Un estudio histórico científico realizado a pedido de la Berlinale (el Festival de Cine de Berlín) certificó el papel activo que tuvo el fundador del certamen, Alfred Bauer, con la industria cinematográfica bajo el nazismo, así como su intento de ocultarlo tras el fin del régimen de Adolf Hitler.
“El papel de Bauer en la dirección general del cine del Reich fue más relevante de lo que se creyó”, apuntó la dirección de la Berlinale, en un comunicado difundido en sus plataformas digitales.
Las sospechas en torno a ese papel surgieron en enero, poco después de presentarse en Berlín la edición número 70 del festival, la primera bajo la dirección colegiada del italiano Carlo Chatrian y la holandesa Mariette Rissenbeek. De inmediato se suspendió el premio instituido en memoria del fundador, el tercero en importancia, y se encargó al Instituto de Historia Contemporánea (IfZ) investigar a fondo estas revelaciones comprometedoras para un festival nacido en la posguerra e impulsado por los aliados.
La Berlinale recordó en su texto que la Dirección General del Cine del Reich fue creada por el ministro de la propaganda nazi, Joseph Goebbels, en febrero de 1942. Desde ahí se controlaba a las personas involucradas en esa industria, desde actores a directores, cámaras y personal técnico. Su fin era comandar la producción cinematográfica bajo el nazismo.
Bauer ocupó ahí un puesto en la administración general, lo que no le impidió, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, seguir su carrera en el cine y convertirse en 1951 en el primer director de la Berlinale, lugar en el que estuvo hasta 1971.
El historiador Tobias Hof, encargado del estudio, constata que Bauer formó parte activa del aparato destinado a “estabilizar y legitimizar”, desde la perspectiva de la propaganda, al régimen nazi. En 1933, año de la llegada al poder de Hitler, ingresó en diversas organizaciones nazi y desde 1937 militó en el Partido Nacionalsocialista.
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Logró superar el programa de desnazificación aliado -entre 1945 y 1947- falseando su pasado, explicando “medias verdades”, ocultando su papel en el aparato de Goebbels e incluso construyéndose una imagen de enemigo del régimen. “Esto hace preguntarse qué personalidades acabaron marcando la cultura alemana de la posguerra”, advierte Rissenbeek. Por eso, pidió “seguir investigando” esta parte de la historia del cine alemán.
Hasta estallar el escándalo, a raíz de unas informaciones publicadas por el semanario Die Zeit, todo lo que se sabía del pasado de Bauer era que había ejercido en el cine bajo el Tercer Reich y que había pertenecido a organizaciones del régimen. A partir de esta noticia, la consecuencia inmediata fue la suspensión del Premio Alfred Bauer, instituido en 1987, hasta entonces, el tercer galardón tras el Oso de Oro al mejor film y el Oso de Plata Gran Premio del Jurado.