El juicio oral y público por los crímenes ocurridos en la ESMA durante la última dictadura llega a su fin, cuando se defina si, como pidieron la Fiscalía y la querella, se condene a 18 procesados a penas de 25 años de cárcel y reclusión perpetua.
Por la mañana, el TOF escuchó las últimas palabras de tres de los acusados y luego pasó a un cuarto intermedio para dar el veredicto. En el banquillo estarán Alfredo Astiz, Jorge "Tigre" Acosta, Ricardo "Sérpico" Cavallo, Juan Carlos Rolón, Antonio "Rata" Pernías y Adolfo Donda Tigel (todos marinos). También se está juzgando a Alberto "Gato" González, Carlos "Tomy" Capdevilla, Raúl "Mariano" Scheller, Pablo "Dante" García Velasco, Oscar Antonio Montes, Jorge "Ruger" Radice y Manuel García Tallada. Además están acusados integrantes de otras fuerzas: Julio Coronel (Ejército), Ernesto "220" Weber (policía), Juan Carlos "Lobo" Fotea (policía) y Juan Antonio "Piraña" Azic (prefecto).
Los miembros del Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA son juzgados por 86 casos de delitos de lesa humanidad, entre ellos los secuestros y desapariciones de la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor y sus compañeras María Bianco y Esther de Careaga, el periodista y escritor Rodolfo Walsh y las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon.
La Fiscalía y las querellas pidieron perpetua para algunos acusados, como Astiz y Acosta, y 25 años de prisión para otros por secuestro, homicidio y aplicación de torturas. Puntualmente, el Ministerio Público pidió reclusión perpetua para Astiz, Acosta, Cavallo, Radice, Rolón, Pernías, García Velazco, Coronel, Donda, Scheller, Fotea, Savio y González, y requirió 25 años de prisión para Montes, García Tallada, Capdevilla y Azic.
Serán los jueces Ricardo Farías, Daniel Obligado y Germán Castelli los que dictarán la sentencia, luego de casi dos años de audiencias por los que desfilaron 160 testigos, 79 de los cuales eran sobrevivientes del centro clandestino. Por el campo de concentración que funcionó en la ESMA se calcula que, en total, pasaron alrededor de 4.500 prisioneros, los cuales en su mayoría terminaron siendo arrojados vivos al mar desde los "vuelos de la muerte", que hacían los aviones Electra de la Fuerza Aérea Argentina.