Si usted no tiene una serie sobre su vida, no es una verdadera celebridad. La industria audiovisual argentina volcada al streaming acumula proyectos express sobre figuras de hoy y de ayer. La lista es larga y se engrosa mes a mes, con la consecuente saturación.
Nadie tiene tiempo como para dedicarle el que pueda merecer cada historia desarrollada en capítulos. ¿Se acuerdan del impacto de Sueño Bendito, la serie sobre Maradona? Ricardo Fort, Evita, Tévez, Monzón, Fito, María Marta, Vilas, Coppola, Bilardo, Ringo, Sandro, De la Rúa y 2001, María Marta, Máxima, Nahir Galarza y Fangio... Solo algunos de los nombres visitados o por salir al encuentro de espectadores.
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En ese vértigo, los noventa están de vuelta, para revisitar o presentárselos a los más jóvenes. En particular, el menemismo, la pizza con champán del uno a uno, con el líder riojano de patillas como el excéntrico presidente reelecto; que tendrá la forma de Leo Sbaraglia en la serie dirigida por Ariel Winograd a estrenarse muy pronto.
En 2024 vamos a hablar de Carlos Saúl Menem, quien murió en 2021. Un político que marcó una época, entre escándalos y tragedias personales. De esto último se ocupa la docuserie Menem Junior: la muerte del hijo del presidente que, como su primer contenido original argentino, presenta esta semana la plataforma Max (ex HBO Max). Cuatro episodios que prometen ser sustanciosos (dos a estrenarse este jueves, el tercero el 7 de marzo y el último el 14) y cruzan archivo con testimonios y la tan en boga reconstrucción ficticia de hechos reales, el true crime, en torno a la muerte de Carlitos Menem Junior, el 15 de marzo de 1995.
Un caso que cruza distintas generaciones, según el periodista Facundo Pastor, que participó de la producción y presentó la serie junto a Olga Wornat y Román Lejtman, quienes supieron seguir, viajar y cubrir muy de cerca a Menem y su entorno. “La familia vinculada a un presidente siempre paga —dijo Lejtman—. Ricardito, Antonito, Júnior, Florencia, Máximo... y ahora cuatro perros. En todo caso, Menem era uno el 14 de marzo y otro el 15. A partir de ahí, fue otro. Sombrío. Roto. Todo cambió, y como era un animal político, fue a la reelección”.
Con un trabajo de varios años detrás, del que formaron parte realizadores como Sergio Wolf, la serie abre con un primer episodio abarcativo. Un despliegue introductorio que permite imaginar un desarrollo más en profundidad de varios aspectos, empezando por la personalidad de Menem Junior. El archivo y los testimonios —incluidas Zulema y Zulemita, así como Domingo Cavallo— se complementan, con buen ritmo y una musicalización de película, para armar un mosaico informativo completo. Desde que el helicóptero en el que viajaba Junior junto a Silvio Oltra cae de frente en un campo de maíz de San Nicolás, cerca de Ramallo. Son especialmente crudos los relatos de los médicos que intentaron en vano salvarle la vida.
“Han pasado muchos años desde los noventa, y, sin embargo, muchos hechos quedaron ahí, impunes, irresueltos, con un gran signo de interrogación”, dijo Wornat, autora del best seller de referencia “Menem: la vida privada”. Un interrogante que consigue instalar a primera parte de este documental que se mostró a la prensa. O, al menos, sí transmitir la fascinante y terrible historia del hijo del poder que respondió a Bernardo Neustadt con su tristísima mirada para hablar de la violenta separación de sus padres.
Ahora la verán muchos espectadores que seguro eran muy chicos, y se asombrarán de aquella especie de culebrón real que incluyó a la primera dama, Zulema Yoma, expulsada de Olivos junto a sus hijos en 1990. La mujer que luego se negó a ver a su hijo muerto. La que no pudo perdonar que la caravana que llevó su cuerpo hasta el cementerio islámico de San Justo, con sindicalistas convocados cantando la marchita, se convirtiera en un acto de campaña. La palabra asesinato salió luego de su boca. “A mi hijo lo mataron y el padre sabe quién lo mató”.
Condimentos para un relato trepidante. El de una tragedia familiar que es también parte de nuestra historia reciente.
