Patricia Sarán recibe a los casi 12.500 seguidores que tiene en Instagram con una foto de los años en los que se convirtió en una sex symbol. Sin embargo, en el recorrido de las más de 1600 publicaciones, la imagen que devuelve la red social es actual, mostrando la mayoría de las veces a cara lavada a una mujer que no ratifica ni niega los 61 años que, está instalado en los medios, tiene de edad.
Quien fuera la modelo de la icónica propaganda de los de jeans “Jordache” a fines de la década del 80, en la que se cambiaba las apuradas en un ascensor, con un primerísimo primer plano de su cola, se muestra como una defensora del medio ambiente como también de los animales.
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En tiempos en los que todavía era una osadía semejante exhibición como aquella del ascensor, y la cosificación del cuerpo de la mujer no estaba en debate, Patricia supo ser una de las mujeres más mediáticas de la Argentina. Trabajó con Gerardo Sofovich, tuvo papeles en telenovelas y en el cine.
Su cuerpo, siempre primero. Ahora, sin renegar del pasado ni renunciar a ser una mujer sexy, apunta a que su cabeza, lo que hay dentro, vaya adelante. Para en cierto modo, también, derribar el mito de la “rubia hueca”, lugar en que las circunstancias y una parodia que la actriz Juana Molina hizo sobre ella en su programa “Juana y sus hermanas” (el personaje se llamaba Marcela Balsam) la ubicaron.
Cómo está hoy Patricia Sarán: la ex estudiante de Derecho que ahora defiende la vida
Para cualquiera que haya atravesado las décadas del 80 y 90 resulta casi imposible despegar a Patricia Sarán de la modelo que de un día para otro fue tapa de revistas y comenzó a aparecer por todos lados sin importar alguna otra cualidad que no sea su cuerpo perfecto.
Sin embargo, esa chica que había arrancado en la tele como “secretaria” de Gerardo Sofovich, quien la eligió en un casting a la que ella solo había ido a acompañar a una amiga, estudiaba derecho en la Universidad de El Salvador (le faltan tres materias para recibirse de abogada). Enseguida llegó la publicidad de jeans y su popularidad la llevó a la cima, a pesar de que sus padres no gustaban de esa exhibición.
De hecho, su papá estuvo ocho meses sin hablarle y su tío, que era obispo de la iglesia católica, a todos les decía que Sarán se escribía distinto, para negar que lo emparentasen con su sobrina. “Mis padres no te hablaban, te daban órdenes. Creo que lo hice (la publicidad) para romper con eso”, contó hace un tiempo en una entrevista.
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Fue cuerpo y cara en publicidades, como también en la novela Amándote, con Arnaldo André, y en el cine, en Los Bañeros 2 y en Los Extermineitors 2. Como toda moda, en algún momento pasa. Y si bien a veces vuelve, lo hace de otro modo.
Y Patricia Sarán con el paso del tiempo volvió, buscando quitarse la etiqueta de la chica del jean en el ascensor. Y no lo logró del todo, porque en el inconsciente colectivo quedó instalada como aquella muchacha de extraordinarias curvas. Tal vez, como respuesta, eligió la defensa de la naturaleza, de la conservación de las especies, de la comida sana, de la meditación y del yoga.
En su perfil de Instagram su actividad es “programa de televisión”, y se presenta en un variopinto que va desde actriz, pasando por cantante y artista. Es vegetariana, lectora de Osho y fomenta la defensa de los espacios verdes, de no invadir el aire puro, lo que incluye indignarse públicamente con algunos proyectos inmobiliarios vecinos a su barrio, que tienen mucho más cemento del que tolera su gusto.
No tuvo hijos aunque sí parejas estables duradera, pero que también incluyeron un par de divorcios, el segundo muy traumático. También tuvo romances fugaces y populares, como con Luis Miguel y Ricardo Arjona. Aunque en ambos casos representan otra etapa de su vida. La actual la vive con demasiada espiritualidad como para quedarse trabada en recuerdos superficiales.