El lunes por la tarde, Guillermo Francos, Karina Milei, Santiago Caputo y Toto Caputo creyeron necesario acercarse hasta la Quinta de Olivos para hablar a solas con el Presidente. No suelen ser tan usuales esos encuentros salvo en las reuniones de Gabinete donde participan todos los ministros. El viernes, había quedado activada una trampa problemática para el círculo chico del poder. La decisión de anunciar el veto completo a la reforma jubilatoria, comunicada por el propio Milei, estresó las salidas posibles a otro conflicto mal administrado.
Sobre todo, considerando que el veto parcial de tres artículos podía solucionar el problema fiscal, mostrar un poco de empatía con los jubilados y allanar una solución política menos dolorosa. Ese era el plan original del Gobierno. Hasta el influyente asesor Caputo, que suele apostar por acelerar siempre (antes que retroceder), dudaba de la decisión. No se trataba sólo de la fórmula previsional. Se trataba de que por primera vez el Congreso mostró los dientes con dos tercios de los votos para aprobar decisiones en contra del Ejecutivo. Ese número fatídico que inquieta a cualquier mandatario en un país convulsivo como la Argentina.
El Presidente los esperó, como siempre hace con sus invitados, en el chalet. Iban llegando de a uno con planteos similares. Pero la respuesta fue irrevocable: “No voy a cambiar mi decisión, ya di mi palabra de que el veto sería completo. Y si en algún momento juntan los dos tercios para algo como un juicio político, que lo hagan. No tendría ningún problema en someterme a esa decisión”.
Hay una zona de Javier Milei donde la épica de esa escena lo tienta. Verse juzgado por la casta en contra de las decisiones de las mayorías. Lo tienta y lo entretiene. Porque se pregunta cómo haría la oposición para destituir a un Presidente que todavía mantiene el 55% de adhesión en un país donde no hay nadie en el resto del sistema político, que concentre nada. Son escenas de fantasía. Predicciones imposibles en el contexto actual, pero que ocuparon horas de conversación en los últimos días del Gobierno. Mientras tanto, la realidad: el veto completo contra la reforma previsional ya está escrito y se publicará en los próximos días. Pase lo que pase.
Milei se mete en el barro
El caos de la semana pasada -cuando el PRO votó en contra del DNU por los fondos reservados de la SIDE y a favor del cambio de la fórmula de los jubilados- obligó al Presidente a meterse personalmente en ese reordenamiento, a pesar de la fatiga que le produce la rosca política.
El viernes recibió a los jefes de bloques propios y aliados, una lista que incluye un número reducido de personas: Cristian Ritondo del PRO, Oscar Zago -primer eyectado de LLA pero cada vez más cerca y más necesario- y el presidente del bloque libertario, Gabriel Bornoroni.
Sin dudas, Lourdes Arrieta con su monobloque, no fue convocada. Carolina Píparo y su bancada de dos integrantes tampoco, por supuesto. Tampoco Miguel Angel Pichetto. Por ahora la búsqueda es evitar que el Congreso consiga los dos tercios de los votos para resistir el veto completo que firmará el Presidente. Y encontrar un camino para un interbloque en el futuro.
Ya habrá tiempo para convocar aliados menos incondicionales como el presidente del bloque Somos Coalición Federal, que solían presentarse como dialoguistas pero que ahora ya no se incomodan por discutir una a una cualquier propuesta del oficialismo. A todos ellos, los necesitarán en la discusión por la ley del Presupuesto que llegará al Congreso a mediados de este mes. Martín Menem también activó puentes reconciliadores después de una semana fatal. Como pasó después de la ley Bases, el oficialismo no quiere repetir sus derrotas.
¿Me están espiando?
La decisión presidencial de involucrarse personalmente en liderar las tropas legislativas fue parte de los temas de conversación en la comida que compartieron otra vez esta semana Mauricio Macri y Javier Milei. Fue la cuarta comida en un mes, cumpliendo ese rito semanal que se activó después de una distancia tensa. Es lo mismo que el jueves reprodujo en público el expresidente cuando, en el relanzamiento de la Fundación Pensar en Entre Ríos, dijo que “el Congreso tiene una dinámica. Y también hay que saber conducirlo. Es algo que también discuto con el presidente Milei. Le dijo que en Diputados hay una lógica y que hay que saber conducirla. No es fácil”.
