El viento que baja desde las montañas y sopla sobre el Canal de Beagle, ubicado justo enfrente, sacude la pesada puerta de madera del Almacén de Ramos Generales, un restaurante también museo que enorgullece a los nativos de Ushuaia y donde se encierra buena parte de su enigmática historia.
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“Dejala, dejala, no se va a cerrar, hoy el clima está indomable”. Es viernes al mediodía y Román Enrique Chasco, dueño del establecimiento y responsable de recuperar el Almacén que data desde 1913, lleva una camiseta tipo polo y sabe de lo que habla. “Al viento no se le gana nunca”, confirma.
El salón principal tiene a la derecha un mostrador de pastelería francesa, en el medio están las mesas -con los comensales, muchos extranjeros- y a la izquierda un mueble con decenas de artículos de colección que muestran la evolución de la vida cotidiana de principios y mediados de 1900.
Lo que ahora funciona como restaurante fue en su momento, y desde 1913, el Almacén en el que la familia Salomón les vendía a los pobladores de Ushuaia cualquier tipo de artículo. Estuvo abandonado durante 40 años. Cuando José Salomón murió todo quedó ahí, atrapado en el tiempo, hasta que Chasco le volvió a dar vida en 2006.
La visita de Leonardo DiCaprio todavía emociona a los dueños del lugar
Después de cruzar el salón principal hay más sectores abiertos al público, pero entre sus pasillos se llega a una antigua cocina. “Estamos en la cocina original de la familia Salomón, construida en 1906″, detalla Chasco, nacido en Bragado, y sonríe como quien sabe todo lo que va a ocurrir de ahora en más.
En 2015, sentado a la mesa en una silla de madera de más de 100 años, Leonardo DiCaprio y sus padres vivieron un momento familiar que le sumó aún más épica al establecimiento.
El actor estadounidense y un equipo de 200 personas filmaban en Ushuaia las últimas escenas de The Revenant (película con la que ganó su primer Oscar) porque en Canadá, donde había comenzado la producción, el cambio climático había acortado el período de nieve. Vinieron a este otro lado del mundo, al final, para terminar el trabajo.
Fue así que a DiCaprio le recomendaron un lugar para ir a almorzar con sus padres. “Todavía me emociona saber que DiCaprio y muchas personas eligen nuestro restaurante para comer bien y vivir una experiencia distinta”.
Con una gorra negra y el cabello largo, DiCaprio entró rápido al Almacén de Ramos Generales
Aquel mediodía de 2015 DiCaprio llevaba una gorra negra y el cabello largo. Entró rápido al Almacén de Ramos Generales, donde ya le habían preparado una mesa en la antigua cocina, y se sentó junto a sus padres y el director de la película.
“Fue muy divertido. Él llegó muy tenso Entró rapidísimo”, confirma el dueño del lugar. Chasco cuenta que DiCaprio pidió una salsa de hongos para hacer una picada y una milanesa para comer. “Se la tuvimos que hacer especialmente porque no la teníamos en nuestro menú”, explica. Sin embargo quedó enloquecido por la sopa de calabaza que habían ordenado sus padres.
“La vedette del negocio es la sopa de calabaza. El pícaro mojaba su baguette en el tazón de la sopa que tomaban sus padres. Su mamá le pegaba en la mano, retándolo, como para que no le sacara su comida. DiCaprio en ese momento no era el reconocido actor que es y que vemos en las películas: era un niño más junto a sus papás. Fue muy grato, muy lindo. Fue ver un agradable momento en familia. Se relajó”.
Antes de irse, DiCaprio firmó el libro de visitas y dejó un mensaje que todavía emociona a Chasco: “Gracias por hacerme sentir una persona”, escribió. Durante unos minutos, el afamado actor fue tratado como alguien más. Era todo lo que buscaba. El libro que firmó está guardado bajo llave. Es una pieza de colección.
“Cuando se fue, volvió a salir muy rápido, pero antes nos dijo que había quedado impresionado. Disfrutó mucho del almuerzo. Hizo sus travesuras. Sus padres volvieron otros dos días más para tomar más sopa de calabaza. Dijeron que viajaban por el mundo con el hijo porque si no no tenían contacto”, revela.
Bill Gates, Al Pacino, Russell Crowe y Meg Ryan también visitaron el lugar
Pero DiCaprio no es la única personalidad que visitó el lugar en los últimos años. Es, de hecho, algo cotidiano. “Vienen de todas partes del mundo. Estuvo Bill Gates también. Vino con un señor mayor, que era un navegante internacional”.
Otro de los momentos que quedó marcado a fuego en la memoria de Chasco tiene como protagonista a Al Pacino, que estuvo de paso. “Un día llego y veo que en la puerta le estaban dando de comer croissants a dos perros vagabundos”, comienza con su relato.
“Hasta que en un momento me pidió cuatro más. Yo le veía cara conocida, pero no me daba cuenta de quién era. Él se reía mucho. Tiempo después leí un diario y me di cuenta de que era Al Pacino. Fue un momento divertido”.
También estuvieron Russell Crowe y Meg Ryan. “Russell venía siempre con una computadora, vestido de una manera un tanto desprolija, por lo que hasta último momento no lo llegamos a identificar. El día que se fue nos agradeció porque lo tratamos como a uno más. La moza, que tampoco lo había reconocido, le preguntó por qué no lo íbamos a tratar así. Y entonces el actor le dijo quién era. Quedamos sorprendidos”.
Román Enrique Chasco termina de contar y hace un pequeño gesto como para que se acerque uno de los mozos. Entre los platos para almorzar sugiere uno: “Prueben la sopa de calabaza”. De textura espesa, cremosa, resulta inevitable no pensar en DiCaprio y sus padres en cada cucharada en el fin del mundo.
Producción y entrevista: Jonathan Wiktor.
Cámara, fotos y realización: Agustina Ribó.
Edición de video: Francisco Hernández.
Editor general de Videolab: Gastón Álvarez.