No es una película autobiográfica, pero Blondi tiene mucho de Dolores Fonzi. Algunas de sus pasiones están desplegadas a lo largo del metraje y también hay varias cuestiones de su vida personal, como un poema que le recitaba su abuela o los juegos de palabra con los que se divertía con sus hermanos. Esos condimentos aparecen en esta historia de una treintañera que fue mamá cuando tenía 15 años; y aunque su hijo no fue deseado, sí fue muy amado.
La protagonista educó a Mirko con afecto y compañerismo. También le cedió sus mismas virtudes: sensibilidad para el arte, buen gusto musical y un rechazo genuino al caretaje. Hacen todo juntos: desde ir a comprar al supermercado chino hasta fumar porro. El vínculo es horizontal porque crecieron a la par. Y, a pesar de la diferencia de edad, lo que vemos es el cierre de una etapa similar para los dos. Un viaje iniciático hacia la adultez en el que madre e hijo le ponen fin a sus adolescencias.
Leé también: La última edición del BAFICI llenó las salas de un cine distinto con muchas novedades de todo el mundo
Amable y emotiva, esta comedia -con varios pasajes de road movie- tiene la calidez de un buen disco indie. No es casual que la narración esté marcada por el álbum que empieza a sonar cada vez que el personaje del título se sube a su viejo auto: The Velvet Underground & Nico (1970), el debut de Lou Reed y compañía, que tiene letras que desbordan franqueza y un sonido salvaje que todavía abraza a millones de jóvenes en todo el mundo.
Feliz por la repercusión que está teniendo el film -que le valió el premio a mejor directora argentina en la última edición del BAFICI y que desde su estreno en los cines solo recibe buenas críticas-, Dolores habló con TN Show.
- ¿Buscaste hacer un retrato de tu generación en ‘Blondi’?
- Es imposible escaparse de lo que a uno lo representa. Cuando yo tenía 19 años, el primer disco de la Velvet Underground representó todo lo que significa la música para mí y también me llevó a explorar lo que es el cine de autor. Sentí que también podía interpelar a Blondi a los 15 años, que para mí es cuando a ella se le detiene la madurez y queda ahí varada en ese momento.
- Es un álbum que contagia. Brian Eno dijo algo como que “pese a venderse poco, cada uno de los que compró ese disco luego tuvo su propio grupo”.
- Claro, también tiene eso de que ellos estaban involucrados con Andy Warhol y la fábrica. Ahí filmaban sus propias películas y hacían el resto de las cosas. La creatividad, la experimentación y la autogestión entre amigos fue algo que me interpeló muchísimo. Eso es algo que también tiene el cine, el cine es colectivo.
- Hace mucho que vivís esa experiencia colectiva, pero esta es la primera vez que tenés un rol de líder. ¿Cómo fue dirigir?
- A ver... soy hermana mayor de tres y, a los 24 años, hice Soy tu fan. Creo que aprendí a comunicar amablemente lo que quiero y que todos estén al servicio de eso. Después de hacer muchas películas te vas dando cuenta de cómo funcionan los rodajes, qué está bien y qué está mal. Por supuesto que tenía dudas e incertidumbre sobre cómo me iba a repartir entre la directora y la actriz, pero me sentí un pez en el agua. No hubo interferencia entre mi idea y cómo pude comunicarla. Hay gente que necesita crear un contexto hostil para lograr eso, yo no. La misma onda que se ve en la película es la que había en el equipo.
- Si bien no tiene cuestiones biográficas, uno siente que hay mucho de vos en ‘Blondi’. Al menos de lo que transmitís cuando actuás. Todo fluye, nada está impostado.
- Era algo que me interesaba encontrar. Cuando actúo, trato de cumplir con lo que el director me pide y punto. Acá quise explorar pequeñas capas y en eso aparecen cuestiones autorreferenciales. Siento que metí esos pequeños gags internos sin que nadie sepa muy bien de dónde vienen, pero que le dan profundidad. Como una carga más íntima que se puede percibir aunque no esté tan claro.
- Cuando mencionaste el desafío de actuar y dirigir, lo primero en lo que pensé fue en esa escena en el que tu personaje se rompe. Ahí conviven la tristeza, la felicidad, el orgullo... ¿Cuán exigente fuiste con vos misma en un momento de tanta intensidad?