La cena del martes pasado incluyó algunas aclaraciones: el PRO votará la semana que viene contra el DNU de los cien mil millones, pero los legisladores que responden a Macri soportarán no insistir con la reforma después del veto. Hablaron también de otro tema pantanoso en los objetivos del oficialismo: Macri asegura que opinó en contra de la ampliación de la Corte Suprema como método de negociación para avalar los pliegos de los candidatos Ariel Lijo y Manuel García Mansilla. Dice que el Presidente compartió su criterio. Son infinitos los movimientos que están dando desde la oficina de Santiago Caputo para negociar con el peronismo y el radicalismo los votos necesarios. Son el tipo de jugadas que ponen de muy mal humor al titular del PRO.
Mientras comían entraña en Olivos, hubo un momento inquietante entre los dos. Fue cuando Macri le pidió explicaciones por el episodio que reveló Joaquín Morales Sóla el domingo pasado: un apoderado de la SIDE -supuesto abogado- recorrió los pasillos de Comodoro Py pidiendo información actualizada sobre el estado de las causas penales por supuesto espionaje ilegal en la gestión del titular del PRO. “Fue un error no intencional”, se justificó el Presidente.
La trama activó una saga de alto voltaje y paranoias. Sergio Neiffert, el hombre a cargo de la nueva SIDE corrió a ver al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, con el pedido de explicaciones de Cristian Ritondo, firmado desde la comisión Bicameral de Seguimiento y Control de los Organismos de Inteligencia. El propio Francos se encargó de calmar a Ritondo diciendo que se trataba de un relevamiento ordenado por la Agencia para constatar el estado de las 14 causas que en todo el país tienen espías involucrados.
Neiffert se ocupó de las disculpas al expresidente, que sabe las infinitas posibilidades que tiene la agencia de espionaje cuando se está en el poder. Macri recibió el llamado de una de las personas de su máxima confianza, su exjefe de custodia, Alejandro Pablo Cecati, que ahora dirige la Agencia de Seguridad Nacional de la nueva SIDE. ¿Él lo ubicó en este puesto que administra información tan sensible? Cecati, un expolicía de trayectoria intachable, le aseguró que los dos abogados involucrados en las averiguaciones no seguirán indagando.
Macri le cree a Seiffert y a Milei sin fisuras. Pero nadie logró convencerlo de que ese movimiento no tuvo detrás a Santiago Caputo, su enemigo íntimo y cabeza del reordenamiento de la agencia. La desconfianza entre los dos es tan irreversible que estos días en Gobierno, algunos funcionarios de alto nivel buscaban recordar cuál fue el momento exacto del origen de esa antinomia. Llevaban el calendario a un tiempo que parece prehistórico: la noche posterior a las elecciones de octubre en que Milei y Karina fueron a la casa de Macri para acordar su apoyo. A ese encuentro tan conocido, del que participaron varios dirigentes de los dos partidos, llegó Caputo cuando ya era casi medianoche y aportó el único momento de incomodidad en medio de la unión. “Vamos a sacar una foto para difusión y avancemos”, dijo Macri en su casa. “No me parece”, respondió el estratega de comunicación. “Eso va a parecer tu segundo tiempo y no el primer tiempo de Milei”. Lo que siguió ya es historia.
Milei vs. Victoria
El Senado dará finalmente de baja esta semana el DNU con los 100.000 millones de pesos que no están gastados, sino en poder de la SIDE. Nadie en la Rosada tiene del todo claro todavía si un tecnicismo les permitirá tomar los 80 mil millones que ya figuran gastados como propios o habrá que devolverlos. Martín Lousteau, presidente de la Bicameral de Inteligencia, tuvo que escuchar el lunes los lamentos de Neiffert sobre una agencia totalmente desmantelada y sin recursos si no le asignaban esa partida.
En la Cámara Alta, donde gobierna Victoria Villarruel, hay varios frentes abiertos. El principal es con ella. El Presidente perdió cualquier tipo de empatía con su compañera de fórmula. Nadie lo imagina ya subiéndola a un tanque en un acto oficial aunque nunca se sabe.
La saga de desacuerdos se completó este martes con el acto que ella organizó hablando en nombre del Gobierno sobre una reapertura de causas contra Montoneros que no había consensuado ni comunicado a nadie. Todos los puentes están rotos por ahora. Algunas actitudes de la Vice desquician al Presidente. Como pasó el día del acto de entrega de los despachos y sables a los nuevos generales, almirantes y brigadieres de las Fuerzas Armadas, hace apenas dos semanas.
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Se filtró que ella no había recibido la invitación formal desde el ministerio de Defensa y por eso decidió no ir a pesar de que estaba lista para salir. En la Rosada, aseguran que Luis Petri le mandó la convocatoria, pero la Vice mandó a chequear qué lugar ocuparía en el evento. Al darse cuenta que en el escenario sólo estaría el Presidente y el Ministro, y a ella le tocaba en la primera fila del público, decidió quedarse en su casa.