La Argentina votó este miércoles a favor del embargo de Estados Unidos contra Cuba en la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), en un giro diplomático que marca un nuevo gesto de alineamiento internacional del gobierno de Javier Milei con la administración de Donald Trump.
El resultado fue contundente: 165 países se pronunciaron por el levantamiento de las sanciones, 7 lo hicieron en contra —entre ellos Estados Unidos, Israel, Ucrania, Paraguay, Hungría, la República Checa y la propia Argentina—, y 12 se abstuvieron. La resolución, como cada año desde 1992, fue aprobada por una abrumadora mayoría, aunque no tiene carácter vinculante.
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La posición argentina implicó romper con más de tres décadas de votaciones en el mismo sentido: históricamente, el país había acompañado los reclamos cubanos por el fin del embargo, en defensa del principio de no injerencia y como gesto recíproco por el apoyo de La Habana a la causa Malvinas.
Esta vez, el gobierno de Milei —a través del flamante canciller Pablo Quirno— ordenó acompañar el voto de Washington, en línea con su política exterior de alineamiento “sin condiciones” con Estados Unidos y con la Casa Blanca republicana.

Desde el retorno del peronismo en 1989 hasta 2024, la posición argentina había sido invariable: siempre votó a favor de la resolución que condena el embargo, considerada por amplios sectores de la comunidad internacional como una medida unilateral y contraria al derecho internacional.
La ruptura de esa tradición se da en un contexto de fuerte sintonía entre Buenos Aires y Washington. Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca en enero, el Gobierno argentino reforzó su respaldo político y económico a la administración republicana, con apoyo explícito del Tesoro estadounidense y gestos públicos de afinidad entre ambos presidentes.
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El cambio de postura también supone el cierre de un ciclo interno en la Cancillería. La votación sobre Cuba fue el punto de inflexión que en 2024 le costó el cargo a la entonces ministra Diana Mondino, luego de que la representación argentina ante la ONU mantuviera la posición histórica del país y votara por el levantamiento de las sanciones.
Esa decisión desató la furia de Milei, que poco después desplazó a Mondino y promovió la llegada de Gerardo Werthein, quien a su vez renunció días atrás, dando paso a la designación de Quirno.
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El embargo, vigente desde 1960 y aplicado de manera completa desde 1962, limita las relaciones comerciales y financieras entre Cuba y las empresas estadounidenses o con participación de capital norteamericano. Pese a los reclamos anuales de la ONU, Washington mantiene su vigencia como instrumento de presión sobre el régimen de La Habana.
Con su voto, la Argentina se sumó por primera vez al reducido grupo de países que respaldan esa política, en una señal que consolida la alineación internacional de Milei con Trump y deja atrás más de treinta años de tradición diplomática argentina en la ONU.


