La revista The New Yorker publicó un extenso perfil de Javier Milei escrito por el periodista estadounidense Jon Lee Anderson, autor de una de las biografías más reconocidas de Ernesto “Che” Guevara. En el texto, calificó de “rimbombante y errático” al Presidente, a sus políticas “de ultraderecha” y afirmó que el ajuste recayó, en gran medida, sobre los jubilados.
En el texto de unas 15 páginas titulado “El enemigo del Estado” en la versión papel y “Javier Milei le declara la guerra al Gobierno argentino” en la web, Anderson describe Milei como “un economista libertario dado a provocaciones escandalosas que quiere rehacer la nación”, y se pregunta si “podrá sobrevivir a su estrategia de terapia de choque”.
En las redes, difundieron el artículo con el título “The other MAGA president” (El otro presidente MAGA, por Make América Great Again (Hacer América Grande Otra Vez), el acrónimo del lema de Donald Trump o, en este caso, Make Argentina Great Again) y lo describen como “rimbombante y errático”.
Lee contó que al principio de la entrevista Milei le ofreció sacarse una selfie con él y al tomar su famosa pose para fotos “con el rostro inclinado hacia la buena luz, los labios fruncidos y dos alegres pulgares hacia arriba” Milei le hizo acordar a Alex, protagonista de La Naranja Mecánica de Stanley Kubrick. Cuando se lo comentó, “los ojos de Milei brillaron y asintió, riéndose, y luego amablemente retomó la pose”.
El periodista repasó datos conocidos de Milei, como que lo apodan “el loco” o su llamativo estilo capilar. “Durante mi visita, su estilista paró la conversación para ajustarle el pelo”, contó el periodista y señaló que Milei explicó detalles sobre la diputada Lilia Lemoine: “Ella quiere que tenga una mezcla entre Elvis Presley y Wolverine”. “Pasó de ser un economista de bajo perfil a invitado frecuente a programas y ahora Presidente”, resumió Anderson.
A su vez, describió la oficina del mandatario como una “atmósfera crepuscular”, con pesadas cortinas doradas “cerradas con alfileres para impedir la entrada de la luz”. Milei le dijo que era “fotosensible” y también le contó que “la tarea de combatir la inflación lo mantenía trabajando desde el amanecer hasta bien entrada la noche, y que eso le estaba sacando canas”.
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Otro de los detalles que sorprendieron a Anderson fue la relación entre el líder del Ejecutivo y sus “hijos de cuatro patas”. Milei le compartió que “una vez a la semana se las arreglaba para salir a pasear con sus ‘hijos de cuatro patas’” y durante la charla evocó a Conan, uno de sus mastines ingleses que murió en 2017. “Se refiere al animal en tiempo presente y asegura que puede comunicarse telepáticamente”, manifestó, Anderson. Y confiesa acto seguido: “No quise hacerle preguntas sobre Conan. Me dijeron que había un tabú en torno al tema”.
En la nota, Lee Anderson hace un breve repaso sobre la infancia y adolescencia del Presidente, menciona la violencia que ejercían sus padres, su afición por el deporte y las bandas de rock y su dificultad para relacionarse con otras personas. “Fuera del trabajo, Milei parece haber llevado una vida solitaria. Al parecer tenía pocos amigos cercanos y pasó una década sin hablar con sus padres. Mariano Fernández, un economista que trabajó con él a partir de 2005, lo recuerda como un solitario; Fernández lo llevó algunas veces a bares, donde Milei, abstemio, pidió jugo. La conversación era generalmente impersonal, centrada en política, perros y, la mayoría de las veces, debates sobre economía”, agregó.
También pone el foco en su hermana y Secretaria General de la Presidencia, Karina Milei: “Apodada con el pseudónimo El Jefe, ejerce una inmensa influencia sobre su hermano; si quiere que despidan a alguien, su decisión es definitiva”.
Lee Anderson también hace hincapié en los “modos de Milei” y recordó que “se burló de sus oponentes llamándoles ‘c... rotos’, calificó a Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, de ‘corrupto’ y ‘comunista’, y describió al Papa Francisco, un reformista de modales suaves, como ‘un asqueroso izquierdista’ y ‘el representante del Diablo en la Tierra’ .
También hace un repaso de su relación con Donald Trump, del que Milei analizó toda la comunicación. El periodista encuentra similitudes con el presidente electo de Estados Unidos. “Al igual que Trump, Milei coqueteó con elementos reaccionarios sin llegar a reconocerlos”, señala. En este sentido, Jon Lee Anderson evoca a la vicepresidenta, Victoria Villarruel, “una guerrera cultural ultraconservadora, tan interesada en cuestiones sociales como en las económicas”.
El periodista hace una descripción de la realidad social y económica argentina y del éxito que tuvo Milei en barrios humildes. “Cuando lo conocí este otoño, había recortado el gasto público en un treinta por ciento y había comenzado a reducir la inflación. Pero lo había hecho modificando el pacto entre el Estado argentino y sus ciudadanos: recortando los aumentos del costo de vida para los jubilados, la financiación de la educación y los suministros para los comedores populares en los barrios pobres. Según con quién se hablara, la Argentina de Milei era un paraíso terrenal en ciernes o un avión que se precipitaba hacia el suelo”.
Jon Lee Anderson también contó que le preguntó por los jubilados: “Reaccionó con desdén y culpó a los kirchneristas“. “Me parece fabuloso que quieran darles un aumento a los jubilados, pero deben explicarme cómo lo van a financiar”, le dijo el mandatario. “Milei siguió hablando acaloradamente durante cinco minutos, escupiendo números. Ni una sola vez expresó simpatía por los jubilados, ni siquiera los reconoció como personas”, contó Anderson.
El periodista estadounidense también habló de la preocupación por la “estabilidad emocional” de Milei a medida que se acerca al final de su primer año como Presidente. “En un país donde la psicoterapia es una obsesión generalizada, casi todas las personas que conocí ofrecieron un diagnóstico. La mayoría coincidía en que Milei estaba, como mínimo, desequilibrado”, sostuvo.
Pese a las críticas en el perfil, Milei no dudo en compartir el artículo en redes sociales al grito de “Fenómeno barrial. ¡Viva la libertad carajo!”.