Empezó la temporada de definiciones. Con las fiestas y el calor en el medio, desde acá hasta el 30 de diciembre, el Gobierno asegura que tiene como objetivo central aprobar el Presupuesto y la ley para subir la base punible por evasiones impositivas, mientras avanza con intensidad en la discusión de la reforma laboral, la impositiva y, atención, con un interés particular, la ley de glaciares. Esta es, oficialmente, la estrategia libertaria, pero puede no ser la realidad.
En estas primeras 48 horas con la conformación del nuevo Congreso, hay un line up de acción que aspira a lograr media sanción este miércoles 17 de diciembre y la aprobación final en el Senado el 29, apenas un día antes del final de las extraordinarias y a tres días del Año Nuevo.
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Las conversaciones adrenalínicas y permanentes con los gobernadores, la conformación de la primera minoría en Diputados y el envión de las elecciones diseñó un plan de acción que nadie reconoce en voz alta, pero que los principales funcionarios involucrados empiezan a aceptar en voz baja: que es muy posible que Argentina tenga otro año sin Presupuesto, a pesar del pedido explícito del FMI.
La ley que configura el mapa económico de previsión, gastos e ingresos —una herramienta casi imprescindible que la Rosada asegura que quiere conseguir— empieza a alejarse del objetivo. No sólo resta mucho por consensuar, sino que muy pocos imaginan —en el oficialismo y en los aliados— cómo lograrían siquiera que haya vuelos suficientes para garantizar que los senadores vengan de sus provincias en medio de las fiestas. Eso, en el mejor de los casos. Un alto funcionario con despacho en la Casa Rosada decía ayer: “Ya se empantana con el dictamen en Diputados. Falta mucho por negociar”.
Es posible que el interés en sacar el Presupuesto se haya ido diluyendo en una necesidad mucho más imperiosa, más simbólica: la reforma laboral. El oficialismo fue corriendo el centro de sus motivaciones a la decisión de lograr, como sea, que antes del 1 de marzo —cuando empiecen las sesiones ordinarias— la “modernización” esté sancionada. Por eso, el gesto a los sindicalistas, aun cuando la CGT hará una movilización la próxima semana. Quedó un artículo que inquieta a los gremios sobre expresar la voluntad individual de cada trabajador de que le resten la cuota sindical, pero se supone que es apenas una herramienta de negociación, un párrafo para ser extinguido a cambio de apoyo.
El proyecto llegó con la firma del Presidente al Senado y el aval del Consejo de Mayo. Ahora está en manos de Patricia Bullrich, que motoriza todo el plan de acción legislativo para esta reforma.
Predadores: el enojo de los empresarios
“China produce el 50% de acero del mundo. Frente a una caída del consumo y a una restricción de su mercado, está entrando con una agresividad, una actitud predatoria, que yo la definiría como un comercio desleal y predatorio”, dijo ayer Paolo Rocca en una conversación con Bullrich en el seminario Propymes.
En el diálogo, habló de las 1180 compañías que constituyen ese conglomerado industrial y, para dar dimensión humana de lo que significa, enumeró que el empleo en todas esas empresas, de clientes y proveedores, “supera las 50 mil personas, y si sumamos a las 25 mil personas que trabajan en el grupo Techint en Argentina, somos casi 80 mil empleados en una cadena sustancialmente formal. Una cadena industrial”. Entonces le dijo a Bullrich: “La industria tiene mucha angustia por esto”. Se refería, claro, a China, y así Rocca expresó en público lo que no logra decirle en privado al Presidente, porque a diferencia de sus antecesores, Milei no mantiene conversaciones personales con el círculo rojo. No hay reuniones en Olivos.

