Uno pasa por Twitter y quiere pensar que el nombre es tendencia por algo bueno. Su cumpleaños, por ejemplo. Entra con temor, y ahí está la noticia: ha muerto Vivienne Westwood. Ocupa menos espacio que las necrológicas de Pelé, que vivió un año más. Westwood tenía los 81 años con más onda del mundo y posaba, sin filtros que disimularan las arrugas, como modelo de sus creaciones.
Una obra marcada por la irreverencia creativa. Desde que en los setenta abría la persiana de Sex, su negocio con su entonces marido, Malcom McLaren y desde los ochenta, cuando se convirtió en una de las más celebradas diseñadoras británicas. Con total desparpajo, Westwood metió en la misma bolsa duros mensajes políticos, géneros tradicionales, sastrería clásica y romanticismo decadente.
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Quién es Vivienne Westwood, la diseñadora que marcó un antes y un después
Con origen en World’s End, esa tienda nihilista en King’s Road, lugar de nacimiento del punk. Donde encontraron una estética, casi lo mismo que una actitud política, los Sex Pistols y otras bandas de rock de su tiempo. Con ella McLaren como manager de los Pistols se escribió la historia del punk rock. Anarquía en el Reino Unido, alfileres de gancho, God save the Queen.
En 2018, el documental sobre su vida, “Punk, icon, activist”, de Lorna Tucker, ayudó a pasar en limpio su relevancia. Es que pocos diseñadores como la temperamental Westwood alcanzaron estatus de íconos culturales. Ganándose la legitimación de la alta moda gracias a atrapar e interpretar el mal gusto, la disrupción y la insolencia de la calle. Formando parte fundamental de un movimiento contracultural.
La activista punk de los setenta se convirtió en la dueña de un imperio global de moda, a la altura de Gucci o Dior. En cualquiera de sus coquetos locales se podía constatar la coherencia de un estilo: leotardos escoceses sobre vestidos de lujo roto, terminados en zoquetes y zapatos de charol. “Nosotros inventamos el punk”, dice en esa película Vivienne, vieja hedonista y controladora, vieja aspiracional, con el esperable desgano. Nadie puede contradecirla. El cielo del punk la recibirá como la genia irreverente, indiscutible que fue.
