven seis, siete veces y trae a sus abuelos a sus tíos. Es una obra que tiene esa magia.