Nunca se sabrá cómo habría sido la versión de Duna que en la década del ‘70 intentó llevar a los cines el chileno Alejandro Jodorowsky. Con infinitos problemas de producción, presupuesto y una megalomanía desbordante, el realizador se vio frustrado en su epopeya. Tras algunos años de conflictos contractuales, el que pudo llevar adelante la postergada realización fue David Lynch, en 1984. Lejos de lo que soñaron los fanáticos de la novela de Frank Herbert, no fue lo mejor en la filmografía del gran director.
Ahora, una vez más, la gran obra de ciencia ficción vuelve a decepcionar en su llegada a las salas con un fenomenal presupuesto de 165 millones de dólares. Con la dirección del canadiense Denis Villeneuve, la apuesta de Warner redunda en escenas grandilocuentes, muy bien realizadas, con efectos especiales de otra categoría, pero con una salvedad: no entretiene ni al más fanático del género.
De qué se trata “Duna”
La historia de Duna se dirime en el año 10.191 en el desértico planeta de Arrakis, escenario de una batalla épica entre las fuerzas malvadas del emperador, los integrantes de la Casa de los Atreides y los Fremen, los habitantes originarios de ese lugar. En esa pelea feroz, con una guerra descarnada, Paul Atreides, el hijo del duque Leto, empieza a darse cuenta de un incipiente poder: ¿tiene sueños premonitorios?
Lejos de las batallas descomunales de la saga El señor de los anillos y un poco más cerca de cierta mística de la franquicia de Star Wars, el espíritu de Duna es, tal vez, lo que elaboró mejor Villeneuve. Pero ni siquiera eso alcanza para atraer en los 155 minutos, por momentos tediosos, que dura el film, el primero de una futura trilogía.
Si algo ocurrió con la versión que David Lynch hizo en 1984 fue que los seguidores de la saga literaria de Frank Herbert le reprocharon que comprimió en una sola película todo lo que se extendió en los libros.
Por eso, Villeneuve consiguió lo imposible: que le financiaran no una, sino tres películas. Claro, todo estará supeditado a cómo le irá en las boleterías a esta primera parte, que en los títulos, de hecho, se presenta así.
Qué es lo que no funciona con “Duna”
El tedio que genera Duna, en algunas secuencias, tiene una sola causa: Villeneuve buscó traspolar la impronta místico-cienciaficcional de la obra literaria. Pero, a veces, muchas novelas famosas no pueden ser trasladadas del todo a la pantalla grande si no se hace un recorte puntual. La dinámica de la imagen es diferente a la que tienen las palabras.
Si a eso, encima, se muestra de manera constante en cámara lenta a la protagonista estelar del film, Zendaya, y se hace escaso énfasis en la acción, todo parece simular un gran tráiler o una ampulosa publicidad de algún pretencioso y fino perfume francés con ínfulas cinéfilas.
Otro de los elementos que anulan parte de la acción que tiene Duna en algunos instantes es la actuación de Timothée Chalamet. Dueño de un estilo muy particular, donde su gestualidad dramática toma absolutamente la pantalla, el protagonista está más cerca de una obra de William Shakespeare que de una aventura galáctica en la que el espectador busca peleas, explosiones y naves espaciales.
Sin embargo, hay dos actuaciones que son lo más destacado de las más de dos horas de película y alivian la tensión que generan algunas secuencias. La performance de Oscar Isaac, como el Conde Leto, y la de Jason Momoa, como Dunan Idaho, uno de los principales héroes, son de una solvencia que sobresale por encima de los demás. Ambos tienen mejores experiencias dentro del género: el primero, como Poe Dameron en la nueva trilogía de Star Wars, el segundo, como Aquaman y también Khal Drogo en Game of Thrones. Esa acumulación se nota.
Villeneuve buscó replicar lo que hizo con Blade Runner 2049: darle su propia lógica simbólica a una historia conocida. Pero el realizador, que tiene muy buena muñeca para la estética, el estilo y el montaje, se olvidó de algo fundamental. En una película es tan importante lo artístico como el entretenimiento. Por más dólares, actores de categoría, arte, marketing o efectos especiales que haya, si esa mixtura no entretiene, hay algo que no funciona. Y, claro, es una pena.