Día a día, Javier Milei avanza un casillero tras otro. Logró transmitir las señales correctas para que el riesgo país descienda a 967 puntos, el menor valor en más de cinco años; fragmenta a los partidos de la oposición, que no sabe bien cómo pararse, y adopta medidas populares como suprimir privilegios en la ahora ex AFIP o disolver organismos burocráticos que esconden altos sueldos. Los números de varias encuestas lo acompañan pero, sin embargo, le marcan algunas señales de alerta.
Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, dieron esta semana mensajes adecuados. La Argentina está dispuesta a pagar los vencimientos de los bonos de la deuda. Para hacerlo, además de haber anticipado una transferencia de US$1500 millones a una cuenta en Nueva York, el país avanza en un REPO por otros US$2800 millones con un grupo de bancos para reforzar las reservas y renovará el swap con China; el BCRA consiguió comprar US$1200 millonesy, gracias al ministro de Justicia y su vice, Mariano Cúneo Libarona y Sebastián Amerio, la Argentina sacó una buena nota en la tarea de perseguir el lavado de dinero.
“El programa está bien encaminado. Pero el riesgo país va a bajar sustancialmente más a medida que se vaya levantando el cepo y los bonos ganen liquidez en un mercado financiero más fuerte¨, dijo el economista Fausto Spotorno.
Polarización con el kirchnerismo
Es evidente que la polarización política no está jugando en contra del desempeño financiero de la Argentina. Pruebas a la vista.
Hablemos ahora solo de política. Esta semana asistimos a la primera temporada del enfrentamiento entre Milei y Cristina Kirchner. A golpes de posteos lanzados como misiles, ya vimos varios capítulos de una serie que tendrá, por lo menos, cuatro temporadas. Termina a finales de 2027. Nadie está dispuesto a ceder y ayer mismo Cristina Kirchner visitó una universidad y habló de graves problemas presupuestarios. Continuará.
Milei y Cristina se eligen como rivales excluyentes. Elisa Carrió marcó el riesgo que corre Milei: dijo que el Presidente juega con fuego y puede terminar perdiendo la elección legislativa en la provincia de Buenos Aires, y alertó que con lo cual caerá su gobierno. Carrió se equivoca en la conclusión: ningún gobierno cae cuando la valoración que la ciudadanía hace de la economía es buena. Pero el riesgo de deterioro es real.
Por eso, Cristina aspira a presidir el PJ nacional para visibilizarse como jefa de la oposición, resistir la casi segura condena judicial, armar las listas de 2025 y fortalecer el bastión bonaerense para atacar a Milei el año próximo y en 2027. Sabe que Milei, con la ayuda del PRO, necesita ganar el bastión bonaerense y ella hará todo para impedirlo. Por eso anticipó la pelea por el liderazgo un año.
Algo parecido ocurre con la UCR. Milei también gana con una nueva división del partido centenario. El radicalismo tiene una interminable historia de rupturas -la UCR antipersonalista, la Renovadora, la Del Pueblo, Intransigente y muchas otras- y está inmerso en una nueva crisis de identidad.
La presencia de De Loredo en la reunión de jefes de bloque que organizó la Casa Rosada fue solo la excusa para la fractura del bloque, que ya estaba dividido. Ahora existen, por un lado, el bloque Democracia para Siempre, con 12 diputados que responden a Martín Lousteau y Facundo Manes, un sector progresista, estatista y antimileista. Por el otro, el bloque de la UCR de 21 diputados, comandado por De Loredo y donde conviven radicales moderados como Julio Cobos y Mario Barletta, los radicales peluca y en el cual también tienen gravitación voces de varios gobernadores, entre ellos uno austero y de peso como Alfredo Cornejo. Todos más proclives a escuchar al Gobierno. Milei tenía antes 5 radicales peluca; ahora tiene una pecera de 21 donde buscar apoyos.
Mientras, el presidente del Comité de la UCR, Lousteau, no utilizará el nombre del partido para dejar abierta las puertas a conformar un espacio más amplio. ¿Con Encuentro Federal y el emergente partido Hacemos por Nuestro País, donde están Juan Schiaretti y Florencio Randazzo? Un nuevo espacio de centro está en formación, pero aún le falta mucho para tener una identidad clara y forjar un liderazgo. Pensar un espacio con múltiples dirigentes y sin liderazgos puede ser una opción, pero no es seguro que responda a los parámetros políticos y culturales argentinos.
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Milei se beneficia de todas las fracturas. A esta altura habrá aprendido que lo que él más detestaba, hacer política, es lo que más le termina rindiendo.
En suma, el riesgo país baja, los mercados le sonríen, el dólar se mantiene estable, el blanqueo es un éxito y, aún siendo una minoría legislativa en ambas cámaras, La Libertad Avanza consigue tener poder de veto. Faltando dos meses para fin de año, no parece imposible que pueda lograr la aprobación del presupuesto nacional, que lleva su impronta de déficit cero, y tal vez, pueda avanzar con el proyecto de privatizar Aerolíneas Argentinas. La privatización del Belgrano Cargas, por ahora, es solo un anuncio cuya concreción, según el propio Federico Sturzenegger, demandará años.
El bolsillo duda
Los datos económicos que afectan al bolsillo son auspiciosos, pero la recuperación es lenta. El despegue no es una “V” corta sino una pipa en la que la pata larga, la caña ascendente, carretea bajo. Un avión que para despegar necesita varias pistas.
