No hay buenos en esta historia. Todos están en el mismo barro luminoso, con flashes, premios y fama: el del esnobismo del cine. Unos, con el “arte” de su lado. Otros, con lo “popular”. En el medio, la cámara que registra todo.
Así es la premisa de Competencia oficial, la película que parodia a la industria cinematográfica y que reúne a Antonio Banderas, Penélope Cruz y Oscar Martínez en un fantástico duelo actoral del que nadie sale indemne.
De qué se trata “Competencia oficial”
Dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat, Competencia oficial busca hacer foco en lo absurda que puede convertirse la rivalidad entre dos actores de renombre que protagonizan juntos una película.
La trama es la de un empresario de la industria farmacéutica que quiere hacer trascender su nombre para la posteridad por fuera de su labor diaria. Para eso, encarga la realización de una película “con los mejores” en su área. Así, su equipo de colaboradores reúne a la directora Lola Cuevas (Penélope Cruz) y a sus dos protagonistas: Félix Rivero e Iván Torres.
El primero, encarnado por Banderas, es uno de los máximos artistas españoles en Hollywood. El segundo, interpretado por Oscar Martínez, es uno de los grandes maestros de la actuación.
A partir de las excéntricas maneras de la realizadora de ponerlos frente a frente, los dos irán alimentando su enfrentamiento casi hasta niveles delirantes.
“Competencia oficial”, entre el humor negro, la crítica a la industria y la sátira
Por momentos, Competencia oficial tiene un tono dramático que es el puente para otra cosa: burlarse de la construcción de ese drama, de sus aspectos técnicos y de sus lugares comunes y excéntricos.
Es así como la sátira aparece. No lo hace al nivel del gag o el slapstick, como en clásicos como La pistola desnuda o ¿Y dónde está el piloto?, sino que la mofa a la industria se da en el planteo de cómo se inicia la producción del film en cuestión y, más que nada, en la puesta que hace la directora Lola Cuevas y su resolución.
También el eje del que parte es la lucha tóxica entre los protagonistas, que va tomando lugares cada vez más oscuros a medida que avanza la película. Casi como en La muerte le sienta bien, protagonizada por Meryl Streep y Goldie Hawn -aunque sin tomar su realismo mágico- Competencia oficial luce un humor negro que por momentos golpea.
El duelo, como en un western, va siendo cada vez más áspero, incómodo e inútil. Ese espíritu ya había sido explorado por los realizadores en muchas de sus anteriores producciones.
En Querida voy a comprar cigarrillos y vuelvo, el enfrentamiento se dio con el paso del tiempo; en El hombre de al lado, la lucha irremontable fue entre dos vecinos por el agujero en una medianera; y en El ciudadano ilustre, la rivalidad quedó centrada en el lugar de nacimiento del personaje principal, un pequeño pueblo.
Cómo es el arte que tiene “Competencia oficial”
El film tiene un estética minimalista que no es tan común que se explore en una producción mainstream. Además, hay claros resabios del estilo que muestra Pedro Almodóvar en sus películas.
Con Pedro Almódovar y Penélope Cruz se incrementa aún más la referencia y la cita al realizador español: ambos son artistas fetiches del realizador de Dolor y gloria.
Con espacios amplios en los que solo aparecen pocos actores, o ninguno en algunos casos, Competencia oficial también exhala arte: desde la arquitectura del edificio donde hacen el rodaje, los muebles modernos que usan, los planos simétricos con el espíritu de Stanley Kubrick, la dualidad de la imagen y hasta las obras que aportan desde otro lugar.
No es casual que en el centro de la habitación de la directora Lola Cuevas se vea una escultura de León Ferrari. “La civilización occidental y cristiana” es una de las máximas piezas del artista: un Cristo crucificado en un avión de los Estados Unidos.
Competencia oficial no es nada sutil: es una película que expone las dos caras de una misma moneda que se enfrenta todo el tiempo con ella misma.
