Podría ser el MoMa de Nueva York o el Centro Pompidou de París, pero es el siempre vibrante Centro Cultural Recoleta, sede de la espectacular muestra del trabajo de Renata Schussheim, Al Rojo Vivo. Más que una retrospectiva, palabra que ella detesta, un acto de abrir archivos, según palabras de María Moreno. Archivos de más de cincuenta años de trabajo: vestuario, teatro, danza, pintura, dibujo y rock. Mucho rock.
También hay una sala dedicada a su socio más cercano, Charly García, que adquiere especial interés en este mes de su cumpleaños. Porque Renata, como Andy Warhol con la Velvet Underground, fue la artista visual que dio forma, construyó la imagen de buena parte del rock argentino posdictadura.
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Con el runrún sobre el presente de García y un supuesto entorno que lo esconde, Renata, con su cabellera rojo fuego y un gesto sutil de restar importancia, dice: “Yo sí lo veo. Lo veo, vivimos cerca, soy vecina. Estamos trabajando juntos en la tapa de su disco nuevo (La lógica del Escorpión), ahora nos vamos a volver a encontrar. Él arrancó con este trabajo y luego tuvo una pausa. Estuvo internado, se rompió la cadera, es una persona que se tiene que cuidar. Pero retomó de nuevo el disco del Escorpión, y estuvimos trabajando en el arte”.
“Además de que lo veo, quiero decir que es muy delicado hablar de los demás. Porque la gente proyecta cosas: decide creer que uno está como si tuviera diecisiete años, con la vida intensa que hemos tenido todos. ¿Qué querés? Quieren que salga a cantar: ¿qué les pasa? Nadie está como estaba en los ochenta. Hay que dejar vivir, amar a la gente como está. Charly está con sus años, y con su criterio. Hay días que está mejor, otros peor; hay días que tiene más ganas de ver gente y otros menos. Pero estamos trabajando muy bien en la tapa del disco: ya tengo el mono, ahora estoy trabajando con el diseñador gráfico Martín Gorricho, estuvimos escuchándolo y ya está armado. Estamos por hacer la versión para imprimir. Es muy lujoso, como corresponde. Un vinilo, un álbum hermoso. ¡Y no digo más por qué no voy a spoilear nada!”, añade.
-¿Cómo definís tu vínculo con Charly?
-Tener en la vida compañeros de ruta artísticos es una bendición. Y yo tengo que agradecer, porque tuve muchos. Charly, Jean François (Casanovas), lo tengo a Oscar Araiz, tuve a Manuel Puig, gente con la cual crecí, con la que pude hacer proyectos juntos, eso es un privilegio, es algo hermoso, porque se potencia todo. También Federico Moura y Luis Alberto, aunque con Spinetta no trabajé tanto. A Federico lo contacté enseguida con Jean François. Éramos amigos y ellos tenían un mambo más común, pero era una persona adorable, un tipo muy lector, hablaba mucho de libros. Y hermosa, parecía un dibujo mío, cuando lo conocí dije este salió de mi mundo, no puede ser esa cara, esa belleza increíble. Ayer estuve en un evento y se me acercó un chico joven, con un traje rarísimo, y me dijo: ‘yo nunca lloro, pero fui y vi esa cara de Federico y se me caían las lágrimas’. Ya provocar eso... no hay más que pedir.
La sala dedicada a García abre con una frase del músico: “Me renatizó completament. Renata fue la primera de su especialidad. Y nos amamos. Ella me abrió una puerta muy importante, tanto artística como espiritualmente. El único problema con Renata son los malditos muñecos. A ella le encantan y a mí me dan miedo”.
Pero también hay otras presencias: Federico, Luis, Araiz, Casanovas. “Acá está la gente con la que más me relacioné, sobre todo Charly porque fue la persona con la que trabajé siempre y la que más me convocó. Trabajamos en las imágenes documentales, que las ves y te das cuenta de que hubo una historia muy fuerte. Está Charly en esos ensayos, cantando ‘yo que nací con Videla’, y ves que había una energía transformadora, algo realmente muy fuerte. Creo que impacta, tanto para los que vivieron esa época como para los que no”, explica.
La sala principal de Al rojo vivo, Cronopios, es impactante. Un enorme espacio en penumbras en el que reinan dos figuras en movimiento. Dos reinas: la Reina Roja de Alicia, en la puesta de Oscar Araiz, y la andrógina Reina de la Noche, de la ópera de Mozart dirigida por Sergio Renán. Son inquietantes esculturas en 3D. Tienen el rostro de la bailarina Paula Ferraris, que vistió esos diseños.
“Lo que se ve acá tiene que ver con mínimo cincuenta años de trabajo. Pero viste que la palabra retrospectiva es un plomo, no me gusta. Lo que me pareció divino es el texto de María Moreno que habla de abrir archivos. Creo que se trata de eso, de abrir archivos, sumando lo bueno de la tecnología para darles vida, nueva vida. Yo soy negada para lo tecnológico, pero me estoy animando. El equipo con el que trabajé fue maravilloso y fuimos armando esa familia de cuadros que están vivos, parpadean, era algo complejo, necesitábamos un tipo de proyector especial, y cuando se empezó muy temprano con todo el proyecto, uno de los sponsors consiguió esos proyectores, sin eso no se hubiera podido hacer”, relata.
El equipo que menciona la artista está integrado por la curadora Romina del Prete, Gianfranco Quattrini en la edición de los videos, Martín Gorricho en diseño gráfico y Damián Laplace (su hijo con Victor Laplace) en el diseño de la banda sonora, entre otros.
“Siempre hice todo a la vez, y cosas peores también. No solamente vestuario, teatro, danza, dibujo, pintura, sino exposiciones de fotos, libros, muchas cosas raras, pero siempre en simultáneo. Me retroalimenta y me divierte mucho, me estimula la simultaneidad” dice Renata a TN, mientras camina sobre la sala roja, dedicada al teatro, la ópera, el musical y el ballet. Obras en las que brillaron sus diseños de vestuario. Hay ahí 12 piezas, en una puesta teatral, todas en tonos rojo y bordó, que vistieron actrices y bailarinas en obras como Las amargas lágrimas de Petra Von Kant (Muriel Santa Ana), Aquelarre, Sweeney Todd o Kuarahy, por el ballet de Julio Bocca.
La entrada, para una muestra que ya se inscribe entre los más hot del año para las artes visuales, es gratis. Al rojo vivo.