Es difícil encontrar una palabra para definir el clima en el peronismo por estas horas. Desconcierto y estado de shock podrían describir los primeros instantes en que empezaban a llegar los datos de mesas testigo y no reflejaban los números que esperaban en la previa a las elecciones legislativas de este domingo. Y el resultado oficial terminó de dar el golpe de nocaut.
Pasadas las horas de conocida la derrota, Fuerza Patria aun sigue en estupor. Estaba todo armado para celebrar una victoria, pese a que hasta los más entusiastas reconocían que sería por menor margen. Pero ni los más pesimistas hablaban de una derrota. Alguno se animó a alertar que la remontada libertaria podía dar vuelta el tablero, pero era una expresión minoritaria. Si hasta Máximo Kirchner se acercó a la sede partidaria para una hipotética foto de una nueva victoria que no ocurrió, aunque sí subió al escenario, con gesto adusto.
Leé también: LLA revirtió la derrota en la provincia de Buenos Aires y Santilli se impuso por menos de un punto
Kicillof fue el único que habló, escoltado por Kirchner, Sergio Massa y un puñado de candidatos al Congreso, entre los que figuraban Jorge Taiana y Juan Grabois. Hubo referencia a Cristina Kirchner y la arenga a “construir una alternativa”. “Ni miedo ni tristeza, ni resignación, más trabajo, más militancia, más organización y más fuerza”, expresó el gobernador.

Claro que el día después de la derrota es una incógnita. La primera tentación es retomar los viejos debates que crisparon al peronismo. Uno de ellos es el tan mentado desdoblamiento bonaerense, que pese a posibilitar una victoria de 14 puntos el 7 de septiembre, dejó un sin sabor a los kirchneristas, que preferían unificar esfuerzos en una sola elección.
Leé también: En el Congreso, Milei logró un tercio en ambas cámaras y quedó a un paso del quorum propio
La propia Cristina Kirchner repitió en cada ocasión que pudo que era un error la decisión de Kicillof y ese reclamo se extendió hasta estos días. Y se volvió a escuchar con fuerza con el resultado puesto de las nacionales. “CFK tenía razón”, fue una de las primeras reflexiones.
El caso es que el Gobernador no salía airoso en ningún escenario para el núcleo duro K. Si ganaban por más margen, le hubiesen reclamado una mejor performance en la provincia; si ganaba por menos, le recriminarían el error y si empataba la diferencia, le echarían en cara el esfuerzo económico y militante de separar los comicios. Pero no estaba contemplado en ningún escenario una derrota.
Los más reflexivos se animan a mirar más allá de la tensión interna y amplían la mirada a otras fuerzas y otros territorios. “Hay que reflexionar ahí para entender por qué estando tan mal, tanta gente mantiene estos niveles de apoyo a LLA”, mencionó a TN un dirigente con diálogo con todos los sectores.
Primeras reacciones “en caliente”
El exministro y referente de La Cámpora Juan Cabandié publicó este domingo una serie de mensajes en sus redes sociales en los que lanzó duras críticas internas al oficialismo, con reproches dirigidos al sector kirchnerista que conduce Cristina Fernández de Kirchner, aunque sin mencionarla directamente.
Cabandié cuestionó el “diseño caprichoso de minoría de algunos dirigentes del AMBA”, a quienes responsabilizó por los malos resultados electorales y por haber llevado al peronismo “al abismo”. En ese sentido, señaló que en varias provincias se impulsaron listas marginales que debilitaron los acuerdos locales. “Las minorías no transforman. Transforman las mayorías. Estamos lejos de lograrlo”, sostuvo el dirigente camporista.
En otro tramo de sus publicaciones, advirtió que “para el peronismo, la derrota es un error propio” y subrayó que el espacio del Área Metropolitana de Buenos Aires “perdió 6 de las últimas 7 elecciones”. Según Cabandié, el principal problema es que “diseñar desde la capital las candidaturas de las provincias y no respetar las construcciones locales” ha sido una de las causas de las “múltiples derrotas”.
Con tono autocrítico, el exfuncionario insistió en la necesidad de reconstruir un “proyecto nacional con representantes provinciales, con votos y con carácter federal”, al tiempo que dejó entrever su malestar con la conducción política del kirchnerismo y con la falta de apertura hacia otros sectores del peronismo.
La interna no resuelta en el peronismo
El peronismo viene postergando un debate interno desde hace meses, matizado por el buen resultado electoral del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires. Antes, en el armado de listas bonaerenses estuvo en riesgo la unidad, al punto tal que en las filas del gobernador Axel Kicillof tenían preparadas nóminas propias. Todo eso quedó sepultado -más no resuelto- por la victoria de más de 14 puntos sobre La Libertad Avanza.

Y ahora, en la previa a las elecciones legislativas nacionales, la máxima en el peronismo fue no volver a tensionar el vínculo entre los distintos sectores. Y la campaña fue en esa tónica, sin demasiados reclamos internos, con el foco en direccionar los esfuerzos a confrontar con la gestión de Javier Milei. Propios y ajenos coinciden en que el día después volverán las discusiones pendientes.
El desafío es poder abrir viejos -y no tanto- debates sin alterar la buena convivencia. Y hay una certeza: mirar hacia adelante. “El objetivo es avanzar en materia de lo que tiene que ser la agenda del próximo gobierno”, confió a TN un dirigente de La Cámpora.
En la misma línea, el referente K agregó: “Todos los sectores vienen planteando lo mismo que viene diciendo CFK, que es que hay que discutir cómo se sale de este endeudamiento tremendo y cómo se soluciona a corto (familias), mediano (empresas) y largo (país) plazo”.
Ahora bien, los últimos dos meses no fueron solo una tregua entre las partes para no agredirse durante la campaña. También hubo gestos claros y concretos de acercamiento, que antes parecían muy lejanos.
En un repaso rápido, entre una elección y otra, Kicillof finalmente se reunió con Cristina Kirchner, uno de los reclamos más repetidos en La Cámpora (le recriminaban no haberla visitado en más de 100 días de prisión domiciliaria). Ahora, el desafío es no caer en la tentación de reabrir viejas heridas, pero también cimentar una unidad que sea más que estar todos juntos, porque eso ya no alcanza para ganar, y menos para gobernar.