La inflación sigue bajando y los salarios recuperaron lo perdido desde diciembre: en agosto, los ingresos privados registrados crecieron 5% y los públicos 4,7%, es decir, en promedio, de 4,8%, por arriba de inflación del mes que fue de 4,2%. En el acumulado del año, ya recuperaron lo que cedieron frente al salto devaluatorio de diciembre, pero siguen perdiendo por goleada si se los mide contra la inflación interanual y con la evolución de los últimos cinco años. Por eso, en agosto el consumo en supermercados creció apenas un raquítico 0,2 por ciento contra julio. Eso sí, una luz verde que, si se repite, mostrará que se frenó la caída. También continúa cayendo el consumo de combustible, aún cuando los precios hayan bajado.
La explicación es simple: el poder adquisitivo, es decir, el dinero disponible para que los consumidores compren bienes y servicios, después de pagar sus gastos fijos (incluyendo tarifas), sigue atrasado. Nada de eso es culpa de Milei. Pero el bolsillo no lo sabe.
¿Qué dicen las encuestas? ¿Cómo traducen esa realidad política y económica?
El Índice de Confianza del Consumidor de la Universidad Torcuato Di Tella, que había mostrado una caída en septiembre, mostró una suba de 8,8% en octubre. Pero hay un dato a no pasar por alto: los encuestados confían más en las condiciones presentes, 13,37%, pero tienen más incertidumbre en las condiciones futuras, donde el índice es de 6,47%. Y la variación respecto del mes anterior es sustancialmente mayor en el interior del país, 15,59%, que en CABA y GBA.
Los números se explican, tal vez, porque el Gobierno cumplió con su promesa de bajar la inflación y, también, porque la agricultura y la minería y canteras -que obviamente se desarrollan en el interior del país- son los únicos dos sectores de las 16 ramas de actividad económica que, desde principio de año, siempre arrojaron números altamente positivos.
Miremos los reveladores números que arroja el estudio de Synopsis, dirigido por Lucas Romero. En octubre la valoración de desempeño del Gobierno anota su quinto mes consecutivo de deterioro. Tiene la valoración positiva más baja de este ciclo presidencial (38,9%) y la valoración negativa más alta (54,2%). Aun así, el nivel de aprobación es mayor al que ostentaba Alberto Fernández en sus primeros 10 meses. “La evolución parece responder al natural proceso de desgaste de todo gobierno, más aún para un gobierno que está atravesando un proceso de correcciones económicas que produjo caída en el poder adquisitivo, retracción del consumo y aumento del peso de los servicios en el ingreso”, explicó Romero.
Como consecuencia de que Milei logra bajar la inflación, en octubre, el estudio arroja que el tema dejó de ser una preocupación. El nivel de temor por la escalada de precios es de 12%, el segundo más bajo de los últimos 8 años. Mientras las mayores preocupaciones recaen en la corrupción, con 32,5% -”fruto de las denuncias denuncias permanentes que hace Milei sobre los curros en el Estado”, explica el estudio- y en el desempleo, donde llega al 27,4%.
Pero el estudio arroja otros tres datos muy interesantes, que deben ser mirados de cerca:
- 1. Aún considerado que el ajuste que realiza el Gobierno puede ser excesivo o muy excesivo para una mayoría, también más del 50% cree que el ajuste era medianamente necesario, bastante necesario o totalmente necesario. Es decir, los ciudadanos están dispuestos a acompañar el proceso actual.
- 2. Las expectativas económicas para 2025 no se recuperan. Es decir, la baja de la inflación no alcanza y la gente pide algo más. La expectativa negativa sobre cómo estaremos en un año alcanza al 48,7%.
- 3.. La imagen pública de Milei sigue en caída y llega al 57%, por encima de la imagen negativa del Gobierno que es del 54%. Lo que tal vez se explica porque la realización del estudio coincidió con la sanción de las leyes de movilidad jubilatoria y de presupuesto universitario; con los dos vetos que logró imponer y la protesta de los sindicatos del sector. La semana próxima será feroz en protestas y paros.
En suma, si arriesgamos una conclusión, pareciera que los encuestados parecen estar dispuestos a apoyar el ajuste y valoran la gestión de Gobierno por encima de la imagen de su factotum, Milei, a quien le pasan la factura por medidas de ajuste que son impopulares pero que son vistas como necesarias. Gobernar siempre tiene costos.
Cuando participamos en política para polarizar, sólo buscamos reformar una identidad, definir quiénes somos. Así comenzó Milei su gestión, definiéndose como libertario y contrario al peronismo que sobredimensionó al Estado. Buscó ganar en identidad. Es lo que continúa haciendo cuando polariza con Cristina Kirchner. Pero cuando participamos en política para resolver un problema, es porque se está dispuesto a arribar a una transacción. Incluso, partiendo de una polarización, quien quiere resolver cuestiones, está dispuesto a ceder. Milei, para gestionar, buscar la aprobación de las leyes o de sostener sus vetos, está dispuesto a negociar y hacer política. Tiene una curva de aprendizaje positiva.
En cambio, cuando participamos en política para expresar lo que somos, quiénes somos y cómo pensamos, es porque queremos subrayar que nuestra orientación política es nuestra identidad.