No es un pájaro, no es un avión, ni tampoco luce como un hombre mayor, a pesar de que se cumplen 85 años de su aparición: es Superman, el que en la tierra se mezcla entre los mortales como Clark Kent, un tímido y poco astuto periodista que esconde al mágico superhéroe de la TV, el cine y las historietas.
Un hombre que cautivó a su compañera de trabajo Luisa Lane, en el periódico Daily Planet de la ciudad de Metropoli, una mezcla de Chicago y Nueva York. En aquellos años de La Gran Depresión estadounidense, luego del crack financiero del 29, el que no corría, volaba. Y Superman hacía perfectamente las dos cosas.
Sin embargo, la dura historia de sus creadores hace pensar que el superhéroe de la capa roja era, en buen modo, lo contrario a ellos, dos muchachos rechazados y marginales sin suerte. O, al menos, con poca.
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Se llamaban Joe Shuster y Jerry Siegel. Joe era un apasionado dibujante de comics, de ésos a los que el resto mira con rareza. Se sentía un perdedor en la vida laboral y también en la personal, que se veía frente al espejo como un flacucho desgarbado, al que las mujeres ignoraban. Dibujar a un musculoso superhéroe casi que fue un pedido de auxilio de su parte.
Jerry Siegel escribía historias e historietas variadas y se pasaba horas y horas ante una hoja en blanco, soñando con encontrar el cuento de su vida. Y también, al igual que Joe, sentía el desprecio social contra el que él tampoco colaboraba demasiado, ya que prefería relacionarse poco y nada.
Pero, misterios de la vida, comenzó a relacionarse con su compañero de colegio Shuster y se hicieron amigos. Y antes de ser dos exitosos socios fueron artistas que garabatearon opciones en la búsqueda de ese personaje utópico que terminó viendo la luz como Superman, en junio de 1938, hace 85 años.
A 85 años de la aparición de Superman: sin suerte en los primeros años
Si bien el debut de Superman se ubica en los inicios del verano norteamericano de 1938, en realidad nació seis años antes, en 1932. Se llamaba “El reino de Super-man” y era un villano con poderes telepáticos. Y en aquellos inicios fue rechazado sistemáticamente por diversas editoriales que no querían publicar el trabajo de la dupla artística Shuster-Siegel.
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Hasta que llegó junio de 1938 y en el primer número de Action Comics la historieta de Superman fue publicada. Para ello fue clave el apoyo de Harry Donnefield y Jack Liebowitz, ambos empresarios, y del editor de DC Comics, Vincent Sullivan.
De todos modos, la suerte de los autores seguía siendo esquiva: apenas cobraron 130 dólares por los derechos del personaje en las primeras tiradas. La edición número uno, a un valor de 10 centavos de dólar el precio de tapa, puso en la calle 200.000 ejemplares.
A 85 años de la aparición de Superman, nacido en medio de la crisis del 30
Aquel superhéroe había llegado a un mundo lleno de injusticias sociales, que sin saberlo se preparaba para una segunda guerra mundial, y en el que el capitalismo había quebrado y arrastrado a la mayoría de los ciudadanos.
En ese contexto, Superman luchaba contra todo casi desde un progresismo que no podría relacionarse con su atuendo que tomó los colores de la bandera de los Estados Unidos: capa, botas y calzoncillo rojos, sobre un conjunto azul pegado el cuerpo en el que lucía un triángulo de líneas amarillas en el pecho y la letra mayúscula “S” (el Capitán América, unos años después, fue más directo, tomando esos colores para su escudo y agregándole una estrella blanca en el medio).
Y Superman fue rico entre los ricos, porque le dio empuje a una industria de superhéroes de comics que llegaron al cine y, además de masificarse globalmente, se quedaron para siempre. Todo, claro, acompañado con el debido cotillón marketinero.
Curiosamente, en esto también sus creadores fueron perdedores, porque Joe ni Jerry murieron precisamente acaudalados de dinero. Shuster falleció en Los Ángeles, en julio de 1992, casi ciego, solo y habiendo perdido todos los intentos legales que llevó a cabo National Allied Publications -dueña de los derechos de Superman- para obtener mejores regalías por aquel musculoso súperhombre que creó y que, metafóricamente, fue su único hijo.
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Jerry vivió hasta 1996, también sin que le sobre demasiado en su cuenta bancaria. La poderosa Warner Bros, casi con lástima, le dijo en 1975 a través de su vicepresidente que “no existe obligación legal, pero definitivamente siento que hay una obligación moral de nuestra parte”. Y le firmó un cheque por 20.000 dólares.
Al menos, en 2008, 12 años después de su muerte, su viuda y su única hija consiguieron un fallo a favor de la Corte de California y pudieron cobrar una parte de la película Superman Returns, que había recaudado 400 millones de dólares.