Esperando la Carroza se erigió como una de las grandes películas clásicas del cine argentino: el film, estrenado en 1985, también representó el inicio de la explosión de Darío Grandinetti como actor. El rosarino interpretó allí a Cacho, el nieto de mamá Cora que aparece peleándose con otros chicos mientras juega a la pelota. Curiosamente, el personaje en cuestión, que quedó para el recuerdo, vestía una camiseta de Boca y el propio intérprete contaría la insólita historia de aquella decisión.
Darío Grandinetti: el papel de Cacho que quedó para la historia
La cinta dirigida por Alejandro Coria era apenas la segunda participación cinematográfica de Grandinetti. Un año antes, con el mismo cineasta, el santafesino había tenido un rol menor en “Darse cuenta”. Sin embargo, Cacho quedó marcado a fuego debido a su aspecto, un tanto destartalado y con una cabellera frondosa, y por la icónica frase que inmortalizó Luis Brandoni en el papel de Antonio Musicardi: “Ahí lo tenés al pelotudo”.
El muchacho, que fue interpretado por el protagonista de “Relatos Salvajes” cuando tenía apenas 16 años, contaba con una casaca del Xeneize. En el marco de una edición del programa El Aguante, que se emitió por TyC Sports, el actor fue abordado por el periodista Martín Souto, fanático del conjunto de La Ribera, y aseguró que la decisión fue pura y exclusivamente suya.
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Poco antes, en otro ciclo televisivo, Grandinetti, confeso hincha del Millonario, abordaría el tema con algo de sorna: “La realidad es que yo tenía que hacer de ‘opa’. A ese personaje no le voy a poner la de River. Está clarísimo, teniendo en cuenta la condición del papel que yo tuve que hacer... pedí usar la camiseta de Boca”. El joven, en la película, tiene menos de un minuto de cámara.
Darío Grandinetti: su pasión por el fútbol
Lo cierto es que el intérprete está muy ligado al fútbol. Casi al mismo tiempo en el que empezaba a desempeñarse en el cine, jugaba en las divisiones inferiores del club Newell’s Old Boys, equipo en el que surgieron cracks de la talla de Lionel Messi. Tras colgar los botines cuando viajó a Buenos Aires en búsqueda de mayores oportunidades para conseguir papeles, nunca dejó su pasión por La Banda.
En reiteradas entrevistas, Grandinetti aseguró que no tenía tanta calidad con la pelota al pie: “Me gustaba más jugar de lo bien que se me daba. Dejé todo y no pasó nada, nadie vino desesperado a mi casa a decirme que el deporte se iba a perder de algo conmigo. Pero me gustaba mucho, era lo único que yo disfrutaba haciendo. Incluso, yo debo decir que no he tenido una vocación temprana por la actuación, fue algo que me encontré en el camino”.
Al mismo tiempo, y más allá de que supo forjar su amor por River, el hecho de crecer en Rosario lo acercó mucho a Central: “Tenía un amigo gallina que jugaba tan bien al fútbol, que me pasé de bando. Mi familia nunca me pasó factura, pero una vez en el Gigante de Arroyito, la hinchada del Canalla, con el barra Tula a la cabeza, nos re cagó a trompadas. Vinieron a robarnos una bandera y cobramos de lo lindo”.
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A su vez, Grandinetti expresó que la disciplina no era lo suyo: “Me gustaba el fútbol pero no la vida de futbolista, eso de acostarse pronto, de no beber, de no fumar...”. Sus dos gustos predilectos se unieron en una de las películas más trascendentes de la historia y hasta tuvo tiempo para cargar a su máximo rival.