-Esa escena sucede casi en el final, pero la filmé durante la primera semana de rodaje por cuestiones de locación. Ahí fue cuando Santiago Mitre, que es productor de la película, me dijo: ‘Lo bueno es que te va a salir bien y vas a tener a todo el equipo técnico en el bolsillo para todo lo que reste’. Y bueno, cuando llegó el día me acordé lo que me dijo un amigo actor: ‘Vos ya sabés actuar, preocupate por dirigir’. Entonces, yo estaba en todos lados. Viendo atrás y adelante de cámara. Los planos, la luz... Pero de repente cuando me puse a actuar había una energía que no era racional. Simplemente conecté con esa necesidad de lo que tenía que pasar.
- Digamos que la película ya estaba adentro tuyo, solo tenías que sacarla afuera.
- Sí... es como si te dejaras poseer por una energía, algo más esotérico. Fui como médium de esa idea a la que le tuve que poner el cuerpo.
- Leí en una entrevista que destacabas que ‘Distancia de rescate’ -la película que protagonizó en 2021- le quitaba solemnidad a la maternidad. Aunque con otro tono, ¿no pasa algo similar en ‘Blondi’?
- Es un tema universal. A mí me pareció interesante contar esta historia de una madre en la que no está presente el tema de las jerarquías. No por engendrar a una persona sos la madre o el padre. Tenés que ponerle onda después y entregar tiempo de calidad.
- En ese sentido, hay dos representaciones casi opuestas. Vos interpretás a una mamá sin máscaras, mientras que el personaje de la hermana se esfuerza por sostener una imagen perfecta.
- Hay una cultura de que tenés que ser buena mamá, buena ama de casa y también exitosa. En ese juego, el personaje de Carla Peterson en un momento manda todo a cagar. Eso me pareció perfecto, aflojar un poco con los mandatos. Una persona en el BAFICI me dijo: ‘A mí me pega mucho porque fui madre joven y la película me dejó la sensación de que uno tiene que ser feliz con lo que tiene’. Blondi es eso, no necesita más de lo que tiene. Su hijo no tuvo un padre, pero no le faltó nada: tuvo cariño y está seguro de sí mismo.
- La película se opone a eso de que “no se puede ser amigo de un hijo”.
- Hay mucho miedo con eso, pero creo que pertenece a otra época. Eso de ‘hacelo porque lo digo yo, que soy tu padre’. Bueno, ahora cambió. Esa jerarquía te la tenés que ganar, no es solamente un título. Más allá de que uno es la guía de los hijos y hay que poner límites, también hay que dejar caer las caretas porque te vas metiendo en tu propia trampa. No podés ser una persona a la que no le pasa nada, porque vas a criar a gente que tiene como esa autoexigencia de ser perfecto. Así es como creo que terminamos todos mal.
- Te leí en una entrevista que remarcabas que Blondi representa a las mujeres que crían sola a sus hijas.
- Claro, no muestra una nueva maternidad. Esta es una maternidad que estuvo siempre. Estadísticamente, la mayoría de las personas que crían solas a sus hijos son mujeres. Blondi vienen a hacerle justicia a esta situación. Sin embargo, las nuevas masculinidades también se van a sentir reflejadas porque ese hijo criado por una mujer no tiene la presión de ser el proveedor de nada. Hay algo que se afloja y me parece interesante para esta época.
- Volviendo un poco a la producción de la película. Me interesa saber cómo elegiste a los actores y también cómo fue que aparecieron distintas figuras de la música actual.
- Las chicas de casting me trajeron a Simón Poxyran y también a Las Ligas Menores, que me encantan y estaban felices de estar en la película. A Carla Peterson siempre la tuve en la cabeza, ella tiene un código muy refinado de la comedia y además creo que podríamos ser hermanas; Rita Cortese, en el rol de mi mamá, cuando se me ocurrió, lo único que no entendí fue cómo no se me ocurrió antes. Es una bestia de la actuación y puro amor. A Leo Sbaraglia lo convencí porque le dije que si en algún momento él va a dirigir una película le conviene que yo le deba un favor.
- Bueno, y creo que como una revelación, también está Toto Rovito en el rol de Mirko.
- Lo conocí un día que fui al rodaje de Argentina, 1985 y me encantó. Como físicamente es tan distinto a mí, creo que podés ver en él al padre que Mirko no tuvo. Además de que es divino y eso se pudo ver en la película.
- Por último, ¿tenés ganas de seguir dirigiendo?
- La verdad es que sí. Tengo ganas porque la pasé tan bien, fue un momento tan feliz en mi vida. Me gustó la previa, el rodaje, la edición... Y siento que salió bien, entonces ahora puedo plantearme qué es lo próximo que voy a hacer. Creo que se percibió algo auténtico y cuando uno ofrece algo personal es valorado y ayuda a que otros puedan identificarse. Veremos si lo próximo es una comedia o no. La segunda siempre es más complicada.