Matías Vincent tiene 23 años, cuatro hermanos más grandes que ya no viven con él y padres que trabajan 12 horas por día en una distribuidora en La Boca. “Se van a las 6 de la mañana y vuelven a las 8 de la noche”, dice. Es de Guernica, estudió tecnicatura en programación, pero hace tres semanas agarró su bici, se subió al tren Roca y empezó a trabajar como Rappi. “Saco entre 7 y 15 mil pesos por día. En mi barrio, las changas que conseguía no me daban nada y tenía que trabajar todo el día”.
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El miércoles a la tarde, Matías estaba yendo a buscar un pedido a la zona de Congreso cuando se metió en la marcha que reclamaba la ratificación de la ley de Financiamiento Universitario. Puso su bicicleta como defensa de Fran Fijap, el youtuber libertario al que atacaron con ferocidad. La escena fue viral, casi el tema del día: Fijap sale corriendo, lo persiguen como a una presa, Matías desaparece de las imágenes, pero vuelve a aparecer cuando el chico golpeado entra a un local de empanadas de bajo precio por Callao. Matías vuelve a poner el cuerpo y la bici. Desde adentro, Rodrigo, 22 años, empleado del negocio, lo mete al comercio para protegerlo. Sus compañeras, de la misma edad, intentan bajar la persiana. La escena se acelera, los atacantes le sacan la bici y la mochila de Rappi a Matías para que él salga a buscarla. Lo hace. Lo agreden. Rodrigo lo agarra de los brazos. Lo rescata. Lo salva.
Anoche, 24 horas después de la violencia, Rodrigo y Matías se encontraron en un estudio de televisión y sin que las cámaras los tomaran todavía, se abrazaron: “Me salvaste amigo”.
A Matías, le cambió la vida en 24 horas: el lunes en la Casa Rosada le darán una moto para hacer sus repartos, ya conoció la Quinta de Olivos (el Presidente hasta le mostró sus perros), pasó todas estas horas escoltado por el diputado provincial Agustín Romo y el legislador porteño Ramiro Marra. No se tomará el Roca esta vez para volver a su casa. Matías no es libertario, pero votó a Milei en noviembre y convenció a sus padres para que lo siguieran. Todavía no puede creer su suerte. Le están por conseguir un trabajo fijo.
A Rodrigo ayer lo visitó el Presidente en el local. Jorge Macri lleva también buenas noticias: la Ciudad le arreglará los destrozos. El dueño de la casa de empanadas se llama Ignacio Víctor García, es un comerciante que dice que le va bien. Que sus empanadas son populares y la gente las compra. Pasó por todos los gobiernos. Está orgulloso de Rodrigo: “Si a Grabois le hacían lo mismo, también lo refugiábamos en el local”.
Es una escena que vale la pena mirar en cámara lenta. Casi una revelación. La política la vio. Una porción muy expuesta de realidad que se expresó con contundencia. Dos chicos jóvenes, sin estudios universitarios, laburantes, con familias que pelean económicamente, volátiles en sus creencias políticas. Es posible que sean esos momentos que expliquen parte de las razones por las que ganó Javier Milei. ¿Pero cómo se define ahora, cuando pasaron 10 meses de Gobierno? Es una configuración que se responderá el año que viene, con la disputa electoral.
El Gobierno es consciente de esa fragilidad y acelera su maquinaria, buscando convertirse en lo que no fue para ganar. Un aparato con poder. ¿Consolidará al público que lo trajo hasta acá? La respuesta queda lejos, pero se convirtió en una de las obsesiones principales de la gestión. Karina Milei protagonizó su primer acto de campaña relevante. Escoltada por Martín Menem y Sebastián Pareja, desembarcó en La Plata, la capital de la tierra prometida. El mayor desafío que les espera en 2025.
La caída de la imagen presidencial que mostraron las encuestas después de la batalla en contra de la reforma jubilatoria antes y del presupuesto universitario ahora, lastimó los resultados de las encuestas sobre el Presidente, pero aun así se mantiene en una medición soñada para el volumen de sensibilidad que tienen estos temas en el país. En Provincia, esa foto está mucho más confusa. Ellos lo saben. Cristina también. Todo el peronismo, completamente atomizado todavía y con una interna de daño incalculable entre CFK y Axel, sueña con un triunfo en Buenos Aires. La ilusión de dar el golpe donde más duele.
