Creativo, carismático, adelantado, acaso brillante, y defensor de su amigo, el cura Juio César Grassi, hoy preso por abuso sexual y corrupción de menores. Así de contradictoria es la figura de Raúl Portal, un conductor de televisión que dejó huella, con un estilo alegre y descontracturado. Y también una serie de polémicas que tampoco pueden obviarse cuando se repasa su carrera.
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Es probable que los más jóvenes sean muy chicos para saberlo: Portal fue una de las figuras más importantes de la televisión argentina. Una estrella en los ochenta y buena parte de los noventa, que inventó unas cuantas cosas. Como el formato fagocitador, la tele que mira la tele y se muerde su propia cola. Los programas “de archivo”, que repasan con humor lo destacado de la semana. Su gran éxito se llamó, precisamente Perdona Nuestros Pecados (PNP), que desde el título hacía una declaración de principios: se tomaba el pelo a la TV, pero desde adentro, en segunda persona del plural, como uno más.
De hecho, el sentido del humor que era marca personal del conductor, no admitía acosos ni crueldades como las que hoy abundan en el zapping. Portal se reía con, y no de, la bizarrada televisiva del momento. Lo suyo era risa y humor, pero sobre todo, buen humor. Se definía como un optimista y parecía llevar a cabo una especie de misión, la de llevar una onda positiva a los espectadores.
Desde principios de los ochenta (Semanario Insólito), a Notidormi o PNP, Portal fue el eje de espacios de entretenimiento en el que las noticias de la semana y la televisión eran la materia prima. Con partenaires que compartían la risa: a lo largo de los años, porque su éxito duró varios años, desde Adolfo Castelo a Federica Pais y Mariana Fabbiani. Por supuesto, Fabbiani sería también su nuera, mientras estuvo en pareja con el productor e hijo de Raúl, Gastón Portal. Durante buena parte de su carrera, Portal trabajó con su familia.
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Pero esa materia prima, el contenido, se volvía divertida con su verborrea, sus bromas, sus neologismos y una simpatía al borde de la tentación que lograba, como se dice, atravesar la pantalla. Vale la pena, en ese sentido, la estupenda nota que el colega Marcelo Stiletano publicó en La Nación, abundante de los detalles que importan.
Con el tiempo, ya lejos de sus grandes éxitos, Portal se puso al frente de dos programas que llevaron su nombre, El Portal de las Mascotas y El portal de la vida. Animales y campañas de bien público, otra misión unida al entretenimiento.
A la par, su figura pública era centro de controversias. Políticas, por un pasado como encargado del área de prensa de gobiernos democráticos y no tanto, o por su amistad con el carapintada Seineldín. Pero sin duda fue su defensa de su amigo Grassi (y su vínculo estrecho con la Fundación Felices Los Niños) lo que opacó la luz de su popularidad. Hasta que la muerte lo encontró, después de un tiempo largo con padecimientos de salud, lejos del medio que lo hizo famoso.
