Los padres de Evangelina Salazar -la actriz que en ese entonces ya había ganado el premio a la mejor actriz en el Festival de San Sebastián- no querían saber nada de su amor con el famoso cantante Palito Ortega. El motivo, por supuesto, fue lo que enseguida ocurrió: ella sacrificó su carrera promisoria por amor, para casarse con “el Rey”.
Hasta el día de su boda, en 1967, Evangelina siempre había hecho lo que sus padres le habían indicado: estudiaba danza y declamación, y a los 11 años ya había debutado en la televisión. Ellos la esperaban en la puerta para llevarla a su casa.
Al poco tiempo empezaron a llegar sus recordados papeles en Señoritas alumnas, de Abel Santa Cruz; El amor tiene cara de mujer, de Nené Cascallar; Jacinta Pichimahuida y Las pícaras soñadoras.
También llegó al cine, en grandes películas como El santo de la espada, de Leopoldo Torre Nilsson, con Alfredo Alcón, o Romeo y Julieta, junto a Rodolfo Bebán. Sus padres habían abonado su carrera como actriz y por eso no querían saber nada con que se casara con una celebridad como ya lo era en esos años el tucumano Ramón Bautista Ortega.
Palito Ortega y Evangelina Salazar: historia de amor en el rodaje
Evangelina Yolanda Salazar nació en Buenos Aires el 15 de junio de 1946. Ella, que nunca había tenido novio ni estaba autorizada a salir de su casa sin su hermano, conoció a Palito Ortega (cinco años mayor) antes de que empezara la filmación de la película Mi primera novia, junto al ídolo tucumano, que se estrenó en los cines el 17 de marzo de 1966. Él llegó a los camarines, preguntó “quién era Evangelina” y le dejó una caja con bombones. No dijo ni una palabra.
Según contó la propia Evangelina, él se mostraba con frialdad durante las grabaciones, pero después empezó a llevarla a su casa en el auto. Una tarde pasaron por un departamento en Avenida del Libertador, él se lo mostró y le dijo al portero que se casaba.
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Ella todo el tiempo pensaba que eran bromas. Pero poco tiempo después, él solicitó permiso para entrar en su casa y le pidió la mano formalmente a su papá.
Un sacrificio por amor
Fue Palito Ortega quien le contó a Susana Giménez en su programa los detalles de cómo y cuándo fue la decisión de Evangelina Salazar de abandonar una promisoria carrera como actriz para convertirse en su esposa y madre de sus hijos.
El cantante aclaró que si bien era muy celoso debido a la belleza de su novia, rubia y angelical, nunca llegó a pedirle que tomara esa decisión drástica, sino que fue ella misma quien lo hizo.
Resulta que mientras él estaba dando conciertos en Ecuador, vio una noticia que lo conmocionó en la televisión. Evangelina Salazar había recibido el premio a la mejor actriz en el prestigioso Festival de San Sebastián por su papel en la película Del brazo y por la calle, junto al galán y gran actor Rodolfo Bebán.
Él enseguida la llamó para felicitarla y contarle sus miedos: “Ahora te vas a agrandar, te van a empezar a llamar de todos lados para filmar...” Pero ella lo sorprendió con su respuesta: “No solo no me voy a agrandar, sino que en este momento acaba de terminar mi carrera. La única carrera que voy a abrazar es la de armar una familia con vos.”
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En el living de la diva de la televisión, tantos años después, Palito Ortega no pudo más que admitir: “Me quedé mudo. Recién con el tiempo me di cuenta de la decisión que tomó”.
Evangelina Salazar, por lo visto, no se equivocó al hacer semejante sacrificio, pese a la terminante oposición de sus padres. La historia es un fiel reflejo de su felicidad junto a su marido Palito Ortega, sus seis hijos (Martín, Julieta, Sebastián, Emanuel, Luis y Rosario) y todos sus nietos y nietas.