La plata de la obra pública, a las universidades
El Gobierno celebró esta semana como un regalo del cielo: el índice de inflación en 3,5%, el dólar bajando, los bonos argentinos escalando, y el Riesgo País en baja sostenida. Después de lograr un triunfo controversial en el Congreso al invalidar una ley de bajo costo fiscal que buscaba darle una regla fija hasta fin de año al presupuesto universitario, la agenda se fue hacia la violencia, con uno de los suyos como víctima. Es una celebración tramposa: el ingreso del salvajismo a la política es una herramienta que nadie controla nunca. Martín Menem fue a inaugurar un local en Río Gallegos con el dirigente santacruceño que representa a LLA. Cuando salió lo corrieron y le tiraron huevazos.
Más allá del exitismo, está creciendo una pelea mayor, la del Presupuesto 2025. El conflicto con las universidades derivará a esa discusión. Ayer, en el primer piso de la Casa Rosada, le daban forma a una provocación: LLA propondrá en la comisión de Hacienda que los fondos asignados para obra pública en el proyecto de Presupuesto se trasladen a las casas de altos estudios: “¿Quieren plata, llévense los 3 mil palos de las obras de infraestructura”, chicaneaba anoche un alto funcionario de la Casa Rosada.
¿Irá el ministro de Economía a responder preguntas al Congreso como le está exigiendo la oposición? La decisión no está tomada. En días de muchísimas noticias relacionadas con cierres de organismos, empresas estatales, fondos fiduciarios y una larga agenda de motosierra, hay que estar atentos a la AFIP: se está produciendo una tensión ahí.
Desde la Rosada decidieron intervenir con cambios profundos. El organismo está presidido por Florencia Mizrahi, una abogada de confianza del ministro Caputo, que no incorporó nuevos empleados, pero llevó adelante un trabajo delicado por sostener a los que estaban en funcionamiento. En mayo, puso topes a su sueldo y al del personal de dirección, bajándolo a la mitad. La AFIP es un organismo envidiable en su tabla de salarios. El Gobierno quiere meter mano. ¿Y si se rebela el personal del organismo que recauda cada peso que administra Economía? Es una jugada audaz.
Macri-Caputo: “Intentemos por última vez”
Hace casi un mes, Mauricio Macri le escribió por chat a Santiago Caputo: “Intentemos por última vez”. Fue el final de una serie de mensajes donde le reclamaba los temas pendientes. Una escena ya de rutina. Se juntaron en una oficina del microcentro que solía ser la escribanía del papá de Caputo, que falleció hace tiempo. Ahora es el despacho de las cumbres secretas.
Ese primer encuentro después de largo tiempo tuvo chicanas cruzadas: “Vos tenés que tener cuidado, sabés lo que se dice de vos sobre tus vínculos y decisiones. Te van a hacer una denuncia penal”. El principal asesor de Milei aceleró: “Yo estoy tranquilo. Preocupate vos por las cosas que se dicen de acuerdos con empresas de tu gente en la Ciudad”. Increíblemente, los dos protagonistas de la escena le reconocieron a los suyos que este diálogo existió, pero que fue en buen tono. Pasivo-agresivo que le dicen.
Lo concreto es que ahí se abrió el diálogo de nuevo y fue la base para la reunión del jueves de la semana pasada, cuando en el mismo lugar se juntaron para coordinar el apoyo al veto universitario. Macri pidió dos cosas: coordinación en el área de Energía y paz en la legislatura porteña. Lo venimos escribiendo acá. La definición de esa convivencia en la Ciudad de Buenos Aires se está convirtiendo en la madre de todas las batallas de este vínculo.
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El asesor presidencial pidió que cumplieran con lo pautado: la interna libertaria es salvaje en la tierra porteña y están esperando desde hace tiempo que el nombre de LLA solo lo lleve el bloque de Pilar Ramírez, legisladora y persona de ultraconfianza de Karina Milei. Macri se comprometió a hacer que se cumpla. El resto de las demandas las canaliza Cristian Ritondo, a quien el expresidente derivó la gestión. Ayer, justamente, empezaban las conversaciones para ver cómo conformar a los diputados que pusieron su cara en favor del veto. Varios de ellos tuvieron una semana olvidable. El Gobierno quiere compensarlos esta vez. Los necesita como nunca.