En abril de 2016, uno de los máximos empresarios kirchneristas fue detenido. Lázaro Báez tiene varias causas judiciales en contra, entre las que está apuntado por ser parte de una asociación ilícita para lavar dinero. Pero no es el único hombre de negocios ligado al mundo de Néstor y Cristina Kirchner que cayó.
Este martes, uno de los máximos socios del kirchnerismo quedó contra las cuerdas. Cristóbal López, dueño del Grupo Indalo, se entregó a Gendarmería luego de que el juez Julián Ercolini pidiera su detención. Está acusado de evadir 8 mil millones de pesos en impuestos que debió pagarle a la AFIP.
López nació en Buenos Aires pero se crió en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut. El clima patagónico los unió a todos en un momento de su vida: Lázaro Báez, Néstor Kirchner y él. A diferencia de Báez, el dueño de C5N era empresario cuando empezó a conseguir negocios de la mano de su buena relación personal con el expresidente, a partir de 2003. De esa excelente gestión, obtuvo beneficios por los que, ahora, la Justicia lo investiga por ese armado que consiguió a lo largo de los últimos 15 años.
El dueño del Grupo Indalo compró el hotel El retorno con plata de la inversora M&S y la Justicia comprobó que el dinero que entraba a ese hospedaje después iba a parar al complejo hotelero de los Kirchner. Este entramado es muy similar al que se hacía en Los Sauces y en Hotesur, ambas empresas de los Kirchner.
En el hotel de la familia de la expresidenta, Alto Calafate, le alquilaba decenas de habitaciones a través de sus empresas, modus operandi que también ejecutaba en los inmuebles a nombre de Los Kirchner, administrado por Los Sauces. Pero no es esa investigación la que lo llevó a la cárcel.
En Comodoro Rivadavia, Cristóbal López maneja al menos 15 negocios: desde el juego o la recolección de residuos, a una concesionaria o empresas vinculadas al petróleo, como Oil Combustibles.
Al igual que Al Capone, el legendario capo mafia de la época de la ley seca en los Estados Unidos que cayó por evadir impuestos, Cristóbal López está detenido por no pagar durante años una tasa obligatoria que debía cobrar la AFIP, o sea, el Estado, a través de su petrolera. Fueron 8 mil millones de pesos los que se quedó y con los que potenció su imperio de firmas, empresas y proyectos.
