El fracaso de Ficha Limpia en el Senado no solo habilitó una posible candidatura de Cristina Kirchner a diputada nacional, sino también la volvió a poner en el centro de la escena electoral, en la discusión abierta sobre el armado de las listas peronistas. La titular del PJ no está dispuesta a ceder la lapicera, pero su poder empezó a ser cuestionado en algunas provincias, en donde el malestar con La Cámpora es creciente.
El objetivo es evitar que se replique una rebelión similar a la de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires que, desoyendo las intenciones de la expresidenta, desdobló las elecciones. Eso abrió una pelea interna en el PJ bonaerense con Máximo Kirchner, que hizo peligrar la suspensión de las PASO.
Finalmente, Cristina Kirchner ordenó votar a favor del proyecto, pero se inició una nueva disputa por el calendario. De todos modos, está a un paso de lograrse la sanción de la ley que extiende a 50 días el vencimiento del plazo para la presentación de candidaturas, un punto intermedio entre lo que querían ambas partes. Pero las heridas son profundas.
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La decisión de Kicillof de anteponer su necesidad de intentar retener la mayoría en la Legislatura bonaerense, aun a costa de poner en riesgo el triunfo del peronismo en las elecciones generales de octubre -según le recriminan desde el kirchnerismo duro-, tuvo como antecedente, la interna que le plantó el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, a Cristina Kirchner para la presidencia del PJ, que terminó definiendo la Justicia a favor de la exmandataria.
El Movimiento Derecho al Futuro, que lanzó el gobernador bonaerense; la propuesta de algunos intendentes del conurbano de ser candidatos testimoniales si la expresidenta decide encabezar la lista a diputados por la tercera sección electoral; la pelea en varios distritos con La Cámpora; el enojo por la intervención del PJ en varias provincias y la amenaza a expulsar del partido a quienes llegan con el sello peronista y luego votan en contra, son todos frentes abiertos para Cristina Kirchner, que intenta contener un efecto contagio.
¿Rebelión en las provincias?
Quintela era el candidato a presidir el PJ con diálogo directo con los gobernadores y exgobernadores peronistas. Proponía abrir el partido para volver a convocar a dirigentes que se habían alejado durante el kirchnerismo. Cuando se impugnó su lista y la Justicia dio la razón, quedó una olla a presión en muchos distritos en los que creen que es hora de que un dirigente del interior encabece el peronismo, para aportar una visión federal.
Uno de ellos es Mendoza, una de las provincias en donde la alternancia entre el PJ y la UCR se mantuvo firme durante 15 años, pero se quebró en 2015, cuando durante 10 años el radicalismo destronó al peronismo, que ahora intenta recuperar terreno. La amenaza vedada es que la jurisdicción en la que Javier Milei ganó cómodamente en 2023 y se llevó a la vicegobernadora Hebe Casado -exreferenta del PRO- a sus filas, termine sumándose al camino libertario.

En ese contexto, el 31 de mayo se realizará el Congreso del PJ mendocino para actualizar la carta orgánica y redefinir los mecanismos internos para la elección de candidatos nacionales, sin PASO. El telón de fondo será la fuerte pelea interna de los intendentes peronistas con La Cámpora, algo similar a lo que pasa en la provincia de Buenos Aires.
El encuentro será en San Rafael, el municipio gobernado por Omar Félix, el hermano del exintendente Emir Félix, un expreso opositor a la camporista Anabel Fernández Sagasti, de línea directa con Cristina Kirchner.
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En octubre, el peronismo mendocino pone en juego dos de sus tres bancas en la Cámara de Diputados nacional, las de Adolfo Bermejo y Liliana Paponet. Para reemplazarlos, el kirchnerismo quiere a Fernández Sagasti -hoy senadora nacional que, de ser electa y renunciar a su banca, dejaría en su lugar a otro camporista, Martín Aveiro-, mientras que los intendentes pretenden que uno de ellos encabece la lista y un nombre que suena fuerte es el de Emir Félix.
La discusión está abierta, bajo la premisa de retener las bancas en juego. Por eso, el mandato es, sin distinción de cercanía política, “reorganizarse, fortalecer el vínculo con la militancia y prepararse colectivamente para una nueva etapa”.
Pero también el peronismo tucumano está convulsionado. Cuando Cristina Kirchner abrió la puerta a una posible expulsión de dirigentes elegidos en una boleta del PJ, que luego se manejaron como aliados de Milei, en Tucumán entendieron que uno de los apuntados era el gobernador Osvaldo Jaldo. Inmediatamente, convocaron a una reunión partidaria y avalaron la postura dialoguista del mandatario provincial.
Este viernes, será el turno de la reunión del Congreso del PJ tucumano, en la que evaluarán lo decidido en ese encuentro previo, para avalarlo o rechazarlo, nadie piensa en esa segunda opción. Además, intentarán decidir la convocatoria a internas partidarias para definir los candidatos y posibles alianzas.
Si no hay acuerdo entre el sector que responde a Jaldo y el que está alineado con Cristina Kirchner, la amenaza latente es la de la intervención, para sacarle al gobernador el sello peronista y que deba competir por fuera. No está despejada tampoco la duda sobre un posible acuerdo con La Libertad Avanza al estilo chaqueño, aunque Karina Milei sostiene que en Tucumán quiere asegurar el purismo libertario.