Los principales industriales del país no lo dirán en público, pero empiezan a sentirse desconcertados por la falta de canales conducentes para vehiculizar sus inquietudes y preocupaciones. Guillermo Francos mantenía una escucha permanente (todavía lo sigue haciendo en muchos casos), pero el desasosiego es porque ni Francos ni nadie, por ahora, les garantiza que Javier Milei tenga interés en morigerar el impacto de lo que consideran mucha desigualdad en la competencia, aun cuando sus principales funcionarios se muestran más activos para ayudar en ese sentido.
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Hay que mirar esos laberintos con atención, porque a pesar de que tienen diálogo muy fluido con Toto Caputo, Pablo Lavigne y Carlos Guberman, la sensación que reciben es que transmiten una preocupación que es bien escuchada, pero que no tiene feedback. La UIA ya expresó de muchas maneras que para tener precios globales con calidad global deben acceder a un esquema impositivo mucho menos intenso. “Nosotros no podemos financiar tu equilibrio fiscal con nuestra autodestrucción”, escucharon Lavigne y Guberman esta semana en una reunión con industriales.
Hubo un momento en que Santiago Caputo parecía ser el sendero que llevaba las inquietudes hasta el centro del poder. Ahora los industriales dudan. El asesor sigue ofreciendo reuniones, pero no todos van. Si se mira con atención, Diego Santilli empezó a tener encuentros con el círculo rojo como una oreja que se presta a oír reclamos. ¿Los transmite al Presidente? Por ahora son solo charlas.
En el diálogo con Rocca, Patricia Bullrich mostró comprensión y prometió respuesta, pero nadie es muy optimista sobre el resultado.
Operativo para calmar a Gianni
En todo este escenario, la Rosada está logrando una paz interna que encapsula la tensión que sigue existiendo, pero que se muestra, sin dudas, mucho más ordenada. De hecho, suceden cosas impensables, como que en la provincia de Buenos Aires, donde la fricción entre el sector del ahora diputado y armador karinista, Sebastián Pareja, y las Fuerzas del Cielo era casi una batalla campal, ahora hay armonía.

Sin embargo, con la cúpula en paz, estalló un conflicto de escala chica, pero de consecuencias que podrían ser grandes si se desmadra. Es el caso de Leila Gianni en La Matanza. Recordemos que la abogada, ex camporista, ex funcionaria legal de Capital Humano, se recicló como candidata estrella en el principal distrito del Conurbano. Sucedió en el interior libertario cierta desprolijidad con las promesas, aparentemente porque ellos garantizaron ser vicejefa del bloque de LLA y ella pretendía más: vicepresidenta del Concejo Deliberante, una ambición desmedida para las opciones vigentes.
Como sea, ella sorprendió yéndose del bloque y armando uno propio. A esta hora, hay mensajes insistentes para contener la desilusión de Gianni: “Si ella habla, podría hacer un desastre”, dicen en el interior libertario. El final es abierto.
La paritaria de los ministros
Hay otras demandas para el verano. La Rosada habilitó políticamente las vacaciones y la libertad de acción sobre los destinos que elija el Gabinete, pero hay un tema bastante más incómodo que crece y que lograron contener con la promesa de un enero feliz: actualizar los sueldos de los funcionarios políticos. Un integrante del círculo más íntimo del poder está personalmente dispuesto a renunciar si no le cumplen la promesa de una actualización salarial. “A mí me prometieron que en enero aumentan. Si no pasa, me voy”, dice en su despacho.

Es una tensión solapada que no genera conflictos abiertos, pero que empieza a horadar la paciencia, sobre todo de los funcionarios que tienen su economía dependiendo exclusivamente de su sueldo como ministros. También hay problemas para lograr ocupar con profesionales muchos puestos vacantes o que necesitan personas idóneas. El asunto es que, dos años después de asumir, la decisión presidencial de congelar los ingresos de los cargos políticos con el argumento de no convertirse en casta dejó los montos en cifras muy inferiores a los del Congreso, solo por dar un ejemplo.
En bruto, el Presidente cobra 4 millones de pesos, la vice 3,7 millones y los ministros 3,5 M. Un secretario de Estado, 3,2 M, mientras que un diputado llega a 7 millones y los senadores, 9,5 millones, siempre contando cifras en bruto. Es una tensión solapada que no genera conflictos abiertos, pero que empieza a horadar la paciencia, sobre todo de los funcionarios que tienen su economía dependiendo exclusivamente de su sueldo como ministros. Es un problema boutique, pero inquietante: ¿cómo justificarlo frente a una sociedad que está sufriendo la economía, la baja del empleo y del consumo? El jefe de Gabinete, Manuel Adorni, y Karina Milei están dispuestos a intentar ejecutar el aumento en enero, cuando el calor y las vacaciones distraigan la agenda. ¿Se hará? La decisión está en manos del Presidente.


