Es oficial: la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina anunció la película que representará a nuestro país en los premios Oscar 2022. La elegida fue El prófugo, una producción dirigida por Natalia Meta y protagonizada por Érica Rivas, Daniel Hendler, Cecilia Roth y Nahuel Pérez Biscayart.
Este thriller psicológico se sumará a una lista de otros films que se disputarán un lugar para llegar a la categoría de Mejor Película Internacional. El 21 de diciembre, la Academia de Hollywood anunciará un boceto inicial de 15 candidatos. El 8 de febrero, se conocerán los cinco nominados definitivos.
“El prófugo es un relato sobre el deseo. Sobre el deseo de una mujer y cómo fluye y cambia a través de los sucesos que le toca transitar”, explicó la directora a principios de 2020 cuando la obra se estrenó la competencia oficial de la Berlinale.
El guion, escrito por Meta, está basado en la novela de terror El Mal Menor (1996), la última obra publicada por el escritor argentino Carlos Eduardo Feiling, que murió en 1997 a los 36 años por leucemia.
“La novela de Feiling es un relato inquietante, que puede inscribirse en el género de terror, no así la película, que transita horizontalmente por varios géneros, pasando por el suspenso, el drama y la comedia. Yo siempre fui muy respetuosa del género de terror porque me generaba miedo y la película se trata de perderle el miedo al miedo”, explicó la directora del film que ya está en carrera para llegar a los Oscar.
Esta tarde, Axel Kuschevatzky -que fue parte de la producción de la película- se mostró muy orgulloso de la noticia en una entrevista en Nuestra tarde (TN). “El día que me llegó el guion dije ‘esta película me encanta’. Estuvimos trabajando dos años. Fue la única película argentina en competencia en el Festival de Berlín de 2020. Yo quiero destacar algo: es la tercera vez consecutiva que la academia de cine de la Argentina selecciona un film dirigido por una mujer para ir a los Oscar. Me parece algo que está buenísimo remarcar”.
De qué se trata “El prófugo”, la película argentina que competirá en los Oscar 2022
Érica Rivas es Inés, una mujer que trabaja con su voz. Cantando en un coro y doblando películas. En los primeros minutos de esta película de Natalia Meta, viaja con su novio reciente (Daniel Hendler) hacia unas vacaciones que terminan muy mal. Son unas vacaciones raras, porque ella mucho no lo soporta y parece divertirse solo después de unas copas.
Basada en la novela de culto de C.E. Feiling, El Mal Menor, de 1996 (que relanzó el sello La Bestia Equilátera), El prófugo construye un relato que, más que terror, podría llamarse de misterio psicológico, en el que ni la protagonista ni el espectador parecen saber qué pasa. Acaso como efecto de esa vivencia traumática, a Inés empiezan a pasarle cosas raras, empezando por sus sueños.
Las pesadillas la persiguen y la medicación no logra erradicarlas. Pero sus sueños, vívidos, tienen un correlato en la vigilia, a través del sonido. Hay extraños ruidos que aparecen en sus grabaciones y cuando canta en el coro, le sale una voz distinta, irreconocible. Otra actriz de doblaje (Mirta Busnelli) parece saber de qué se trata: son prófugos, como presencias que la habitan desde el mundo onírico. Mientras, su madre (Cecilia Roth) llega para acompañarla, aunque quizá su presencia sea menos contenedora de lo que aparenta. Por otro lado, Inés conoce a Alberto (Nahuel Pérez Biscayart), un afinador de órganos con el que tiene una conexión especial.
Intrigante, atractiva, la película avanza hacia ese terreno desconocido de la ambigüedad. Lo que le pasa a Inés puede ser tanto la profundización de una locura o un cuadro de estrés postraumático, como una intervención de lo inexplicable en la realidad, ese prófugo que ella contiene. Hasta que cuesta distinguir realidad de imaginación, lo que está de lo que no. En una confusión que por momentos entra en unas mesetas narrativas poco lucidas, con Inés despertando asustada otra vez u otra vez llamando a alguien (Leopoldo, Alberto, hay muchos nombres propios sonoros, en la película) en la penumbra, siempre agitada.
La penumbra, la semioscuridad, domina una película que se anima a proponer una estética, una estilización de los interiores en que se desarrolla. Poco iluminados, semivacíos, con vericuetos o luces de colores que emite la pantalla o un vestido de seda turquesa.