Cada vez que empezaba The Office, el espectador sentía que acomodaba su silla en la papelera Dunder Mifflin de Pensilvania. El efecto inmediato era integrarse a esa dinámica laboral donde convivían situaciones absurdas con las ambiciones más miserables del ser humano.
Una vez que terminaba un episodio, la sensación era que el único de esos empleados con el que se podría compartir algún momento agradable fuera del trabajo era Jim Halpert. El simpático vendedor interpretado por John Krasinski parecía el amigo ideal, el novio ideal.
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Tan transparente resultaba ese veinteañero que muchos creímos que Krasinski estaba simplemente jugando a ser Krasinski; un tipazo carismático que podía obnubilar a sus competidores más salvajes y cuya inteligencia hacía que se destacara por encima de sus compañeros sin esforzarse.
Todo indicaba que su carrera iba a estar siempre ligada a Jim Halpert. Sin embargo, hace tiempo que el actor dejó la oficina y la monotonía de repetirse a sí mismo. Buscó insertarse en el star system y lo logró, como muy pocos comediantes de su generación.
Aunque mantiene intacta su cara de bonachón, a sus 43 años, ya no es el chico despeinado con gestos que lo transforman en meme. JK es una estrella de cine con un gran jopo y un físico escultural.
Su tiempo lo reparte entre ser un héroe de acción en Jack Ryan -la serie más vista en Amazon- y los preparativos para ser el protagonista de Los Cuatro Fantásticos. Además, ya demostró que es un cineasta prometedor en Un lugar en silencio y su secuela. Un presente que siempre buscó.
El llamado que le cambió la vida a John Krasinski
Hijo de una enfermera y un médico, John Krasinski nació el 20 de octubre de 1979 en Newton, Massachusetts, y tiene dos hermanos mayores. La literatura y el cine siempre fueron sus mayores intereses. Incluso, cuando tenía 12 años, le escribió una carta a su mayor ídolo: Robin Williams, con quien se dio el gusto de trabajar en Licencia Para Casarse (2007).
Antes de empezar con sus estudios terciarios enseñó inglés en Costa Rica. Consciente de sus virtudes como narrador, se inclinó por la carrera de artes dramáticas y se recibió con honores en escritura creativa en la Universidad de Brown.
Una de sus primeras pasantías fue en 2002, cuando trabajó como guionista en Late Night, con Conan O’Brien. Por aquellos años se mudó de Boston a Nueva York con la intención de conseguir algún papel en la industria del entretenimiento. El camino no fue fácil y estuvo a punto de dejar atrás sus sueños.
En 2005, ya había trabajado en nueve restaurantes y casi siempre lo echaban por el mismo motivo: de repente, dejaba de servir a los clientes y salía corriendo a un casting del que volvía cabizbajo.
Casi renuncia a la actuación, pero su mamá lo motivó a que insistiera un poco más. Tres semanas después, llegó el llamado que estaba esperando: lo habían elegido para el papel de Jim en The Office. No sabía si el show iba a tener luz verde tras el piloto, pero era una señal de que la suerte empezaba a cambiar.
“Todos los que hicimos el programa pensamos que era increíble y decíamos: ‘Si nadie ve esto, al menos lo tenemos’. De hecho, le pedí un DVD a uno de los chicos de NBC de los primeros seis episodios, todavía lo tengo. Yo estaba como: ‘¿puedo tener un DVD para mostrárselo a mi mamá porque estos nunca saldrán al aire?’”, le confesó a The Huffington Post.
La serie finalmente se convirtió en un éxito -en gran parte porque fue una de las primeras ficciones que los usuarios de Apple podían ver en sus dispositivos-.
Cuáles fueron los proyectos de John Krasinski que dejaron atrás a Jim Halpert
Sus pretensiones se evidenciaron cuando gastó su primer sueldo en comprar los derechos para adaptar Breves entrevistas con hombres horribles, el libro del genio atormentado David Foster Wallace, que le dio ganas de volverse actor cuando leyó unos párrafos en público durante su etapa universitaria.
“Al final del día, solo quería que más personas supieran sobre David. Como sabemos, los libros son un medio difícil. Tal vez si la gente lo ve en una película, se enganchará y probará con nuevos autores y nuevas ideas.”, expresó antes del estreno de la película que circuló por festivales con críticas dispares en 2009.
Llevar al cine a uno de sus héroes fue una de las señales de que Krasinski no quería ser un one hit wonder. Sus siguientes proyectos así lo demostraron: desde su protagónico en El mejor lugar del mundo (2009), de Sam Mendes, a un rol en una gran producción familiar como The Muppets (2011). Además, escribió junto a Matt Damon el guion de Tierra Prometida, que dirigió Gus Van Sant.
Ya estaba claro: no solo era el tipo que hacía bromas y estaba enamorado de la recepcionista de una papelera. Iba por todo. Hasta intentó ser el protagonista de Capitán América: El primer vengador (2011), pero se desilusionó cuando vio en el mismo set a Chris Hemsworth y su físico imponente.
John Krasinski y Emily Blunt, una dupla invencible
En cada entrevista, John Krasinski remarca que el despegue definitivo en su carrera se lo debe a una persona en particular: Emily Blunt, su esposa y madre de sus dos hijos, Hazel y Violet.
“No estaría en ningún lugar de mi vida sin ella. Me empuja a ser mejor cada día en todo lo que hago. Así que espero con ansias el día siguiente porque sé que será mejor que el anterior”, dijo en una rueda de prensa por el estreno de Un Lugar en Silencio Parte II, donde justamente dirige a la actriz.
Se conocieron en 2008. Por ese entonces, los dos empezaban a ser reconocidos. El encuentro se produjo de casualidad en un restaurante neoyorquino y el actor todavía recuerda los detalles de aquella cita improvisada.
Mientras que Blunt ni siquiera sabía que Krasinski era uno de los actores más queridos de The Office, él era un verdadero fan de ella: había visto más de “70 veces” El diablo viste a la moda (2006) -el film que le dio fama mundial a la británica-.
“Tengo suerte de que se quedara conmigo y no se diera cuenta de que se había casado con un acosador”, reconoció entre risas John.
La pareja se mantiene como una de las más queridas de Hollywood. Sus hijos, de 6 y 8 años, crecieron acostumbrados a verlos en grandes producciones. Ni siquiera le creyeron a Krasinski cuando les mostró el capítulo piloto de The Office y les dijo que él era ese chico despeinado.