Carrie-Anne Moss tenía 32 años cuando entró en el firmamento de las leyendas del cine de ciencia ficción. Al tomar su lugar junto a Sigourney Weaver como Ellen Ripley y Linda Hamilton como Sarah Connor, Moss interpretó a Trinity en “Matrix” (1999), al desafiar la gravedad con un espectáculo de artes marciales. Flexibles, pálidos, vestidos de cuero y PVC, Trinity y el Neo de Keanu Reeves formaban dos mitades andróginas de un conjunto heroico en una historia del hombre contra las máquinas que se convirtió en una obsesión cultural en todo el mundo.
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El éxito en taquilla de la película dio lugar a dos secuelas inmediatas, “Matrix: Recargado” y “Matrix: Revoluciones” (ambas estrenadas en 2003). Ahora, casi dos décadas después, Moss retoma el papel que definió su carrera en “Matrix Resurrecciones”, escrita y dirigida por Lana Wachowski. “Resurrecciones”, la película que llega a los cines y a HBO Max el miércoles, requirió de Moss, ahora con 54 años, semanas de entrenamiento intensivo antes de embarcarse en un exigente rodaje que llevó al reparto a San Francisco y Alemania, entre otros lugares.
Además, tuvo que soportar el tremendo peso de las expectativas: es muy raro que una mujer mayor de 50 años sea a la vez una estrella de acción y la protagonista romántica de una película de un gran estudio.
“Me siento responsable ante las mujeres que aman a Trinity y que se sintieron atraídas por ella, de ser auténtica a esta edad y no ser una idea inalcanzable que perpetúa este mito sobre lo que significa ser mujer”, me dijo la simpática y realista Moss en una reciente entrevista por videocámara desde su casa en la Costa Este. “Todo el tiempo, durante el proceso, pensé en eso”.
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A continuación, los fragmentos editados de nuestra conversación:
P: En 2016, escribiste un artículo para The Guardian en el que mencionaste que tuviste “un momento de claridad” al darte cuenta que interpretas a mujeres que son férreas pero vulnerables. ¿Cuándo entendiste eso por primera vez?
R: Ocurrió en una clase de actuación con una profesora, Sandy Marshall, que enseña la técnica Meisner. Hizo esa observación acerca de que yo tengo fuerza y vulnerabilidad. Se convirtió en una idea poderosa para que yo me aceptara a mí misma. Siempre quise interpretar personajes que fueran muy distintos de mí, pero cuando ella me mostró eso, sentí que tenía permiso para abordar aquello que hacía bien. Trinity llegó a mí poco después.
P: Es una manera ideal de describir a Trinity. Obviamente es dura, pero ama a Neo, y eso implica cierto tipo de vulnerabilidad. Forman una colaboración entre iguales.
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R: Siempre consideré las películas [de “Matrix”] como una historia de amor. Mi entrada en el personaje y en la película siempre se basó en ese amor que es central para la historia y para Trinity. Encontré un diario de esa época, hay un momento al final de la primera película donde Trinity le dice a Neo: “El Oráculo me dijo que sabría quién es el Elegido porque lo amaría”. Yo había escrito esa historia entre Trinity y el Oráculo [como preparación para el papel]. Eso fue como un tesoro escondido cuando me lo encontré. Había olvidado que tenía ese diario. Revisé todos los recuerdos de esa época. Fue un momento muy significativo cuando filmé las primeras tres películas.
P: ¿Qué recuerdas sobre esa época de tu vida? ¿Cómo fue vivir esa experiencia, cuando “Matrix” se volvió parte imprescindible de la cultura popular?
R: Fue un poco abrumador al principio. Recuerdo la primera vez que vi “Matrix” con una audiencia que no fuera hollywoodense. La manera en que las personas reaccionaron con ciertas frases que Trinity decía fue muy conmovedora para mí porque sentía que la audiencia la animaba desde el principio. Después de que se acabaron esas películas, me dispuse a tener una familia. A veces hay momentos dramáticos que te anclan. Estaba considerando una película que me habían ofrecido y también estaba cargando a mi bebé. Entonces pensé: ‘Al final de mi vida, ¿importará más que tengo otra película en mi currículum o que cargué a mis bebés?’. Fue una decisión fácil. Podría pasar el resto de mi vida con un bebé durmiente sobre mi pecho.
Q: En las primeras películas de “Matrix”, te lesionaste el tobillo, te rompiste la pierna, aprendiste a andar en motocicleta. ¿Tuviste dudas sobre participar en “Resurrecciones”, sabiendo cuáles podrían ser las exigencias físicas?
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R: No. Hacer esas películas fue genial. No ocurre a menudo, así que [me emocionó] poder hacerlo de nuevo, estar en ese espacio creativo con todos esos artistas asombrosos. Volé a San Francisco para hacer una lectura con Keanu y Lana y algunas personas más. No sabía nada. Pasamos el rato; no había visto a Keanu en mucho tiempo. Estaba sentado a mi lado. Fue como si no hubiera pasado el tiempo en absoluto.
P: ¿Cómo te preparaste para las secuencias de acción?
R: Nada hace que quieras estar en forma más rápido que saber que vas a verte en la pantalla grande. Tuve que entrenar durante meses para estar fuerte y tener buena forma y aprenderme las peleas… eso me tomó mucho tiempo. Para mí era importante deshacerme de cualquier idea en mi mente acerca de que tenía que lucir de la misma manera que cuando tenía 30 años. Descubrí que, como mujer, pensar es igual a estar desesperada, y yo no quería ningún tipo de desesperación. Sabía que quería lucir bien, pero no quería pasar por una depuración con jugos, no quería hacer nada extremo. A veces me río porque me sentía tan genial, como si dijera: Puedo lograrlo. Alguien tomaba un video, lo veía y decía: “Ay Dios, ¡no me veo genial para nada!”. Tenía que relajar de manera constante esa parte de mi cerebro. Continuamente elegí saber que iba a ser suficiente. Pude haber elegido esa presión, pero decidí no vivirla.
P: En cuanto estuviste en el plató, ¿sentiste que estabas interpretando a alguien por completo nuevo o fue como reunirte con una vieja amiga?
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R: Fue como interpretar a una persona distinta [con Trinity escondida en alguna parte] ¿pero no nos identificamos todos con eso? No soy la misma persona que era a los 30 años. Lo maravilloso de filmar esas películas es que todo ese entrenamiento construye al personaje. Todas esas cosas, el tiempo con Keanu, te empapas de eso. Fue casi como si esa energía solo me atravesara; no es algo que puedas tocar. Me encanta que, después de hacer todo ese trabajo, escuchas que alguien dice “Acción”, y solo esperas que puedas seguir adelante. Para mí, trabajar con Keanu es muy fácil y es una actividad profunda. Se siente como una conexión de nuestras almas de una manera que va más allá del intelecto. Como artista, sé lo extraordinario que es sentir eso. Fue como si pudiera sentir otras entidades vivas, esos personajes.
(Ryan Pfluger/The New York Times)