Un año antes de morir, a los 80, Rubén Peucelle se levantaba todos los días para entrenarse de la misma manera que lo hacía cuando era profesional. “Obviamente no lo hago con la misma intensidad que antes, como cuando tenía 20 años, pero mantengo la rutina”, decía en ese momento. Ese era el Ancho, el luchador más querido de la tele.
El luchador murió el lunes 8 de septiembre de 2014, seis días después de cumplir los 81 años. Fue uno de los míticos personajes del fenómeno televisivo Titanes en el Ring junto con el Caballero Rojo y La Momia, y llegó a acumular el nivel de cariño que los chicos le profesaban a Martín Karadagián, el creador del ciclo televisivo.
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Peucelle comenzó su carrera en 1962 en el programa Lucha libre de eltrece. Para esa época se lo conocía con el seudónimo de el “Ancho del 13″ para destacar que era un luchador de ese canal. Después fue protagonista de un programa similar llamado Lucha Fuerte donde adquirió mayor protagonismo, con un rol similar al de Karadagián (1922-1991) en los Titanes.
“La época dorada vino una década más tarde. No sé si habrá sido por la música o qué, pero en ese momento explotó todo”, declaró Peucelle durante una entrevista dos años antes de su fallecimiento, refiriéndose a su participación en el fenómeno televisivo Titanes en el Ring.
Su look era siempre el mismo: malla roja, tiradores elásticos azules y dos muñequeras para sujetar los 98 kilos de músculos trabajados en los gimnasios de River, Comunicaciones y Olivos.
El “Ancho” tenía en su casa de Olivos un póster de Muhammad Ali, discos de Elvis Presley, una foto con el Polaco Goyeneche, un recorte del día que conoció a “Ringo” Bonavena en el gimnasio de San Lorenzo, dos perros callejeros y un puching ball. Hasta el final se entrenó una hora por día para mantenerse en forma.
El cariño que recibía Rubén Peucelle: “La gente es todo”
Para el Ancho Peucelle, recibir el cariño de la gente era tan emocionante como en sus días arriba del ring. “Para mí, la gente es todo. Siempre que me vienen hablar, los invito a tomar unos mates. Estoy eternamente agradecido por todo el cariño que me han dado a lo largo de toda la vida”, contó alguna vez.
Vecino de Olivos durante más de 50 años, le gustaba pasar los días con amigos. Aunque siempre se cuidó con la comida, confesó que no podía decirle que no a un buen asado. “De todas maneras, sigo haciendo gimnasia. Me levanto temprano y salgo a caminar por el río, hasta la General Paz. En verano me encanta tomar sol en el río. Además de a la gente le tengo que agradecer la buena salud a la gimnasia”, señaló.
“Yo fui el primer patovica. Con tres o cuatro amigos fuimos los primeros patovicas de la Argentina. Y te estoy hablando de los años ‘52, ‘53. Íbamos a la playita de acá nomás y nos venían a ver especialmente”, contó sobre el trabajo de guardia de seguridad que hizo en su juventud.
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Y tan profesional era que, incluso, llegó a tomar decisiones que sorprenden a cualquiera. “El culturismo es una locura que sólo puede superar un boxeador. Yo me cuidé de las grasas y las calorías. Siempre. Creo que me pasé como 40 años sin probar un chocolate”, confesó en su momento.
Al ser uno de los “buenos” de Titanes en el Ring, mucho se habló de su vínculo con el jefe de la troupe, Martín Karadagián. Se llegó a decir que el “Gran Martín” le tenía celos por el cariño que le brindaban los chicos. “Tengo muy lindos recuerdos de todo, incluso de Martín, que era bravo. Sólo le faltaba hacernos fichar. Igual, con el tiempo, lo entendí”, fue lo único que se animó a decir sobre esa difícil relación.