“¡Le llenaron la cocina de humo! ¡Le hicieron un hijo! ¡Le inflaron el bombo!”, grita Luis Brandoni desde la puerta y la ventana de su casa, a pesar de los esfuerzos de su “esposa” Norma Aleandro. Fue apenas se enteró de que su “hija”, interpretada por Andrea del Boca, está embarazada. Son frases que quedaron para siempre en el recuerdo del público, 33 años después del estreno de Cien veces no debo.
La icónica película escrita y dirigida por el recordado Alejandro Doria se basaba en la obra de teatro de Ricardo Talesnik y llegó a la pantalla grande el 3 de mayo de 1990, con enorme éxito. Tanto, que ese año se llevó el Premio Argentores a la mejor comedia del cine nacional.
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El filme, grotesco y cómico, contaba la historia de la pareja formada por Julio y Carmen Siri. Aunque ellos entiendo que criaron muy bien a su consentida hija Lydia, cuando van a festejar su cumpleaños número 18, se enteran a través del estudio que llega en un sobre del resultado de su test de embarazo: positivo.
“Cien veces no debo”: los peores candidatos a marido y padre
Desde entonces, a toda costa pretenden casarla antes de que la noticia se divulgue. Por supuesto que el primer candidato a marido y padre del bebé en camino es el novio de la “nena”, Jorge, el estudiante de Derecho con poca plata interpretado por Darío Grandinetti. Pero la chica asegura que él no es el padre y lo abandona “porque es muy aburrido”.
El siguiente es Paco, un vago desocupado y pretendiente interpretado por Luis Ferrigno hijo, con quien Lydia había admitido sexo casual. Pero no sólo no se llega a un acuerdo sino que además la “nena” termina asegurando que se acostó con un montón de hombres y no tiene idea de cuál de ellos puede ser el padre de su bebé.
En el momento de máxima desesperación, el personaje de Luis Brandoni suma como posible candidato a un hombre muy canoso e incluso mayor que él, Millán, interpretado por Federico Luppi. El nuevo candidato no quiere casarse, pero aceptaría tener a la “chiquita” como amante, siempre y cuando ella abortara a su bebé.
Una sátira de la sociedad
La película, tal como la obra escrita originariamente por el dramaturgo Ricardo Talesnik también en 1990, fueron tan exitosas porque parodiaron de manera brillante a la sociedad argentina de clase media. Del mismo modo lo había hecho también cinco años antes “Esperando la carroza”, otro filme de Alejandro Doria.
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El grotesco tanto en las escenas como en las actuaciones brillantes de los actores y las actrices sirvió para demostrar la falsedad de la “moral familiar”: qué se vive, qué se cuenta y qué se muestra. Así, el matrimonio que no respeta los propios valores que supuestamente enseña, entiende que crió a su hija como una maestra “inocente y perfecta”, pero descubre que ella ni sabe de quién se embarazó.
Del mismo modo, la crítica grotesca de los candidatos hace reír. Por un lado, el novio es tan buenito, laburador y virgen… como víctima de la infidelidad. Y por otro, los padres de Lydia piensan en buscarle en forma desesperada una pareja, ya sea a un hippie enajenado o a un hombre casado y pervertidamente adinerado.
A 33 años del estreno de 100 veces no debo, debe haber muchas personas que aún se sientan identificadas con sus personajes. Y las risas siguen vigentes, aunque los tiempos cambiaran.
