Todos los fanáticos de “Vikingos” saben que su creador y director Michael Hirst es un obsesivo de los detalles. Él mismo confesó en varias entrevistas que ha readaptado y reinventado esta leyenda real para contar una historia que amalgamara la ficción con hechos verídicos sobre los nórdicos, sus dioses y conquistas por el mundo. Para ello, se empapó con sus historias de vida y recopiló todos los detalles posibles de cara a que sus personajes de ficción tuviesen el carácter, la estética, las conductas y hasta las mismas enfermedades que tuvieron en la vida real.
Tras seis temporadas, 89 episodios y siete años de trayectoria, Vikingos volvió a la pantalla con Ivar como protagonista. Atrás quedaron las hazañas de Latherta y su hijo Björn, quienes sedujeron a la audiencia con su intensa historia de amor, sus valores y su carácter de lucha.
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Con el debut de la segunda mitad de su sexta temporada -lanzadas hace un par de semanas-, Vikingos intentó demostrar el verdadero poder que tuvo Ivar (Alex Høgh Andersen), uno de los hijos del admirado y respetado Ragnar Lothbrok (Travis Fimmel), el líder guerrero de todos los nórdicos. Fue con este personaje, conocido como “El deshuesado”, con quien el director Michael Hirst se esmeró más para que se asemejara al tirano de la leyenda real.
La leyenda real sobre los nórdicos cuenta que Ivar sufría de la misma enfermedad que se muestra en la serie de televisión, donde el creador lo muestra como un lisiado que se debe arrastrar para poder desplazarse, ya que los huesos de sus piernas son demasiado frágiles como para sostener el peso de su cuerpo y pueden quebrarse. Esa misma enfermedad, osteogénesis imperfecta (huesos frágiles que se fracturan fácilmente) es la que también padecía este temido nórdico en su vida real.
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Esa condición física le imposibilitó –tanto en la ficción como en la realidad- ser un gran guerrero de combate (como sí lo fueron sus hermanos), ya que difícilmente podía pelear en las grandes batalles, por lo que Ivar desarrolla, en cambio, una mente brillante y temida por los cristianos y los propios nórdicos. Considerado por su padre Ragnar como un gran estratega que sería respetado por su inteligencia y maldad, Ivar tenía otra particular condición física que el creador de la serie incorporó a la ficción. Cuanto más azules se ponían sus ojos, más riesgos corría de romperse los huesos.
El cambio de tonalidad advertía que el personaje estaba en peligro. En la leyenda real, esto también sucedió. La explicación se llama “esclerótica azul”, un síntoma de la osteogénesis imperfecta que provoca un cambio en la tonalidad de los ojos y que también afectó al Ivar de la historia verídica.
Existen otras curiosidades sobre los personajes de Vikingos y la relación que guardan con la historia que conocemos. El cambio de tono en los ojos claros de algunos de los personajes de la serie tuvo un rol preponderante en varias escenas de la ficción. En el caso de Ragnar, su mirada turquesa iba perdiendo brillo a medida que él iba perdiendo sus fuerzas para luchar y gobernar. En él, eso representaba menos poder e interés por seguir siendo el líder de los nórdicos. Con otro de sus hijos, Ubbe, ocurrió algo similar: sus intensos ojos azules fueron rápidamente señalados por los indígenas en Norteamérica como una señal de amenaza y peligro.
